Trump rompe con Putin por la guerra en Ucrania. ¿Fracasará el presidente en conseguir la paz en Europa?

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Cuando en noviembre del año pasado Donald Trump volvió a ser elegido presidente de los Estados Unidos, lo hizo con una de las propuestas más ambiciosas, y para muchos irrealizable, en materia de geopolítica: el republicano prometió terminar con todos los conflictos que asolan al planeta, sin importar su naturaleza. El líder más importante del mundo rápidamente se centró en dos ejes: Medio Oriente y la guerra en Ucrania. En el primero sigue haciendo esfuerzos para un alto al fuego que a veces parece cercano y otras veces se aleja. Pero el segundo ha sido un verdadero dolor de cabeza.“Incluso antes de llegar al Despacho Oval, habré resuelto la desastrosa guerra entre Rusia y Ucrania. Lo haré en 24 horas”, llegó a decir el presidente estadounidense durante su campaña. No obstante, el choque con la realidad ha sido más que duro para Trump, y hoy, después de más de seis meses de haber llegado a la Casa Blanca, el mandatario parece estar luchando contra enemigos que no quieren dejar de pelear.Hace un par de semanas, con el fin de presionar a Putin y a Rusia, Trump le había dado un ultimátum de 50 días al Kremlin para llegar a un cese al fuego, pero hace un par de días, al ver la naturaleza del recrudecimiento de los ataques rusos en tierras ucranianas, decidió cortar el plazo a tan solo “10 o 12 días”. Al momento de la publicación de este artículo, ya se ha cumplido la mitad de este tiempo, y no hay un solo atisbo de que haya una pausa a la guerra.“Diez días desde hoy. Después pondremos aranceles. No sé si afectará a Rusia, porque seguramente (Vladímir Putin) querrá seguir adelante con la guerra”, dijo Trump a su regreso desde Escocia. “Antes les decía que mueren 5.000 personas por semana. Ahora mueren 7.000, en su mayoría soldados ucranianos y rusos, pero también civiles por las bombas que les han caído encima”, manifestó el mandatario.La herramienta de negociación de Trump es similar a la de cualquier complicación que se le ha atravesado a su Gobierno: la aplicación de aranceles, su palabra favorita del diccionario, como lo reconoció. Prometió a Rusia gravámenes de hasta el 100 por ciento y, además, amenazó a todos los países que tengan tratos comerciales con el régimen de Putin. Por ejemplo, a India le aplicó 25 por ciento adicional por comprar petróleo ruso.Pero más allá de eso, lo que denota el fracaso de Trump hasta el momento es una gran decepción de lo que él siempre había manifestado: una gran relación que tenía con Vladímir Putin y que por años había presumido, y que, según él, era el factor decisivo para inclinar la balanza a su favor para terminar con la guerra en Ucrania. “La invasión de Ucrania nunca habría pasado si yo estuviera en la Casa Blanca. Putin me respetaba. Sabía que no podía hacerlo”, manifestó en su momento.Ahora el sentimiento para el presidente de los Estados Unidos es el de estar viviendo un gran fracaso en la guerra a la que le ha dado más importancia. Por eso, es que el presidente ha dinamitado los puentes con Vladímir Putin que él mismo había creado con tanto ímpetu por años. “Estoy decepcionado con Putin porque, al término de las ‘cuatro o cinco’ conversaciones telefónicas que hemos mantenido, continúa bombardeando ciudades”, dijo Trump como muestra de su cambio de postura hacia el líder ruso.La respuesta de Rusia ha ido mostrando preocupación al respecto, pero sin una alarma que muestre un cambio de posición con respecto a querer seguir con la guerra, sin importar las posibles consecuencias económicas que ha prometido Estados Unidos. “Llevamos mucho tiempo viviendo bajo un gran número de sanciones, nuestra economía opera bajo un gran número de restricciones”, declaró a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.Eso se debe a que por los más de tres años que ha durado la invasión de Rusia a Ucrania, el Kremlin ha logrado evadir las sanciones a su economía de una u otra forma. Por ejemplo, para evitar las medidas contra su petróleo, ha usado las famosas flotas fantasmas que transportan crudo a todo el mundo. Por eso es que el mismo Trump busca sancionar a todos los socios comerciales del régimen de Putin.“Lo que está haciendo Rusia es repugnante. Es muy triste”, dijo Trump este jueves, dando a entender que da su lucha diplomática hasta ahora por perdida y que terminó acortando el ultimátum contra los rusos porque sabe que no hay ninguna muestra de que el Kremlin quiera terminar la guerra prontamente, y no hay nada que Washington pueda hacer al respecto, por ahora.Por ello, es que el mandatario ha cambiado radicalmente su postura. Hace solo unos meses amenazó a Ucrania con dejar de brindarle ayuda y equipo militar, además de haberle echado la culpa al mismo Volodímir Zelenski de haber provocado la guerra, una retórica altamente expandida por los seguidores de Vladímir Putin en todo el mundo. Pero ahora, el republicano parece ser uno más de la causa ucraniana y entiende el alcance de la dificultad de terminar dicho conflicto.Con Zelenski no escampaMientras tanto, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, no pasa precisamente por su mejor momento, esto después de que la semana pasada el Parlamento ucraniano aprobó con rapidez la Ley 12414, firmada casi de inmediato por él. Esta normativa transfiere gran parte del control de la Oficina Nacional Anticorrupción y SAPO Fiscalía Anticorrupción Especializada al fiscal general, cargo nombrado por el presidente, lo que prácticamente anulaba la autonomía de estas instituciones clave, conseguidas durante el Euromaidán y símbolo de la independencia ucraniana.El mandatario justificó la medida alegando sospechas de infiltración rusa en dichas agencias, y criticó su supuesta lentitud e ineficiencia en casos con cifras millonarias en juego, incluso contra altos funcionarios del Gobierno. Pero dicha medida provocó, de inmediato, manifestaciones masivas en varias ciudades de Ucrania, siendo esta la crisis más delicada que ha tenido el presidente ucraniano, sin contar la guerra con Rusia.Solo nueve días después, Zelenski introdujo un nuevo proyecto de ley para restaurar la independencia de dichas instituciones, acompañado de una polémica sesión parlamentaria con violencia física entre los legisladores, pero que terminó aprobando la reversión por 331 votos a favor y ninguno en contra. El mandatario firmó la nueva ley inmediatamente, presentándola como una respuesta a las demandas de la sociedad civil y los socios europeos.Pero el daño ya estaba hecho: la ley fue vista por muchos como un intento de proteger a aliados del poder y debilitar investigaciones que afectaban incluso a miembros del partido de Zelenski. El episodio causó un deterioro político para el presidente, poniendo en evidencia dudas sobre su compromiso real con la transparencia, y fortaleció percepciones de una tendencia hacia el autoritarismo.

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