SEMANA: ¿Cómo logró Costa Rica convertirse en un destino sostenible y en un ejemplo a nivel mundial?Heilyn James (H.J.): Fue una decisión valiente de nuestras autoridades hace más de 40 años. Se tomó la determinación de ver la naturaleza no como un recurso a explotar, sino como el corazón del desarrollo económico de Costa Rica. Esa visión estratégica fue fundamental: proteger en lugar de destruir. Apostamos a un modelo de desarrollo económico y turístico sostenible que ha logrado integrar al Estado, al empresariado y a las comunidades en una sola misión.SEMANA: Para Costa Rica la sostenibilidad es una política de Estado…H.J.: Así es. Desde la abolición del ejército en 1948, el país ha redirigido los recursos hacia salud, educación y bienestar social. Eso generó una base sólida para que la sostenibilidad se convirtiera en parte de nuestro ADN. Hoy, más del 25 por ciento del territorio nacional está bajo alguna categoría de protección. No ha sido una moda pasajera, sino una visión que ha trascendido gobiernos, crisis y generaciones.SEMANA: ¿Cómo articulan las iniciativas del Estado, la empresa privada y las comunidades?H.J.: A través de un modelo colaborativo. El Estado genera políticas públicas, las comunidades protegen el territorio y las empresas privadas transforman eso en experiencias auténticas para los visitantes. Esa articulación ha funcionado porque hay un sentido de pertenencia real. Todos somos parte del engranaje, y todos vemos beneficios económicos, sociales y culturales tangibles.SEMANA: El turismo es un motor clave de la economía costarricense. ¿Cómo equilibran el crecimiento del sector con la conservación ambiental?H.J.: Precisamente apostando por un turismo de calidad, no masivo. Buscamos visitantes conscientes, que valoren la biodiversidad, que se conecten con la naturaleza de forma responsable. No nos interesa recibir millones de turistas si eso significa degradar el entorno. Queremos visitantes que comprendan y respeten el valor de nuestros ecosistemas.SEMANA: Costa Rica fue pionera en certificar la sostenibilidad turística hace 30 años. ¿Cómo ha evolucionado este concepto desde entonces?H.J.: El Certificado de Sostenibilidad Turística (CST) nació en los años 90. Al principio era un reto traducir ese concepto abstracto a la práctica empresarial. Sin embargo, hoy más de 130 empresas están certificadas y el CST es reconocido por la Organización Mundial del Turismo. Ha evolucionado para integrar criterios ambientales, sociales, culturales y económicos. La capacitación continua ha sido clave para mantener la credibilidad y la eficacia del sistema.SEMANA: El 30 por ciento de sus zonas marinas están protegidas. ¿Cómo es la gestión de estas áreas con los visitantes?H.J.: Es aún más complejo que en tierra, porque nuestras aguas son más extensas que el territorio continental. En total, tenemos 23 áreas marinas protegidas. Promovemos la pesca responsable, el monitoreo de especies y la educación comunitaria. Tenemos claro que sin el involucramiento de las comunidades no se puede lograr un verdadero cambio; por eso, la conservación marina es un esfuerzo nacional que involucra al gobierno, ONG, pescadores y comunidades costeras.SEMANA: Ese esfuerzo también se refleja en las fuentes de energía del país…H.J.: El 94 por ciento de nuestra energía proviene de fuentes renovables: hídrica, eólica, solar y geotérmica. Es común ver en las montañas las hélices de energía eólica, son parte del día a día. Además, el uso de paneles solares está creciendo tanto a nivel industrial como residencial. Todo esto se complementa con nuestro programa de Pago por Servicios Ambientales, que incentiva a las personas a regenerar bosques.SEMANA: Ustedes lograron combatir con éxito la deforestación. ¿Cómo lo hicieron?H.J.: En los años 80 teníamos apenas un 21 por ciento de cobertura boscosa. Hoy estamos cerca del 60 por ciento. Lograr ese indicador fue posible gracias a que se empezó a pagar por servicios ambientales a quienes ayudaban a regenerar los bosques y, además, sectores como la agricultura y la ganadería se integraron a este modelo. En general, todos los costarricenses somos conscientes de que la conservación no es enemiga del desarrollo, sino su motor.SEMANA: ¿De qué manera pudieron garantizar que las empresas cumplieran con los compromisos?H.J.: Eso fue un desafío. Pasar de la teoría a la práctica tomó tiempo. Lo que hicimos fue demostrar que proteger la naturaleza puede ser rentable. Las empresas certificadas con el CST no solo se benefician de un mejor posicionamiento internacional, sino también de ahorros en consumo energético, agua y residuos. La sostenibilidad se volvió un buen negocio.SEMANA: ¿Cuál es la gran lección que le deja Costa Rica al mundo?H.J.: Que sí se puede. Que es posible tener desarrollo económico, calidad de vida y sostenibilidad al mismo tiempo. La clave está en ver la naturaleza como un activo, no como un obstáculo. En un mundo acelerado, proponemos una pausa para vivir mejor, consumir menos, reconectarnos con lo esencial. Si cuidamos nuestros recursos, ellos nos cuidarán a nosotros. Ese es el legado que queremos dejar a las próximas generaciones.
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