El encargado de negocios y embajador (e) en Colombia, John McNamara, aseguró en un encuentro con empresarios en Bogotá que el Gobierno de Gustavo Petro debe reactivar las extradiciones con el país norteamericano.Tras la descertificación de Colombia en la lucha contra el narcotráfico, las relaciones entre el país cafetero y EE. UU. quedaron tensas.La administración Trump le exigió más resultados contundentes al jefe de Estado colombiano, que suspendió temporalmente varias extradiciones de narcos capturados.“Pedimos restablecer con urgencia las extradiciones de narcoterroristas, no solo algunas, todas, eliminando las suspensiones actualmente vigentes. Esa es una medida clave para garantizar la seguridad de ambos países”, aseguró John McNamara.#Atento | “Hacemos un llamado respetuoso al presidente a atender decididamente la erradicación y producción de cocaína, a fortalecer las incautaciones con EE.UU. y la comunidad internacional y a restablecer con urgencia la extradición de narcoterroristas”, apuntó John McNamara pic.twitter.com/JoyQV5fTKZ— Diario La República (@larepublica_co) September 17, 2025 Igualmente, le solicitó a las autoridades colombianas aumentar las incautaciones de cocaína y elevar los esfuerzos para la erradicación de cultivos ilícitos.La importancia de la extradiciónLas cortes estadounidenses tienen jurisdicción cuando una conspiración criminal se planea o ejecuta en el extranjero, pero está destinada a introducir drogas en EE. UU. Por lo tanto, esas leyes aplican en la extraterritorialidad, según Global Investigation Review. En el caso del narcotráfico, también los vinculan con lavado de dinero y actos de terrorismo que afectan la seguridad interna del país anglosajón.En las cortes norteamericanas es posible enjuiciar a quienes lideran la movida de la droga y realizar las respectivas investigaciones y desarticular la organización.Además, asumen todos los costos legales y civiles que implica casos de este tipo, impidiendo que sigan dirigiendo operaciones criminales en cárceles de máxima seguridad, como puede no pasar en algunos recintos carcelarios de Colombia.Sin embargo, priva al Estado colombiano de poder juzgar a los implicados por otros crímenes cometidos en el territorio nacional.Igualmente, es un mecanismo que permite complementar el arduo trabajo que hace la Policía Nacional de Colombia y la DEA norteamericana (Administración para el Control de Drogas).El historial de la extradiciónEste pedido por parte de EE. UU. no es el primero desde que la relación bilateral entre ambos países se ha enfocado en la lucha contra el narcotráfico.En 1997, la administración de Bill Clinton le adjudicó la misma medida a Colombia, que estaba precedida por el expresidente Ernesto Samper y cuyo gobierno fue salpicado por la injerencia del Cartel de Cali, caso conocido como el proceso 8.000.Desde la formación del Cartel de Medellín en los años 80, Estados Unidos ve a Colombia como un aliado fundamental en la lucha contra el narcotráfico, declarando la cooperación multilateral como un asunto de seguridad nacional para los norteamericanos.Ya bajo la presidencia de Andrés Pastrana, se firmó un acuerdo de extradición de nacionales, y en el primer gobierno de Álvaro Uribe se empieza a aplicar el Plan Colombia, que hasta 2016 había gastado más de 140.000 millones de dólares en acciones contra este delito.Así bien, la figura de la extradición ha estado presente durante décadas como un arma para combatir crimen organizado e imponer autoridad sobre las estructuras narco.La eficiencia de las medidasEste flagelo no solo ha causado miles de víctimas en Colombia, país con mayor producción de cocaína en el mundo, sino que mueve alrededor de 29.000 millones de dólares en EE. UU., alimentando los múltiples actores en el sangriento negocio de los carteles de la droga, sobre todo en Latinoamérica.Estas cifras se suman a las críticas de varios sectores respecto a la eficiencia del actual enfoque de la lucha contra el narcotráfico, lo que dista sobre el aumento de la producción y el consumo a pesar de los constantes esfuerzos.Además, el país estadounidense ocupa el primer lugar como el mayor consumidor de narcóticos a nivel mundial. Hasta 2022, Estados Unidos tenía más de 49 millones de personas que padecían de algún trastorno relacionado con el consumo de drogas, lo que pone en la mira el cómo gestiona su problema de salud pública.
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