Hace una década, los países de Europa impulsaban agendas para recibir migrantes y refugiados de distintas partes del mundo sin tantas complicaciones. Millones de familias de naciones pobres, afectadas por crueles conflictos en Asia y África, o simplemente buscando un mejor futuro, terminaron yéndose a territorios europeos para asentarse. Hoy en día, en medio de decenas de crisis sociales, la situación parece haber dado un giro total.Portugal fue el último país de la Unión Europea (UE) en sumarse a las radicales medidas migratorias que se han venido registrando en el Viejo Continente.