Estos son los detalles de la peligrosa confrontación entre Colombia y Perú por la isla Santa Rosa. Lo que está en juego para ambos países

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En medio del inicio de una polarizada contienda presidencial, con un Gobierno que muchos han catalogado como errático y con varios lunares en las gestiones diplomáticas, Colombia acaba de entrar en una disputa internacional de la cual no hay claridad sobre lo que resultará. El discurso del presidente Gustavo Petro el pasado 7 de agosto sobre la soberanía de la isla de Santa Rosa, ubicada en el río Amazonas frente a Leticia, y que divide la frontera entre Perú y Colombia, reabrió una grieta que parecía haber estado cerrada a la fuerza por más de 91 años. “No se traslada a Leticia por los bloqueos. La conmemoración de la Batalla de Boyacá es la conmemoración de la independencia nacional. Se traslada a Leticia porque, otra vez, el Gobierno del Perú ha copado un territorio que es de Colombia y ha violado el Protocolo de Río de Janeiro, que le puso fin”, dijo Petro en su intervención y luego de que el Gobierno del Perú trasladara tropas y símbolos patrios sobre la isla. Pero las palabras del presidente colombiano no fueron una casualidad. El Congreso del Perú aprobó el 12 de junio pasado la creación de un nuevo distrito denominado Santa Rosa de Loreto. Así quedó en firme con la promulgación de la Ley 32403 de ese país, en la que no solo denominan ese nuevo territorio, sino que escogen como su capital a la isla de Santa Rosa, la misma que hoy tiene en tensión a ambos Gobiernos y que Colombia reclama como parte de su territorio. Según la Cancillería del país vecino, la decisión del Legislativo de anexar un nuevo territorio a su geografía de forma oficial estuvo amparada bajo los límites políticos internacionales establecidos en el Tratado Salomón-Lozano, de 1922, lo estipulado por la Comisión Mixta Demarcadora, que luego fue ratificada en 1934 por ambos países en el Protocolo de Río de Janeiro. No obstante, el dilema internacional que está a punto de abrirse está lejos de ser una mera cuestión de declaraciones y señalamientos entre los gobiernos de ambos países. Es una controversia seria y que podría tener implicaciones “muy graves” para Colombia bajo la óptica de analistas internacionalistas y excancilleres. Un antecedente complicado La disputa entre Colombia y Perú por este territorio no es nueva. Precisamente, el Tratado Salomón-Lozano y el Protocolo de Río de Janeiro surgieron como respuesta a la guerra que sostuvieron ambos países por el control de una porción del Amazonas. Con esos acuerdos internacionales se estableció la demarcación de los territorios y se asignaron las zonas soberanas a cada una de las partes. Se usó como base de la distribución el thalweg, la línea que marca la parte más profunda de un cauce, que se extendió desde el río Putumayo hasta el río Amazonas. Esa distribución le dejó a Colombia el territorio de Leticia y una salida soberana al río, y a Perú le asignó la isla de Chinería. Justo en esa isla es donde está el centro del problema. Sobre 1970, por cuenta de las condiciones propias del río Amazonas, apareció en la geografía una nueva porción de tierra, no muy grande, que los peruanos denominaron isla de Santa Rosa. Fue poblada por peruanos, acogida arbitrariamente por ese país como parte de su extensión territorial y anexada a los kilómetros de Chinería. “Esa acción unilateral y violatoria del tratado de Río de Janeiro puede hacer desaparecer a Leticia como puerto amazónico, quitándole su vida comercial. El Gobierno usará, antes que nada, los pasos diplomáticos para defender la soberanía nacional”, dijo el presidente Petro, al tiempo que aseguró que el Estado colombiano no reconoce la soberanía del Perú sobre ese territorio, que, al día de hoy, está muy cerca de la ribera del río Amazonas sobre el costado de Leticia. Ese llamado al que se refiere el presidente cuando advierte de “pasos diplomáticos” no es más que la convocatoria para la Comisión Mixta Permanente para la Inspección de la Frontera Colombo-Peruana (Comperif), que tendrá lugar los próximos 11 y 12 de septiembre en Lima. Pese a que se logró concretar el encuentro de la Comisión, la presidenta de ese país, Dina Boluarte, aseguró en días pasados que Perú no tiene asuntos fronterizos pendientes con Colombia y que todo se hizo en apego a la ley internacional. Por su lado, el canciller del Perú, Elmer Schialer, afirmó que nunca han tenido intención de afectar a Leticia, pero fue enfático en asegurar que la isla Santa Rosa siempre ha sido peruana y que eso no tiene discusión.Hay que recordar que en un par de notas diplomáticas cruzadas entre ambos países, entre el 3 y el 4 de julio, Perú ya había rechazado la reactivación de la Comisión. El cambio de opinión surgió tras el discurso del presidente Petro.“Sí es grave”Las preocupaciones del presidente son reales. Sandra Borda, analista internacional de la Universidad de los Andes, advirtió que en este caso sí hay que separar las suspicacias que pueda levantar el discurso de Petro en el ejercicio de la política electoral y poner la mirada en lo que podría implicar la declaratoria de soberanía de Perú sobre Santa Rosa. “Entiendo las razones por las que creen que es política electoral, pero lo cierto es que la preocupación por lo que está sucediendo con la soberanía territorial de Colombia en ese lugar es un tema que la gente de la Cancillería viene advirtiendo desde hace más o menos 15 años”, anotó Borda. Bajo ese panorama, también destacó que han sido al menos tres los directores de Soberanía Territorial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia los que les han dicho a los cancilleres de turno que la soberanía del país está en peligro en la frontera del Amazonas. “Son más o menos tres o cuatro Gobiernos los que no se han ocupado de ese asunto”. Pero ¿por qué aumentó la preocupación durante los últimos años? La analista explica que esto tiene asidero en los cambios hidromorfológicos del cauce del río Amazonas. “Ha habido un proceso creciente de sedimentación que hace que cambie el lugar por donde pasa la corriente. Eso genera que la forma en la que se aprobaron los acuerdos en 1922 también cambie, porque ahora el río corre por lugares distintos y hay formaciones de tierra nuevas”. Lo que también hay que poner sobre la mesa, explican los analistas, es que Perú ha desplegado una suerte de estrategia para, muy por debajo de la mesa, adelantar un proceso de asentamiento en el que han incentivado que los peruanos se vayan a vivir a la isla y por esa razón es que todos los pobladores son nacionales de ese país. “Eso ha sucedido porque el gobierno peruano se dio cuenta de que Colombia no le presta atención al asunto. Han construido casi que una decisión de hecho en materia de la adjudicación de esa isla”, anotó Borda. Marta Lucía Ramírez, exvicepresidenta y excanciller de Colombia, subrayó que lo más grave es que el brazo del río se está corriendo cada vez más hacia el lado del Perú y que el canal frente a Leticia se ha ido secando con los años. Esa situación, de carácter ambiental, podría dejar al país sin acceso al río. “La situación del río Amazonas y la isla de Santa Rosa puede y debe tener una solución diplomática activando los mecanismos bilaterales en lugar de andar con la ‘bravuconada’ hablando de ocupación o invasión de territorio colombiano”, dijo.Al borde del abismoAhora, no es solamente el hecho de reconocer la soberanía de Perú sobre la isla de Santa Rosa. Sandra Borda aseguró que permitir la declaratoria de propiedad del país vecino sobre la isla implicaría perder el pedazo de río Amazonas que todavía le queda a Colombia. “El pedacito de río que queda entre la isla y Leticia, por ejemplo, se secó el año pasado y, si se sigue secando, quiere decir que Leticia se queda sin ribera en el río y terminaríamos con una frontera terrestre con Perú. No es un tema menor y no es poco lo que está en juego porque nos podemos quedar sin río y eso tiene muchas implicaciones para una ciudad portuaria como Leticia””, indicó Borda. Por su parte, Julio Londoño Paredes, excanciller de Colombia, dijo en medio de comunicación que lo que está pasando en la relación entre Colombia y Perú es producto de años de descuido del país sobre esa frontera y de un modelo de administración centralista.Londoño, al igual que Borda, también destacó que, producto de ese descuido institucional, Perú ha ido ocupando de facto una isla que hasta el 9 de junio no estaba asignada a ningún país, y señaló que los vecinos fueron llevando a ese lugar escuelas, pobladores, servicios y autoridades. Todo eso sin revestir importancia desde el lado colombiano. Ahora bien, la reacción del presidente Petro, aunque equivocada en las formas por la subutilización de las vías diplomáticas y la maximización del uso de la plataforma X para sentar posturas, no es vista del todo mal por los analistas. Lo positivo que ha hecho Colombia en medio de este impase internacional es que no ha reconocido los intentos de Perú por crear autoridad formal sobre la isla y eso le permite distribuir mejor su juego de cara a una posible controversia internacional. Pero este blindaje dado por la postura firme de no reconocer las acciones de Perú sobre Santa Rosa estuvo en riesgo durante una reunión bilateral en Leticia en la era del canciller Luis Gilberto Murillo, en noviembre de 2024, cuando el representante de Perú solicitó que se diera un espacio para que el alcalde de la isla de Santa Rosa se dirigiera a los asistentes.Dice Borda que, en ese momento, el funcionario de la Cancillería de Colombia se negó a dejarlo hablar, argumentando que, si eso ocurría en un acto binacional, automáticamente se podría inferir que el Gobierno colombiano reconocía al alcalde de Santa Rosa y, por ende, la propiedad de Perú sobre ese territorio. Esta historia termina con que, días después, Murillo desautorizó al representante de la Cancillería y le pidió excusas a Perú. Este episodio está tan marcado en la memoria del Gobierno peruano que ha sido citado por varios analistas de ese país, como Francisco Belaúnde para el diario El Comercio, en el que aseguró que “el año pasado un funcionario colombiano hizo una expresión similar, y la Cancillería colombiana ofreció disculpas”, haciendo referencia a esa situación y a las flaquezas de Colombia en la defensa de su soberanía en esa frontera. En conclusión, Colombia está al borde de una disputa internacional que podría regresar a ambos países hasta 1922, cuando todo empezó. Las declaraciones de Petro y del ministro del Interior, Armando Benedetti, que dice que la cosas se “pueden poner feas”, sumadas a las férreas posturas del Gobierno peruano, vaticinan el conjuro de un coctel letal para la relación de ambas naciones. La reunión de septiembre, en Lima, es crucial para pactar una salida amistosa antes de llegar a la Corte Internacional de Justicia.

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