Grandes lecciones le deja al mundo el golpe de Estado ya consumado en Venezuela. Lo más destacado es que cuando se compra la conciencia de las fuerzas armadas, estas se convierten en cómplices de los gobiernos de facto y en el instrumento de represión que requiere la dictadura para mantenerse en el poder, doblegando por medio de la intimidación del uso de las armas la voluntad de un pueblo que ha decidido hacer el cambio y ser libre.Las fuerzas armadas deben ser la institución legal del Estado para la defensa de la soberanía y de las instituciones, así como para mantener el orden y brindar la protección a los nacionales; estas no son el elemento armado para respaldar regímenes dictatoriales corruptos. Bajo esta situación, la fuerza pública se enfrenta a la población violentando sus derechos, y en el momento en que se cae el sistema, los cabecillas huyen y los militares son juzgados por crímenes y terrorismo de Estado.Se confirma igualmente la estrategia socialista de producir un trasbordo ideológico, adoctrinando a las masas para la defensa de sus maquiavélicos propósitos, acabando con las economías y llevando a la miseria a los pueblos, para así comprar la voluntad de las colectividades, pues estas marcharán al compás que marque la autocracia, frente a la necesidad humana de llenar los estómagos, dominio y esclavitud que logran las dictaduras asignando subsidios y entregándoles migajas regularmente.Una democracia implica la existencia de la separación de poderes, pero cuando el tirano controla todo el Estado y sus instituciones, se cae en la anarquía; es así como al controlar las cortes, el parlamento y la organización electoral, desaparece la democracia y sólo se impone la voluntad del dictador. Con cinismo y desafiando al mundo entero, se efectuó la posesión de un autócrata que pisotea la democracia y desconoce la voluntad de un pueblo que rechazó ampliamente su elección.Quedó demostrado que la izquierda miente para llegar al poder y que una vez logrado su propósito se aferra a él de tal forma que se enquista en la sociedad, corrompiendo las bases de la misma, aplicando la represión indiscriminadamente, generando ambientes de odio, promoviendo la polarización y buscando alianzas perversas para producir temor ante quien intente frenar sus actuaciones corruptas. Las organizaciones internacionales no hacen nada para frenar estas dictaduras, pues “respetan el principio de no intervención”.La Sociedad de Naciones no quiso impedir la carrera armamentista de Alemania, que desembocó en la Segunda Guerra Mundial; la ONU y la OEA no quieren comprometerse frente a la amenaza del socialismo del siglo XXI. Varios países rompen relaciones con las dictaduras, pero prima la dependencia de los recursos naturales; algunos Estados imponen sanciones a países agresores, pero otros los ayudan a baipasear las sanciones. Se requiere replantear el papel de las instituciones obsoletas y burocráticas.Este golpe de Estado sin duda envalentona a la izquierda en el país y en el hemisferio; la lluvia de precandidatos para 2026 debilita la posibilidad de derrotar las cadenas que ha tejido el comunismo internacional para doblegar a Colombia. Estamos a tiempo para darle otro rumbo al país y hacer que brillen nuevamente la libertad y el orden en nuestro territorio.Ojalá que en 2026 no se repita en Colombia la triste historia que están viviendo nuestros amigos venezolanos. Somos dueños de nuestro propio destino. Piensen en el futuro de sus hijos.
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