Colombia se estremeció de dolor, como no lo hacía en décadas, en la despedida de Miguel Uribe Turbay. No porque en el país no sucedan tragedias igual de dolorosas todos los días, sino porque pocas veces la muerte de un hombre logra sentirse como si fuera propia en millones, como sucedió el pasado miércoles. Su partida le arrancó las lágrimas a un país que a veces parece perder la capacidad de conmoverse ante la tragedia. Miguel no solo era un guerrero, como lo inmortalizó la voz de Yuri Buenaventura en la conmovedora salida de su féretro de la Catedral Primada.