Detrás del atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, del Centro Democrático, está la sombra de un peligroso criminal sobre el cual cada vez se conocen más detalles de su violenta vida delictiva. Élder José Arteaga, alias el Costeño, pasó de trabajar en una barbería al tráfico de drogas, y de ahí a montar una peligrosa oficina de sicariato, en una red que ha llegado a otros países. Los asesinos a sueldo incluso cometían homicidios en otras ciudades. SEMANA revela documentos reservados de la Fiscalía, hasta ahora desconocidos, que reconstruyen el historial criminal del Costeño, su participación directa en homicidios, lo que se convierte en un prontuario que lo tiene contra las cuerdas. Élder José Arteaga está arrinconado no solo por el atentado contra Uribe Turbay, sino por otros homicidios.Los expedientes han revelado datos escandalosos. Su oficina ha matado a más de 40 personas en los últimos años. Uno de los crímenes que pone sobre la mesa la peligrosidad de esta estructura de asesinos a sueldo, que se enquistó en el barrio El Muelle, en la localidad de Engativá en Bogotá, es el de un empresario mexicano en Medellín, en pleno parque El Poblado, cuando el sitio estaba lleno en medio de un partido de la selección Colombia.También hay crímenes cometidos en su propio barrio, en El Muelle, muy cerca del aeropuerto El Dorado. Estos tienen más que ver con la cruzada de sangre que emprendió para quedarse como amo y señor de los negocios ilícitos en la zona y hasta para cerrar deudas.Los testimonios recaudados por la Fiscalía dejan claro que el Costeño tenía nexos con las disidencias de las Farc, a quienes les compraba la droga que vendía en El Muelle, y hasta se ufanaba de sus relaciones con los cabecillas de estas organizaciones. Se investiga si el pago por el atentado contra Uribe Turbay habría sido con droga.El asesinato del mexicano Las confesiones de quienes fueron los cómplices del Costeño en el atentado contra Uribe Turbay han venido desnudando su actuar criminal. Uno de los casos que más ha llamado la atención de la Fiscalía fue justamente un asesinato a domicilio en Medellín.Hasta esa ciudad viajó con su socio criminal, David Acosta, alias David o el Caleño, quien se encuentra preso. En principio, se hablaba de una URI desde donde daba las órdenes, pero ya está confirmada su ubicación en una cárcel de Acacías, Meta.El crimen se cometió el 30 de junio de 2024 contra un empresario llamado Horacio Pérez Ledezma, de 54 años, baleado en un restaurante en el reconocido sector de El Poblado. La reconstrucción de los hechos ha sido impecable. En cámaras de seguridad no solo quedó evidenciado el crimen, sino que las autoridades en la investigación han hecho seguimiento al Costeño, su socio –el Caleño– y a dos jóvenes sicarios desde su llegada a Medellín, dos días antes de cometer el crimen. El asunto ha dejado sorprendidos a los investigadores, quienes han visto claras similitudes entre el crimen de Miguel Uribe Turbay y el de este empresario. El Costeño estaba presente durante todo el operativo y lo planeaban con un par de días de anticipación. Los sicarios eran movidos en motos y siempre usaban personas muy jóvenes para cometer los crímenes. Uno de ellos era de nacionalidad venezolana.Los documentos en poder de SEMANA reconstruyen en detalle cómo ocurrió el homicidio: “Siendo las 15:36 horas, la central de comunicaciones 123 informa: a la Clínica Medellín ingresa un ciudadano de nacionalidad mexicana, lesionado por arma de fuego, hechos ocurridos cuando este departía con más ciudadanos de su misma nacionalidad, en el establecimiento de razón social Guzmán y Mezcal, ubicado en El Poblado. Llegan dos sujetos en una motocicleta, el parrillero desciende de la misma, camina unos metros hacia donde estaba la víctima y dispara sin mediar palabras quedando la víctima lesionada. Lo auxilian trasladándolo hacia el centro asistencial y fallece por la gravedad de las heridas”.En este caso, también salieron tranquilos el Costeño y su socio, el Caleño, y los capturados fueron los jóvenes cómplices. “Por medio de seguimiento de las cámaras del 123 y LPR, la motocicleta NKD color blanco de placas KHN70D, en la que se movilizaban los indiciados, fue ubicada por unidades policiales de la estación de Itagüí, la cual era conducida por un ciudadano, donde sus características físicas, morfológicas y prendas de vestir coinciden con la persona que conducía esa misma motocicleta, en los hechos donde resultó lesionada la víctima”, se lee en el informe.También cayeron dos sujetos más que se movían en carro. “Se capturaron otros dos ciudadanos más, quienes se movilizaban en un vehículo Logan color gris en el peaje de la variante Las Palmas”. Este carro era el que justamente había dejado al Costeño en el hotel al llegar a Medellín.Las cámaras de seguridad, del mismo modo como ocurrió con el atentado contra Uribe Turbay, detectaron el carro que movilizaba al Costeño, el mismo Logan identificado por las autoridades después del crimen. Este lo dejó en el hotel donde se alojó, y hay imágenes del Costeño registrándose allí con los dos jóvenes que asesinaron al ciudadano mexicano. Incluso llevaban un perro bulldog en sus maletas.Más descarado aún fue alias David, el socio criminal del Costeño. Las imágenes lo ubicaron llegando en un vehículo Hyundai al hotel, pero en este caso iba acompañado por su familia. En las imágenes se ve con su pareja, una menor de unos 7 años de edad y otras dos mujeres.Al hacer un cotejo de las imágenes de alias David en el hotel en el que se alojó, “podría inferirse, de acuerdo con la diligencia de declaración jurada tomada al testigo antes descrito, que podría tratarse de la misma persona a la que identifica como un ‘líder’ en lo que parece ser una presunta organización delincuencial dedicada a cometer diferentes delitos, entre ellos homicidios bajo la modalidad de ‘sicariato’, tráfico o porte ilegal de armas de fuego, tráfico de sustancias estupefacientes. Siendo su punto de organización y dirección criminal la localidad de Engativá”.Los hoteles en los que estaban alojados el Costeño, alias David y sus cómplices quedaban a unas cuadras, y la misma tarde en que llegaron a la capital antioqueña fueron detectados los cuatro miembros de la banda caminando y cuadrando todos los detalles del asesinato que cometerían al día siguiente.Precisamente, un día después, al parque El Poblado llegó el ciudadano mexicano acompañado por otros cuatro hombres de ese país y cuatro mujeres más. Todos vestían camisetas de la selección Colombia, uno de ellos con la bandera de México. Señala el informe que los sicarios pasaron varias veces campaneando para cuadrar los detalles del crimen. El joven que viajó con el perro bulldog paseó por el parque con el canino. Las imágenes también identificaron al Costeño y a David en el lugar.Sobre las 3:30 de la tarde dispararon contra Horacio Pérez Ledezma. El asunto fue tan descarado que el Costeño, quien estaba campaneando en la zona, se acercó al cuerpo del mexicano como pretendiendo auxiliarlo, pero con la verdadera intención de confirmar que el crimen se había perpetrado. Hasta ayudó a cargar el cuerpo para la asistencia médica.El Costeño tenía claro, y así lo narró uno de sus compinches, hoy testigo protegido, a las autoridades, que el mexicano tenía un reloj de más de 100 millones de pesos y también se lo robó: “Me acuerdo que me contó que tenía que quitarle el reloj al mexicano luego de matarlo. Esa era una prueba de que el trabajo sí lo habían hecho porque, según él, ese reloj era costoso o algo así, en oro rosado. Era de una marca fina y muy costosa; supuestamente por ese reloj les iban a pagar 120 millones, aparte del pago del homicidio”.Alias David, luego del crimen, muy tranquilo fue y recogió a su familia en el hotel y tomó camino hacia Bogotá. El Costeño también entregó la habitación el domingo, aunque tenía pago hasta el día lunes. Los dos sicarios fueron capturados y dejados a su suerte, como acostumbraba a hacerlo el Costeño.El informe no deja duda de la peligrosidad de la oficina de sicarios que se enquistó en El Muelle, en el occidente de Bogotá: “Estos sujetos delinquen en diferentes ciudades, como en este caso de Medellín; evidencian la capacidad y organización delictiva que pueden ejercer no solo en el área urbana de Bogotá, donde se ha logrado establecer que sería su centro de operaciones delictivas, sino que también este hecho que atentó contra la vida e integridad de un ciudadano de nacionalidad mexicana refleja el desprecio por la vida no solo de connacionales en el territorio nacional, sino que trasgrede fronteras, como en este caso con una diversidad de acciones premeditadas y roles definidos en este grupo de sujetos que atentaron contra el hoy occiso”.Otros crímenes El asesinato del ciudadano mexicano Horacio Pérez demuestra la capacidad de la oficina de sicarios del Costeño de operar incluso en otras ciudades. En su propio barrio, El Muelle, también fueron identificados crímenes cometidos por Élder José Arteaga para hacerse con todo el negocio ilegal del microtráfico en esta zona de la capital del país.El testimonio de un testigo secreto de la Fiscalía, revelado por SEMANA, dejó claro uno de estos hechos. “Ya se rumoraba que Chipi (el Costeño) estaba trabajando en una oficina de sicarios. Yo mismo lo corroboré cuando mataron a un amigo mío que conocíamos como Topo; él se llamaba Felipe Colmenares. Me acuerdo de que Topo salió de la cárcel hace como un año; él había delatado a David para poder salir de la cárcel, lo delató con relación a la venta de bazuco de los venezolanos que le trabajan a David y que tienen el control de eso. La muerte de Topo en la avenida de Engativá o por la avenida Mutis (…) en ese homicidio estuvo metido Chipi”, contó el testigo. El asesinado recibió cuatro tiros con arma de fuego.Hay un tercer homicidio en el que se identifica la participación del Costeño o Chipi, como lo denominan en el barrio El Muelle. Esta vez se trata de un joven de 27 años llamado John Erik Castiblanco. En este caso fue asesinado justamente en una barbería, el otro negocio del Costeño, con tres disparos letales en la cara.“Hay otro homicidio que sé que ellos cometieron, me refiero a Chipi y David; fue el de Jhon Erik. Esa vuelta fue porque Chipi robaba motos con Jhon Erik. Ellos preferían que fueran de alta gama, pero Chipi se estaba aprovechando. Una vez recuerdo que se robaron una moto, no sé en dónde, y Jhon Erik le reclamó a Chipi porque no le dio la parte de un pago por el robo. A Chipi no le gustó porque lo desafió y, como a los cinco días, lo mataron en una barbería ahí en Engativá. Fue un muchacho que le dicen alias Bolívar, otro de los sicarios de Chipi y David”, se lee en el testimonio que deja ver cómo asesinaban sin pudor.La fuente de la Fiscalía, en su narración, deja plasmado el mínimo respeto que tenía por la vida alias el Costeño, a tal punto que sin inmutarse ordenó el asesinato de quien era su socio. “Él siempre era muy rayado con todo el mundo, desconfiaba de todo el mundo y andaba muy prevenido de la gente, pero cuando se enfarraba me contaba sus vueltas. Él me dijo literalmente de la muerte de Jhon Erik: ‘Ya me quité ese dolor de cabeza, ya mataron a ese man’. Estaba haciendo alusión a la muerte de él como si nada. Él era del barrio El Muelle”.
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