Los riesgos de comprar y vender motos usadas: ¿es mejor hacer el negocio en un concesionario o entre particulares?

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El vibrante sector de las motocicletas en Colombia, motor de movilidad y oportunidad para millones de personas en el país, enfrenta un desafío estructural crítico: la informalidad predominante en la compraventa de vehículos usados. A pesar de su innegable impacto positivo en la economía y la sociedad, la disparidad entre los nuevos registros y los traspasos formales de motos de segunda mano revela una brecha que expone a compradores y vendedores a riesgos significativos.Colombia vive una revolución en dos ruedas, pues las motocicletas se han convertido en un pilar fundamental de la economía, la movilidad y la igualdad para millones de colombianos.Cifras oficiales de RUNT y ANDI-Fenalco lo confirman: el parque automotor asciende a 19.86 millones de vehículos, de los cuales el 62% son motos (12.33 millones), evidenciando su dominio. Para millones, la moto es una herramienta socioeconómica esencial. Un estudio de la ANDI realizado en septiembre de 2024, reveló que el 91 % de los compradores de motos nuevas pertenecen a estratos 1, 2 y 3, con ingresos entre 1 y 3 salarios mínimos.Las motos son una opción que permite la autoempleabilidad y el sustento familiar (el 56.2% son empleados y 17% independientes), ofreciendo una solución de movilidad ágil, eficiente y económica. El 77.3% las usa para sus desplazamientos diarios.El crecimiento del mercado de motos se vincula a una profunda transformación social. Según Walther Carvajal, CEO de WCAR, el fenómeno de la moto se ha convertido en un tema de igualdad social y de géneroEl mismo estudio de la ANDI indicó que el 29.4% de los usuarios son mujeres. “Cada vez el país es más motero. (...) Ya no solamente son los hombres los que están comprando motos, sino que cada vez son más y más mujeres las que se están metiendo en este mundo”, indicó Carvajal, señalando que este cambio refleja cómo la moto empodera y genera autonomía.A pesar de este impacto positivo, el dinámico mercado de motos enfrenta un desafío estructural crítico: la alarmante informalidad en la compraventa de vehículos usados.La falta de reglas claras expone a compradores y vendedores a riesgos y pérdidas significativas. Según datos oficiales de RUNT para 2024, mientras se matricularon 816.513 motos nuevas en el país, solo se realizaron 588.090 traspasos de motos usadas.Esta disparidad resulta preocupante: si bien entran cientos de miles de motos nuevas anualmente al parque automotor que eventualmente serán usadas, la cifra de traspasos formales es notablemente inferior a lo que se esperaría de un mercado de segunda mano tan vasto. En este sentido, Carvajal estima que las transacciones formales en motos usadas “no llegan ni al 5%”.Esta informalidad genera riesgos para el comprador, como vicios ocultos, fallas mecánicas, fraudes documentales y un historial desconocido.Entre tanto, para el vendedor implica vulnerabilidad a estafas o la responsabilidad por trámites incompletos. En este escenario de alto riesgo, la confianza es el bien más escaso, y se vuelve imperativa la necesidad de un tercero que brinde verificación.La creciente comercialización de motos online: desafíos y oportunidadesLa digitalización ha impulsado la comercialización de motos online, con plataformas o “marketplaces” buscando mediar y conectar a compradores y vendedores.Sin embargo, su modelo se limita a la publicación de anuncios, sin asumir responsabilidad sobre el estado del vehículo o la seguridad de la transacción. El comprador y el vendedor siguen asumiendo la mayor parte del riesgo; la digitalización por sí sola no garantiza la tranquilidad.

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