Desde el 9 de junio de 1995, Miguel Rodríguez Orejuela no vivió en paz porque ese día su hermano, Gilberto Rodríguez Orejuela, fue capturado en una caleta en una vivienda en Cali. Durante casi dos meses, Miguel se movió de un lado a otro, sin dejar la capital del Valle del Cauca, logrando escapar de las autoridades. Pero la captura de Gilberto dejó al cartel de Cali sin su cabeza principal y Miguel entró en desesperación, lo que fue aprovechado por el Bloque de Búsqueda y la DEA para seguirle los pasos.