Un borondo vibrante por el pabellón 17 de la FILBo, de editoriales independientes, el más creativo y transgresor

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Verdades inevitables: la muerte, la necesidad de pagar impuestos y el hecho de que el pabellón más emocionante en la Feria Internacional del Libro de Bogotá es el de editoriales independientes. Por eso, SEMANA se planteó transmitir la electricidad creativa que se respira por sus pasillos. Ahora, no es el único foco de libros imperdibles en el vasto evento que es la FILBo, y por eso integramos propuestas que comparten una visión del libro como vehículo de sabiduría, diversión, ficción, pero también obra artística.El borondo por el pabellón 17 de Corferias ofreció tesoros en forma y formato desde el inicio, empezando por el stand de Caín Press. Su oferta es estimulante en ilustración, en fotografía y en narrativa, pues también abre su espacio a editoriales como Gráficas Molinari y Réplica, que sorprende con una curaduría fotográfica y formatos diferentes de lectura (por ejemplo, en una revista que en su formato replica un pícnic). El de Caín es un espacio dinamizado por creaciones vibrantes, como la de John Anderson Hurtado, cuya primera novela, Tunda, reseñamos y que regresa con su nueva narración, Mamá Verónica. Por su trazo y su disposición, también cautivó la novela ilustrada holandesa Puertas adentro, sobre los conflictos estéticos, psicológicos y morales de los artistas en el siglo XXI (un regalo perfecto para la sobrina artista o, confiéselo, para usted mismo).Sobre ese espacio que es el pabellón de independientes, Francisco Toquica, de Caín Press, señala que “tener el Pabellón 17 como espacio exclusivo para editoriales independientes en la FILBo no es solo una decisión logística: es un reconocimiento necesario. Significa contar con un lugar propio dentro de una de las ferias más grandes de América Latina, con condiciones específicas para quienes históricamente han tenido menos espacio, menos presupuesto y menos visibilidad. Este logro no llegó de la nada. Es el resultado de años de organización, conversaciones y acuerdos entre proyectos editoriales que entienden que lo colectivo no es un lema, sino una forma concreta de incidir. Agruparse ha permitido ocupar un lugar que, de otro modo, seguiría reservado a los de siempre”.

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