¿Y ahora qué? Colombia no se repone del doloroso magnicidio de Miguel Uribe Turbay. Esto es lo que podría venir para el país

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Colombia se estremeció de dolor, como no lo hacía en décadas, en la despedida de Miguel Uribe Turbay. No porque en el país no sucedan tragedias igual de dolorosas todos los días, sino porque pocas veces la muerte de un hombre logra sentirse como si fuera propia en millones, como sucedió el pasado miércoles. Su partida le arrancó las lágrimas a un país que a veces parece perder la capacidad de conmoverse ante la tragedia. Miguel no solo era un guerrero, como lo inmortalizó la voz de Yuri Buenaventura en la conmovedora salida de su féretro de la Catedral Primada. También era un joven líder político cuyo pasado encarnaba lo más oscuro de la violencia en Colombia y cuyo futuro fue truncado por esa misma maldición.Las palabras de su papá, Miguel Uribe Londoño, retrataron ese déjà vu macabro que dejó al país pasmado cuando recordó que “hace 34 años la guerra se llevó a quien fue mi esposa, Diana Turbay. Tuve que decirle a un niño de apenas 4 años, con todo el dolor de mi alma, la horrenda noticia del asesinato de su madre. En esta misma santa catedral, cargué en un brazo a Miguel y en el otro el ataúd de su mamá”. Diana Turbay no sobrevivió a un intento de rescate tras meses de estar secuestrada por el grupo narcotraficante de los Extraditables, liderado por el temido Pablo Escobar. No se trató de un plagio cualquiera, sino de un plan selectivo liderado por el capo para presionar la caída de la extradición en Colombia. Miguel Uribe Londoño aseguró que la guerra, que había tocado las puertas de su familia hace 34 años, lo ponía ahora en la posición de acompañar a su nieto, también a los 4 años de edad, a despedir a su padre, y a él a su hijo, el mismo “niño que se convirtió en un hombre bueno”. El mismo simbolismo lo representa la hermana del senador, María Carolina Hoyos, quien perdió a su mamá por la guerra y a su abuela hace un mes. El legado de solidaridad de Nydia Quintero, tras 50 años de ayudar a los colombianos más vulnerables y de haber criado a sus nietos, pero especialmente a Miguel, que vivió con ella, está más vivo que nunca. Hoyos, quien lidera la fundación de la ex primera dama, no canceló la tradicional Caminata de la Solidaridad, que, a pesar del dolor, se hará este fin de semana. Las nuevas generaciones quizás nunca habían vivido un evento tan trágico, conmovedor y trascendental como este magnicidio. Un duelo colectivo tan profundo que provocará tantas consecuencias emocionales y políticas. La imagen de Alejandro, el hijo adorado de Miguel Uribe Turbay, dejando una rosa blanca en su ataúd no la olvidarán jamás los colombianos. Pero el país tampoco había vivido un estallido de fe tan grande como el que antecedió al fallecimiento de Miguel Uribe Turbay, ni un anhelo colectivo de un milagro por la vida al que tantos se sumaron con sus velas, rosarios y oraciones. Colombia, en esos dos meses, gracias a los mensajes sin odio ni venganza de la familia del senador, su esposa, María Claudia Tarazona, y del doctor Fernando Hakim, experimentó una explosión de esperanza, que se desvaneció con la devastadora noticia de la partida del líder político el lunes pasado. Pocas veces los acontecimientos de dos semanas cambian la historia de un país y marcan su rumbo político. En Colombia, en 1985, ocho días después del holocausto del Palacio de Justicia, surgió la tragedia de la desaparición de Armero por la erupción del volcán Nevado del Ruiz. Ambos episodios, uno tras otro, son imborrables en los libros de historia.La dimensión de lo ocurrido en los últimos 15 días también va a tener consecuencias políticas que perdurarán por años. Solo transcurrieron diez días entre la sentencia contra Álvaro Uribe Vélez y la muerte del precandidato Miguel Uribe Turbay. El fallo contra el expresidente tiene implicaciones históricas al ser la primera vez que un mandatario es condenado penalmente. El general Gustavo Rojas Pinilla fue juzgado por el Senado, pero su caso nunca pasó después a la Justicia. El magnicidio del senador y precandidato presidencial, por otro lado, no solo evocó uno de los periodos más oscuros en la historia de Colombia que pocos creían que se podía repetir, sino que cambió el sentimiento nacional y el ajedrez político. Sobre lo primero, se podría decir que Colombia retrocedió más de 30 años en su historia y revivió hechos que no quisiera repetir. El asesinato de Miguel Uribe Turbay volvió a traer a la memoria los crímenes que a finales de los años ochenta y principios de los noventa sacudieron los cimientos de la democracia en el país y que desembocaron en la Asamblea Nacional Constituyente, de la que emergió la carta de 1991 que hoy nos gobierna. El clímax de esa ola de violencia tuvo lugar también antes de una campaña presidencial, cuando en menos de 12 meses fueron asesinados tres candidatos, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, en un frenesí de muerte que el país ya creía superado y que ahora produce el mismo clamor: nunca más. Hoy la pregunta que todos los colombianos se hacen es: ¿y ahora qué? Hay varias preocupaciones sobre la mesa. La primera y más apremiante es si un hecho de esta dimensión puede volver a repetirse y si el Estado está en capacidad de evitarlo. Tras el atentado contra Miguel Uribe Turbay, la seguridad de los candidatos ha sido reforzada, según el director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez. Las dinámicas de las campañas seguramente cambiarán. El temor de que algo así pueda volver a suceder está latente. Y lo que más puede disuadirlo es que exista justicia y verdad. Hoy hay evidencias de que el Estado conocía de estas amenazas, y está claro que Miguel Uribe Turbay no fue protegido lo suficiente, como lo reconoció en SEMANA el ex alto comisionado para la paz Sergio Jaramillo. De hecho, la familia del candidato hizo público que este había pedido a la UNP reforzar su esquema de seguridad decenas de veces. Rodríguez aseguró que no se debilitó el esquema del precandidato el día del atentado, el pasado 7 de junio. Sin embargo, serán la Procuraduría y la Fiscalía quienes tendrán la última palabra.También hay que reconocer que el caso ha tenido una eficiencia judicial inusitada en Colombia. Ya van seis capturados, incluido el menor de edad autor del atentado; alias el Costeño, el que lo contrató; alias Gabriela, la mujer que llevó el arma, y los conductores de los vehículos que utilizaron para el magnicidio. Pero falta lo más importante, determinar con certeza al autor intelectual del crimen. En un primer momento se habló de dos hipótesis: Iván Mordisco o la Segunda Marquetalia, al mando de Iván Márquez, quien, según informaciones de la Justicia, se esconde en Venezuela bajo protección de Nicolás Maduro. Tras la muerte de Uribe Turbay, el Gobierno confirmó que el Zarco Aldinever, el que hasta ahora era uno de los más probables responsables del magnicidio, había sido dado de baja en Venezuela, lo cual le pone un cáliz misterioso al tema. El presidente Gustavo Petro también puso los ojos en el ELN. Aseguró que “también está asesinando colombianos. Es probable, no puedo afirmarlo, que sea el autor del asesinato del senador Miguel Uribe Turbay”. A diez meses de la primera vuelta presidencial y a ocho de los comicios parlamentarios, la realidad es que el panorama político cambió radicalmente. El Centro Democrático perdió al candidato que probablemente iba a representarlo. Era no solo el favorito de Álvaro Uribe, tal como lo reconoció en la Universidad de Harvard a comienzos de 2024, sino también de las encuestas. Como si fuera poco, el Centro Democrático, el primer partido en declararse en oposición a Petro, hoy navega sin su principal capitán: Álvaro Uribe. Él permanece encerrado en su finca en Rionegro, pues está cobijado con casa por cárcel tras el fallo en primera instancia. En el corazón del uribismo no hay certeza sobre qué pasará, le reconoció a SEMANA el exsenador José Obdulio Gaviria. “Todo es incierto”, dijo.Álvaro Uribe convocó para este fin de semana un encuentro virtual con las bancadas de Senado y Cámara para hablar de la estrategia de cara a 2026, pero la cita no está confirmada. Los directivos de ese partido quieren saber qué pasará con las banderas de Uribe Turbay tras su asesinato, y la respuesta aún no está resuelta. Miguel Uribe Londoño, el padre del joven político que fue cabeza de lista al Senado en 2022 y se alzó con 223.167 votos, pronunció un discurso sentido en la Catedral Primada y le entregó las banderas de su hijo a Uribe Vélez. “Doctor Uribe, usted y su partido respaldaron las ideas de un gran líder. Hoy se las devuelvo a ustedes y a toda Colombia para emprender la lucha más grande de todos los tiempos, para el restablecimiento de la paz en nuestro país”, expresó. El discurso tuvo una carga emocional grande, pues le lanzó varias pullas a Petro, a la seguridad en Colombia y generó reacciones políticas porque se refirió a las elecciones del próximo año. “Tenemos una oportunidad única de frenar esta locura en 2026, no la desaprovechemos. Solo así tendrá sentido esta causa”, destacó.Uribe Londoño se pronunció otra vez a través de un video en el Congreso Empresarial de la Andi, donde dijo: “Esta guerra tiene culpables y responsables. No tenemos duda de quién la promueve, quién la permite. Tenemos que plantar cara frente a esto y decir no más, no más, no más”.¿Quién tomará las banderas de Miguel Uribe Turbay? En los círculos políticos de derecha reina la especulación. Un sector cree que, a juzgar por los dos discursos más recientes, podría ser su papá, un hombre de 72 años, lúcido, que sabe de política. Se rumora que podría ser, eventualmente, un aspirante presidencial o encabezar la lista al Senado por el Centro Democrático. Él no ha confirmado ni descartado esa posibilidad, pues está dedicado a soportar y enfrentar la pérdida de su único hijo, que ha sido devastadora. También se menciona la posible incursión de María Claudia Tarazona. Su temple, firmeza y un discurso sereno pero contundente, que toca fibras y despierta la solidaridad de los ciudadanos, ha llevado a algunos sectores a ponerla en la baraja presidencial. Ella descartó la política en una entrevista que concedió recientemente, pero solo el tiempo, las cifras de las encuestas y el empujón de los seguidores de su esposo desde hace 11 años pueden motivarla a saltar al escenario público o, al contrario, huir de él.Miguel Uribe Turbay es irremplazable. En su corriente política, que empujó su precandidatura presidencial, no hay quien lo sustituya, al menos en las urnas. Andrés Forero, representante a la Cámara del Centro Democrático, era su más fiel escudero y amigo cercano, y es otro de los que suena como eventual sucesor. Consagrado parlamentario, líder de la oposición en temas álgidos como la reforma a la salud, ha logrado ganarse un espacio y respeto entre los electores. “No es el momento para hablar de eso; ya llegará ese día”, le dijo a SEMANA. Andrés Barrios, concejal de Bogotá, quien forma parte del equipo de Uribe Turbay y estuvo a su lado cuando el sicario atentó contra su vida en Fontibón, dijo que el norte lo marcará la familia del senador. “Fui un soldado al lado de Miguel Uribe e iré hacia donde ellos vayan. Estamos haciendo el duelo. Vendrá el tiempo de secar nuestras lágrimas y pensar en el capítulo de Colombia”.Miguel Uribe Turbay fue sepultado el pasado miércoles y resulta imposible pedirle a la familia, que enfrenta un duelo reciente, que tome una decisión sobre el futuro del equipo político del senador. En el Centro Democrático tienen claro que, aun cuando la familia no tiene que determinarlo ya, es probable que la decisión no sea tardía, pues las elecciones están a la vuelta de la esquina, y el petrismo, la principal fuerza política a vencer, empezó a organizarse. Gran parte del equipo político de Miguel Uribe Turbay quedó acéfalo y no sabe qué camino seguir. Varios de sus líderes están examinando su futuro político, porque ya descartaron terminar en las filas de las precandidatas María Fernanda Cabal o Paloma Valencia, quienes tuvieron diferencias públicas con el fallecido senador en medio de la contienda a las presidenciales. Las heridas, al menos hasta hoy, no están totalmente sanas. Tras la muerte de Uribe Turbay, la senadora María Fernanda Cabal confirmó que el candidato único del partido se escogerá entre ella, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra, un escenario donde, sin duda, Cabal tiene una clara opción de triunfar.Pero la totalidad del Centro Democrático no está de acuerdo, pues el candidato más opcionado fue asesinado y alguien debe reemplazarlo. Cabal, sin embargo, sostuvo: “Aquí no puede entrar nadie que no haya estado en el proceso que viene desde hace más de un año. No pueden entrar santistas ni travestis de la política ni camuflados, porque ya fue suficiente”.Cabal reveló que el 23 de julio en Llanogrande hicieron un pacto que apuntaba a que, si Miguel Uribe Turbay salía vivo de la uci, sería el candidato único del Centro Democrático. Pero la familia del hoy difunto no participó.En el Centro Democrático varias voces que hablan bajo la mesa coinciden en que hay una sed de buenos candidatos en el partido, pues, a juzgar por las últimas encuestas, los actuales precandidatos no superan el 5 por ciento. Ante eso, quieren ampliar el abanico. Esta semana sonaron Abelardo de la Espriella y Juan Carlos Pinzón, pero el tema no cayó bien entre los actuales competidores. Ambos visitaron a Álvaro Uribe en Rionegro, pero el expresidente no se comprometió.Como la idea es que el Centro Democrático tenga vocación de poder y le gane las elecciones de 2026 a Petro, no se descarta que en las próximas semanas Uribe tome una decisión radical y amplíe las opciones. O que la familia de Miguel Uribe Turbay proponga un sustituto.No se puede olvidar que Uribe Turbay formó parte del Partido Liberal cuando el expresidente lo invitó a encabezar la lista al Senado por el Centro Democrático. “¿Por qué no puede volver a ocurrir ahora a la presidencia?”, se preguntó un líder importante del uribismo, quien pidió reserva de su identidad.Lo que no está claro aún es el impacto de los dos eventos de los últimos 15 días: la condena de Uribe Vélez y el fallecimiento de Uribe Turbay. Muchos coinciden en que el péndulo debería moverse a la derecha. En todo caso, la última encuesta de Invamer revela que la imagen favorable del presidente Petro subió de 35 a 37 puntos. Más allá de lo que pase en el uribismo, en Colombia todos los sectores políticos se plantean el mismo interrogante tras el asesinato de Uribe Turbay: ¿qué viene?Esa, según el académico Moisés Wasserman, “es la pregunta del millón”. Y planteó varios escenarios posibles, entre ellos el de la necesidad de hacer una unión de todos los sectores que pretenden competir contra el petrismo en 2026, tal como lo propuso el precandidato David Luna.“No pienso que sea posible ni adecuado, porque no hay una unidad de ideas. Creo posible que haya una unidad donde se establezca un respeto a las reglas de juego y erradicar la violencia física y verbal”, expresó. El año que viene será agitado. Varios candidatos de oposición están amenazados (solo en Cambio Radical, 10 congresistas y más de 55 diputados y concejales han denunciado riesgo), y la polarización y violencia en las redes sociales no tienen freno.Más se demoró el cardenal de Colombia, Luis José Rueda, en pactar la no agresión entre Gustavo Petro, las Cortes, la Rama Judicial y otros sectores, para que la agresión y la garrotera siguieran en alza.Como si al coctel explosivo le faltaran ingredientes, se suma la incertidumbre sobre si habrá o no elecciones en 2026. El exvicepresidente Germán Vargas Lleras mantiene sus dudas sobre la realización de los comicios, y Darío Acevedo, exdirector del Centro de Memoria Histórica, lo planteó como uno de los planes de Petro para mantenerse en el poder en el nuevo año.Sea lo que sea, a Colombia le espera un camino de espinas que solo podrá cruzarse con el poder de la institucionalidad, la democracia y la justicia.

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