España no tiene que pedir perdón

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Absurdo e innecesario pedir perdón por un acontecimiento histórico que sucedió hace más de 500 años. Más aún cuando se trató de una gesta admirable si lo miramos con ojos de los siglos XV y XVI. La osada misión que aprobó Isabel la Católica, reina visionaria, ejecutiva, sensible, humanitaria, no tenía fin distinto a surcar el océano en busca de nuevas rutas comerciales con China. Ninguna tripulación abordó unas naves precarias ni arriesgaron sus vidas, guiados con el sanguinario propósito de aniquilar poblaciones nativas –que ni conocían que existieran–, como vocifera Petro en sus discursos incendiarios, cargados de insultos, incongruencias y falsedades históricas.“No podemos celebrar a los genocidas que trajeron la sangre”, disparó en una jornada propicia para la alegría, el orgullo compartido y la unidad.Debería darle pena repetir tantas barbaridades que solo denotan una triste mezcolanza de ignorancia académica y un rancio odio desproporcionado y ridículo. Algún maestro de primaria debería indicarle que tan castellanos eran los que capitaneaban las carabelas como los remeros, muchos reclutados en las levas, que soportaban las extremas condiciones de las travesías de entonces.Ahora que le ha dado por repetir que los colombianos vienen de los árabes, también deberían explicarle que una cosa es la verborrea política que tanto prodiga y otra distinta el relato de la Historia.Los árabes conquistaron casi toda la península ibérica y permanecieron ocho siglos hasta que los Reyes Católicos los derrotaron en 1492. Musulmanes y cristianos libraron incontables batallas a lo largo de los siglos y dejaron joyas como la Alhambra o la mezquita de Córdoba.Y aunque Petro prefiere no mencionarlo en estos momentos, en 1492 desterraron a todos los judíos, con más crudeza que a los mahometanos, porque no les permitieron quedarse.Para su información, en aquella época de brutalidades y esclavitudes en todo el mundo, lo más parecido a los derechos humanos lo aportó Isabel de Castilla con sus Leyes de Indias, que declaró súbditos a los indígenas, equiparándolos a los españoles. Por supuesto que en los virreinatos hubo abusos. Si en la Colombia actual el Estado no llega a zonas apartadas, cómo pretender que hace 500, 400 o 300 años y con el mar de por medio, todos los que arribaban a tierras americanas iban a respetarlas con fidelidad, como pretendió la monarca.Tampoco los nativos eran unas mansas palomas. Los caribes eran temidos por su belicosidad, los mayas cortaban cabezas de niños y mujeres para ofrecer su sangre a los dioses, y los incas esclavizaban, torturaban y masacraban a sus rivales.Solo con el respaldo de los indígenas que sufrían la barbarie de los caciques dominantes puede entenderse la expansión española en aquellos tiempos. Unos pocos caballos y unos arcabuces, sumados a una tropa minúscula, acosada por enfermedades tropicales y ataques por todos lados, jamás hubiesen logrado adueñarse de territorios hostiles de no haber alcanzado esos pactos.También es distorsionar la Historia pintar a Simón Bolívar como un desarrapado. Rico heredero, pertenecía a la alta sociedad criolla y se codeó con la aristocracia española. Su indiscutible liderazgo y la geopolítica del momento le permitió sellar acuerdos con las naciones enemigas de España para sacarla de los virreinatos.Encuentro, por tanto, una estupidez supina seguir reclamando perdones y echar culpas a los españoles de problemas actuales. Victimizar a los indígenas, tanto por la Conquista como por los colombianos que les sucedieron, no hace sino condenarlos al atraso eterno. Y ese cuento de que Colombia es el corazón del mundo y existía civilización antes que en otro lugar del globo terráqueo, es otra visión populista, digna de concurso de belleza, destinada a arrancar vítores en los mítines petristas atiborrados de fanáticos. Los magníficos pictogramas de La Lindosa, que podemos visitar, y los que existen en el Chiribiquete, que ojalá permanezcan en las profundidades de la manigua sin turismo alguno que las profane, son patrimonio universal que este Gobierno no ha sabido proteger. Ya acabaron en el Guaviare con la zona de amortiguamiento del Parque Nacional y es una vergüenza el nulo mantenimiento de los petroglifos de La Lindosa. Sería mejor que Petro presumiera menos y trabajara más para salvaguardar tamaño tesoro.Si las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira, aún más antiguas, tuvieron que cerrarlas al público y hacer una copia en un paraje cercano para que la gente aprecie una maravilla del paleolítico, es evidente que las llaneras exigen un cuidado que no se les brinda.Como Petro se la pasa viajando, la próxima vez que vaya a Europa debería darse una vuelta por la sierra de Atapuerca, donde descubrieron restos humanos de más de un millón de años. De pronto deja el lapicito y las irrisorias explicaciones matemáticas e históricas, y se pone a trabajar en serio. Para eso lo eligieron.

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