El sucesor del sollado

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En el Vaticano, con la muerte del papa Francisco, se prepara el cónclave para elegir a su sucesor, que será también el sucesor de Pedro, mientras en Colombia se impone elegir al sucesor no de Pedro, sino de Petro. Gustavo Petro no está muerto, pero no puede seguir en el cargo, después de la acusación de drogadicción que le lanza Álvaro Leyva. Debe renunciar y recluirse en la Clínica Montserrat. El presidente trata a los ciudadanos como si fueran oligofrénicos cuando responde queél es adicto al café y adicto al amor. Por supuesto, Leyva habla por la herida, pero todo en política se hace por interés o por venganza. En este caso, Leyva tiene razón porque existe una manera simple de desmentirlo, si la acusación fuera falsa: un examen de sangre que demuestre que Petro no tiene residuos de bazuco, cocaína u otros estupefacientes. Petro se niega a ese procedimiento.En este cónclave, los cardenales somos todos los colombianos. Se debe elegir al sucesor del sollado. Debemos exigir la renuncia de un enemigo de la patria y de un traidor a la izquierda, aunque su sucesora, Francia Márquez, no es vista favorablemente por la mayoría, pero es la señalada por la Constitución. Miles de colombianos de izquierda han sido asesinados a lo largo de decenios por agentes estatales; por ejemplo, los miembros del partido legalmente autorizado llamado la Unión Patriótica. El primer presidente de izquierda de la historia, en lugar de honrar su sacrificio, lo mancilla y lo ultraja dedicándose al consumo de estupefacientes. Cambió su deber de recordar la memoria de las víctimas de los falsos positivos, jóvenes inermes de Soacha y de otras partes vilmente asesinados, por el consumo de cocaína. Eso no es irresponsable, es la traición máxima. Ni un tránsfuga sería culpable del baldón en que se ha constituido Petro para Colombia. En este momento de su gobierno, las críticas contra Petro deberían estar centradas en que dedicó demasiado tiempo a conmemorar a héroes de la izquierda villanamente asesinados, como el magistrado y candidato presidencial Jaime Pardo Leal. En este momento de su mandato, Petro debería haber revelado los secretos que contienen los archivos de los organismos de seguridad sobre el asesinato de tantísimos ciudadanos de izquierda. Es la primera vez en la historia que esos archivos están bajo las órdenes de un presidente de izquierda. En lugar de realizar esas tareas de denuncia histórica, Petro se dedicó al consumo de narcóticos. La villanía no tiene antecedentes entre los jefes de Estado.Un presidente que no está en sus cabales es el responsable de los males que aquejan a las EPS y el responsable de los tratamientos negados y demorados a miles de pacientes, por su prurito de perseguir a las EPS porque son de capital privado. Un presidente que no está en sus cabales no puede ejecutar la tal “agenda progresista”. No podemos permitir que, amparados por la drogadicción del presidente, sus subalternos se sientan autorizados para robar –o para robar más–, aprovechándose de una presidencia acéfala. Además de la renuncia de Petro, debemos exigir una explicación de una junta médica para saber cuándo comenzó la drogadicción, para saber si Armando Benedetti lo volvió drogadicto durante la campaña o si la adicción venía de mucho antes. Necesitamos saberlo porque el candidato Gustavo Petro perpetró un monstruoso fraude en las elecciones de 2022 al ocultar su adicción. Leyva debe decir exactamente dónde estuvo Petro en París, según la inteligencia francesa.Examinemos el paralelo histórico. El presidente es un antiguo guerrillero del M-19. El M-19 se fundó en 1974 para protestar contra lo que consideró el fraude electoral cometido el 19 de abril de 1970 en las elecciones presidenciales, cuando, según los guerrilleros, ganó en las urnas el general (r) Gustavo Rojas Pinilla, pero le fue hurtado el triunfo para reconocer a Misael Pastrana Borrero. Ese fraude pudo haber ocurrido, pero nunca se demostró a ciencia cierta. Ahora, en el gobierno del M-19, verificamos que el presidente del M-19, de manera fraudulenta, ganó las elecciones ocultándoles a los electores su condición de drogadicto.Petro traicionó a los 13 millones de ciudadanos que votaron por él. En la campaña de 2018 no estaba fuera de sus cabales cuando hablaba en público, como sí evidentemente lo está ahora en todos y cada uno de sus pronunciamientos hablados y por X.Pepe Mujica, también exguerrillero, no sería hoy una figura admirada si hubiera llegado a la presidencia del Uruguay para consumir estupefacientes.

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