¿Puede la banca acelerar la transición energética en Colombia?

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En menos de dos años, Colombia duplicó su capacidad instalada de energía solar y superó los 1.900 megavatios conectados al Sistema Interconectado Nacional. Este crecimiento muestra el dinamismo de un mercado en transformación, pero también revela las tensiones de una transición energética que aún enfrenta cuellos de botella regulatorios, desafíos sociales y barreras financieras.“La transición energética en Colombia avanza, pero lo hace a contracorriente”, señaló Rocío Sierra Ramírez, profesora de la Maestría en Innovación de Sistemas Energéticos de la Universidad de los Andes. Según explicó, detrás del rápido crecimiento de las renovables hay una realidad compleja. Cerca de 1,8 gigavatios de capacidad siguen paralizados por trámites, licencias y dificultades técnicas. Sin embargo, algunos movimientos del mercado han devuelto el optimismo. La venta de activos de Statkraft a Ecopetrol y la transferencia de un parque solar de MPC Energy Solutions a un actor local se interpretan como señales de adaptación y resiliencia.Desde los territorios, el reto es mayor. En zonas no interconectadas del país, donde la leña y el diésel aún se usan como fuentes principales, el acceso a energía limpia representa una cuestión de justicia social. Francisco Lozano Gamba, presidente de la Financiera de Desarrollo Nacional, indicó que se diseñó un esquema para llevar energías renovables a estas regiones con participación del sector privado. Este fue suspendido por cambios de prioridades en el gobierno anterior, aunque las conversaciones se han retomado.El plan contemplaba subsidios para cubrir parte de las inversiones en soluciones solares y esquemas que definieran con claridad el rol del Estado y del capital privado. Reactivar estas estructuras será clave para enfrentar el déficit estructural de energía que proyecta el Gobierno para 2027, en un contexto de fenómenos climáticos que afectan la generación hidroeléctrica.Más allá del acceso, la transición también requiere diversificación tecnológica. Colombia depende del agua para más del 60 por ciento de su generación eléctrica, lo que la hace vulnerable a las sequías. Esta dependencia llevó a buscar nuevas tecnologías como la bioenergía, la geotermia, el hidrógeno verde y los pequeños reactores modulares, que han empezado a ganar espacio. Rocío Sierra señaló que el gas natural sigue siendo clave como respaldo, pero enfrenta un déficit de transporte y suministro. En sus palabras, se necesita avanzar con soluciones firmes y sostenibles.La planta de hidrógeno verde de Ecopetrol en Cartagena, con capacidad de 800 toneladas al año, es la más grande de América Latina. Representa un ejemplo del potencial del país en nuevas fuentes. También lo es la bioenergía, que permite transformar residuos agrícolas en electricidad con continuidad operativa en zonas rurales. Sin embargo, ninguna de estas alternativas avanzará sin un cierre financiero adecuado.“El cierre financiero es la barrera más crítica para nuevos proyectos de energía limpia”, afirmó Alexandra Hernández, directora ejecutiva de SER Colombia. La complejidad de las consultas previas, los retrasos en el licenciamiento y los trámites técnicos requieren soluciones coordinadas entre el Estado, la banca y las comunidades.Desde su rol, la FDN activó mecanismos que reducen el esfuerzo de capital de los desarrolladores. Uno de ellos es el reemplazo de cuentas de reserva por garantías. Francisco Lozano explicó que esto permite viabilizar más proyectos con menos barreras financieras. Aun así, el sistema financiero debe ofrecer más que crédito tradicional.En este panorama, Davivienda se consolidó como uno de los actores con mayor trayectoria. Su cartera sostenible alcanzó los 25,5 billones de pesos en marzo de 2025. En ese total se incluyen más de 310 proyectos energéticos que contribuyen a evitar alrededor de 889.000 toneladas de dióxido de carbono al año. Andrés Restrepo, director de Finanzas Estructuradas del banco, afirmó que no se trata solo de financiar, sino de acompañar desde el diseño. Señaló que Davivienda aporta soluciones técnicas y estructurales que ayudan a concretar los proyectos.Uno de los casos más representativos es la alianza con GreenYellow para financiar una planta solar de 10,9 megavatios pico en Cundinamarca, por más de 37.000 millones de pesos. Este tipo de iniciativas no solo reduce emisiones, también aporta seguridad energética y competitividad.Además de apoyar la generación renovable, Davivienda ha financiado programas de eficiencia energética en edificaciones e industrias. Estas acciones permiten reducir la demanda eléctrica en sectores de alto consumo y mejorar su desempeño ambiental. En ese sentido, la alianza con Geenera busca impulsar tecnologías de bajo consumo en procesos industriales.“Estamos convencidos de que esta transformación no será posible sin alianzas público-privadas sólidas, productos financieros innovadores y una visión de largo plazo. La sostenibilidad también es una oportunidad para construir un país más incluyente y próspero”, afirmó Alejandra Díaz, directora de Sostenibilidad de Davivienda.Desde SER Colombia se propone estructurar esquemas tipo proyecto sombrilla. Estos permiten agrupar iniciativas de menor escala y canalizar recursos a través de una entidad financiera, lo que reduce riesgos y costos. Alexandra Hernández explicó que si bien se trata de proyectos pequeños, agrupados pueden aportar una capacidad significativa.El Global Innovation Lab for Climate Finance ha incubado más de 70 soluciones en América Latina desde 2014 y movilizó recursos por más de 4.000 millones de dólares. María Ruiz Sierra, líder regional del Lab, indicó que la participación activa de las comunidades en los proyectos mejora la aceptación, reduce los conflictos y acelera la implementación. También señaló que se deben fortalecer capacidades locales con asistencia técnica y construir un entorno de inversión con reglas claras, instituciones articuladas y productos financieros adaptados al mercado colombiano.Colombia ya adjudicó más de 4.000 megavatios en nuevas Obligaciones de Energía Firme y tiene más de 18 gigavatios en desarrollo. Programas como Comunidades Energéticas y Colombia Solar muestran avances hacia una descentralización energética. Mientras tanto, la infraestructura de transmisión se expande con nuevas líneas y corredores.Sin embargo, el camino es largo. El país necesita inversiones anuales de hasta 14,2 billones de pesos para mitigación y más de 10 billones para adaptación al cambio climático. El exministro Amylkar Acosta advirtió que Colombia no puede salir de la noche a la mañana del petróleo o el carbón. Afirmó que mientras el mundo los consuma, alguien los venderá. Si no somos nosotros, serán otros. También insistió en una hoja de ruta construida a la colombiana, que combine sostenibilidad fiscal, reconversión productiva y justicia territorial. Explicó que en regiones como La Guajira o el Cesar, donde la economía depende de la minería, la transición debe acompañarse de inversión social, empleo y nuevas oportunidades.Colombia ya dio pasos firmes hacia una matriz más limpia. El reto ya no es solo técnico o financiero, sino estructural. La transición energética debe convertirse en una estrategia de transformación productiva, con impacto real en los territorios y participación activa de todos los actores. Como concluyó María Ruiz Sierra, “no se trata solo de cambiar la matriz energética, sino de transformar el modelo de desarrollo”.

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