Claudia Varela

Tuve una buena charlada con un grupo de boomers que me llenó de ideas la cabeza. Se quejaban de la falta de compromiso y disciplina de los más jóvenes. Lo del compromiso ya lo había escuchado, pero quise profundizar en el otro tema.

Semana dolorosa esta, me dijo una amiga cuando nos vimos en una videollamada. Me llamó a decirme que un evento al que me había invitado quizás debía cancelarse porque su jefe europeo tenía muchas dudas sobre lo que pasa en Colombia.Noté que su voz estaba realmente triste y ella, que a veces tiene un optimismo que los más centennials llamarían tóxico, esta vez se mostraba muy baja. Vicky nunca está triste, siempre ve el mundo con un brillo distinto, pero esta vez la sentí desanimada.

La ley del espejo hace que —normalmente— pensemos que todas las fallas del mundo están en los demás. Hace que veamos culpables de nuestras desdichas a otros. Vemos errores imperdonables en cuerpo ajeno, pero al final es nuestra propia identidad la que se ve golpeada cuando nos parecemos a quien criticamos. ¿Les suena familiar?Es increíble cómo el mundo se está llenando de líderes narcisistas. Y hasta ahí llegamos, porque un liderazgo real está lejos de un culto al ego.

Estamos migrando a una cultura de compromiso bajo en las organizaciones. Para mí, esto es normal, porque las nuevas generaciones ya no compran los discursos básicos de “te quedas aquí por el dinero”, que funcionaban mejor antes. La vida era más predecible; tal vez había que trabajar, reproducirse, endeudarse y morirse. Ahora, la cosa se complicó (menos mal). Y es que el compromiso en una empresa no es simplemente una actitud deseable, sino un pilar fundamental para el éxito sostenible.

María me estaba diciendo que le gustaba el tema del estoicismo. Solo que ella pensaba que esta filosofía estaba fundamentada en el sufrimiento individual. Me dijo sin parpadear que había que aguantar dolor y no quejarse para ser estoico. Le expliqué que no es exactamente así.El estoicismo es una escuela de filosofía fundada en la antigua Grecia por Zenón de Citio en el siglo III a.C. Esta filosofía se centra en la búsqueda de la virtud y la razón como medios para alcanzar la felicidad y la paz interior.

Sería genial encontrar esas respuestas que disparan sentimientos que están detrás de lo que a simple vista no se ve. En charlas que he tenido últimamente sobre liderazgo, he descubierto que ahora parece haber miedo a todo y a nada.Hay un bullying exacerbado, una narrativa a veces oculta que camina por ahí en los grupos sociales. Es increíble cómo la frase de ‘prefiero quedarme callado para evitar problemas’ se ha vuelto una conducta normalizada. Hay que tener conversaciones poderosas. Las preguntas grandes y difíciles son las que pueden mover las decisiones.

He recibido tantas llamadas de amigos, conocidos y tantas hojas de vida que hoy quisiera hablar de las dificultades que hay para conseguir empleo. Varios amigos que se quedaron sin trabajo por diferentes causas han estado casi un año o más buscando opciones sin resultados. Las cifras pareciera que no están peor pero lo que sientes en el ambiente dice otra cosa.El desempleo en Colombia no es solo una cifra publicada mes a mes, es una expresión de las profundas desigualdades económicas, sociales y territoriales que ha enfrentado el país a lo largo del tiempo.

Quisiera tipificar una categoría de personas que existen en nuestro día a día organizacional, social y comunitario. Las famosas divas no son únicamente actrices y actores de Hollywood, sino seres humanos que buscan constantemente el brillo de la luz sobre sí mismos.He descubierto a varios y varias (hoy la discusión no es de género, sino de humanos) cuya conducta me hace pensar que son divas para sí mismos. No ceden a la tentación de ser reconocidos ni de tener un reflector que los destaque más.

Es lo que nos pasa a todos. Un mundo sobreinformado que normaliza el hecho de no parar de pensar, maquinar, producir. Pensar demasiado se ha convertido en una práctica común. Nos encontramos constantemente analizando cada detalle de nuestras vidas, desde decisiones triviales hasta las más importantes. El problema es que no paramos a tomar aire y conciencia de que este hábito puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental y bienestar general.Pensar demasiado también es conocido como overthinking, y puede llevar a un ciclo interminable de preocupación y ansiedad.

Ser ansioso, tener ataques de pánico, no saber qué hacer y tener un gran vacío en el pecho: situaciones y síntomas recurrentes que hoy vivimos. No sé si antes no pasaba con tanta frecuencia o simplemente aprendíamos a tolerarlo. El tema es que hoy la ansiedad y ese desasosiego están en muchos más humanos que antes.Normalizamos la ansiedad como algo ordinario, hemos llegado al punto de pensar que vivir con estrés es normal cuando en realidad no lo es. Nos hemos acostumbrado a que el cansancio permanente sea habitual, el dolor de espalda, el dolor de cabeza e incluso la irritabilidad.