En Colombia, la desigualdad marca las trayectorias de la infancia. Hablar de educación no puede limitarse a cifras de cobertura o a planes curriculares. La verdadera educación debe ser integral, y en esa tarea el arte cumple un papel esencial: despierta la sensibilidad, fortalece la autoestima y abre puertas hacia futuros que de otro modo parecerían inalcanzables.He tenido la fortuna de presenciar lo que ocurre cuando niños y jóvenes, muchas veces señalados por su condición de vulnerabilidad, encuentran en la pintura, el teatro o la música una forma de expresión. No se trata de formar artistas profesionales, sino de ofrecerles un lenguaje para narrar su mundo y proyectar sueños que trascienden la cotidianidad de la escasez.Un pincel puede convertirse en un acto de resistencia. Una obra creada en el aula puede ser el inicio de una vida distinta. Cuando los niños, niñas y jóvenes estudiantes muestran sus creaciones, lo que revelan no es solo talento, sino también la fuerza de comunidades que se niegan a abrazar un camino sin oportunidades.Esa fuerza fue nuestra inspiración para esta alianza estratégica basada en el arte, y de la mano de un aliado con corazón como Petrobras, para fortalecer la formación integral de niños, niñas y jóvenes a través del arte, la lectoescritura y la reducción de la brecha digital.Los cinco colegios de Fe y Alegría en Bogotá: José María Veláz, San Ignacio, Torquigua, Las Mercedes y San Vicente participaron en un proceso creativo en el que los estudiantes transformaron sus aulas en verdaderos talleres artísticos. De este ejercicio nacieron 25 obras que resaltan la cooperación entre Brasil y Colombia.Las obras fueron presentadas en un evento en días pasados en el Colegio Gimnasio Moderno, organizado por la Embajada de Brasil. Durante la jornada realizamos una rifa simbólica de cinco de estas creaciones, con el propósito de recaudar recursos destinados para estos mismos estudiantes, a través de programas pedagógicos y artísticos para fortalecer su educación integral.La rifa mostró algo poderoso: que el arte tiene la capacidad de movilizar voluntades y recursos para sostener programas educativos que necesitan continuidad. Y que, en medio de tantas carencias, la creatividad es también una forma de justicia. “Estas iniciativas abren nuevas puertas hacia un futuro lleno de esperanza y posibilidades, porque la educación y el arte son transformadores de vidas”, compartió Marco Zacarías, director administrativo y financiero de Petrobras Colombia Combustible, la noche el evento y en medio de la emotividad del momento.Con el apoyo de más compañías del sector privado, sería posible ampliar el alcance y beneficiar a un mayor número de escuelas y estudiantes en los próximos años. Esta apuesta busca demostrar que la integración del arte, la tecnología y la lectoescritura puede convertirse en una estrategia efectiva para enfrentar la deserción escolar en Colombia.Al mirar todo lo vivido, no puedo evitar sentir una inmensa gratitud. Este proyecto no solo permitió que nuestros estudiantes brillaran con sus talentos, también me recordó la fuerza del trabajo colectivo y la esperanza que brota cuando creemos en los niños y jóvenes de Colombia. Hoy sé que cada pincelada y cada creación fue mucho más que arte: fue la certeza de que la educación transforma vidas, y que juntos podemos seguir construyendo un futuro lleno de posibilidades.Ojalá este ejemplo se replique en muchos más territorios. Porque cuando el arte se integra a la educación, la deserción disminuye, la esperanza crece y el país gana ciudadanos más conscientes y plenos. Apostarle al arte en la escuela es un derecho. Y reconocerlo así es, quizás, la manera más concreta de empezar a cerrar la brecha que todavía condena a miles de niños y jóvenes a soñar en silencio.
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