La certeza de Martha Rojas Urrego de que había nacido para dedicarse a la conservación se manifestó tarde en su vida, más o menos en 1985 cuando, curiosamente, ya llevaba algunos años recorriendo ese camino. Solo necesitaba visitar un par de paraísos naturales en Colombia para despejar dudas sobre su vocación. La confusión se formó al elegir biología en la Universidad de los Andes, a pesar de que siempre había pensado en bellas artes o medicina como su papá. “Yo no tuve desde siempre esa pasión como la mayoría de gente de conservación. Entré a estudiar biología sin convicción.