Así fue como México cambió la forma en que enfrenta los sismos después del devastador terremoto de 1985

Section

Han pasado 40 años desde el terremoto del 19 de septiembre de 1985, que con una magnitud de 8,1 devastó a la Ciudad de México y dejó una huella imborrable en la historia del país. El sismo, cuyo epicentro se registró a unos 400 kilómetros de la capital, en la costa del Pacífico, sacudió durante 90 segundos a una de las urbes más pobladas del mundo y expuso su vulnerabilidad frente a fenómenos de gran magnitud.El gobierno del entonces presidente Miguel de la Madrid reportó oficialmente unas 3.000 muertes, pero estimaciones más amplias elevan la cifra a más de 10.000 fallecidos. El número exacto sigue siendo incierto, aunque lo que sí está documentado es el colapso de unas 200 edificaciones y daños graves en miles más. Hospitales, viviendas, escuelas y oficinas quedaron destruidos en cuestión de minutos.Para el sismólogo Víctor Espíndola, entrevistado por la BBC, la respuesta inicial no vino del Estado: “El 19 y 20 de septiembre quedó en manos de la población civil, que fue la que inició el rescate”. Brigadas de vecinos, estudiantes y trabajadores improvisaron equipos de salvamento que lograron sacar a miles de sobrevivientes de los escombros, en un contexto de autoridades paralizadas y con recursos limitados.El terremoto también reveló una de las principales vulnerabilidades de la ciudad: el terreno donde fue construida. Buena parte de la capital se asienta sobre los antiguos lagos que conformaban el Valle de México, con suelos blandos y saturados de agua que amplifican los movimientos sísmicos.“Esos suelos producen una amplificación brutal, descomunal, del movimiento sísmico, que puede ser de 300 a 500 veces más grande”, explicó a la BBC Víctor Cruz Atienza, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM. Aunque ya se habían registrado sismos fuertes en 1957 y 1979, el de 1985 fue el que dejó en claro la necesidad de un cambio profundo en la manera de estudiar y enfrentar la sismicidad en México.Tras el desastre, se creó un sistema de monitoreo mucho más amplio en la costa del Pacífico, donde la interacción de placas tectónicas genera sismos de gran magnitud. Se instalaron estaciones equipadas con sismógrafos y acelerómetros que permitieron comprender mejor el comportamiento del subsuelo.De esa experiencia nació en 1989 el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (Sasmex), pionero en el mundo, que hoy cubre a más de 25 millones de personas en Ciudad de México, Puebla, Oaxaca, Guerrero, Morelia, Toluca y otras ciudades. El sistema puede emitir una alarma con segundos de anticipación para que la población busque resguardo.En 2025, además, este sistema dará un nuevo paso: la alerta llegará directamente a 80 millones de teléfonos móviles en todo el país, no solo para sismos, sino también para huracanes, incendios forestales e inundaciones, según destacó la BBC.El terremoto también provocó reformas profundas en los códigos de construcción. Según Cruz Atienza, uno de los grandes problemas de 1985 fue que muchos edificios colapsaron por debilidades en sus entrepisos, usados como estacionamientos o comercios, que no tenían la resistencia adecuada frente a las fuerzas sísmicas.Las normas fueron reforzadas, aunque el sismo de 2017 —también un 19 de septiembre— demostró que aún persistían fallas de supervisión y casos de corrupción. “No debió morir tanta gente”, dijo Espíndola a la BBC, al recordar que algunos edificios nuevos colapsaron porque no se respetaron las normas.Más allá de lo técnico, la tragedia de 1985 cambió la cultura ciudadana. Se instauraron simulacros periódicos, campañas educativas en escuelas y una mayor conciencia social sobre cómo actuar en caso de emergencia.Los especialistas coinciden en que, pese a los avances, no se puede bajar la guardia. “Siempre habrá incertidumbre al futuro, pero con todo lo que se ha hecho desde luego que la gente puede vivir más tranquila y con mucho mayor conocimiento de la realidad”, concluyó Cruz Atienza en declaraciones a la BBC. Cada 19 de septiembre, México recuerda a las víctimas con un simulacro nacional que moviliza a millones de personas.

Medio