El día de los hechos, el 29 de julio de 2024, entre las 10 y 11 de la noche, fueron dos las víctimas: un mayor del Ejército y su pequeña hija de apenas siete años. Los asesinó su propio hijo y hermano, un adolescente que aseguró estaba cansado de los regaños del oficial. Luego de asesinarlos, con más de 200 puñaladas, el menor bajó a la cocina y se lavó las manos manchadas con la sangre de su familia.Su declaración la conoció SEMANA y allí se advierte la violencia del ataque y la frialdad para revelar cómo se lanzó contra su papá y su hermana. “Cuando bajaba iba pensando en apuñalarlo, en ese momento pensé en el cuchillo. Estaba estresado en cuanto al trato que nos tenía a los tres, bravo, porque siempre nos hacía sufrir, a mi mamá, en temas de ellos, de pareja. Eso nos afectó a mí y a mi hermana, más a ellas, no me gustaba”, dijo el menor en su confesión. La madre del adolescente no estaba en la casa. Al parecer, se había salvado del ataque, aunque la Fiscalía tenía otra hipótesis, una que dejó a la mujer como indiciada.La otra cara del asesinatoLa Fiscalía incluyó a la mujer en una investigación por presunta inducción al delito, luego de que algunos testigos hablaran con esa entidad y revelaran detalles que advertían algún tipo de presión. La mujer rindió una declaración y en su relato contradice lo que el menor les dijo a los psicólogos sobre el momento en que ella llegó a la casa, minutos después del brutal asesinato. Por un lado, el menor aseguró que su mamá llegó en estado de embriaguez, le reprochó lo hecho, le gritó varias veces y que esa discusión terminó en forcejeos.La versión de la mujer fue diferente. Advirtió que su hijo estaba en la puerta de la casa, como esperándola, con unos cuchillos en la mano. En su declaración dijo que la amenazó y atacó, por lo que tuvo que pedir ayuda y gritar para que los vigilantes del conjunto residencial actuaran. “Abre la puerta de la casa —creo que estaba pendiente de mi llegada—, me tomó de la chaqueta, del cuello, con sus manos. Me dijo: ‘Perra hijueputa’ (sic), y me pegó con el cuchillo que tenía en la mano izquierda, me pegó en el pecho… Me empezó a jalar duro de mi brazo izquierdo, tratando de meterme a la cocina; me dijo: ‘Cállese y no vaya a gritar’”, relató la mujer. Ese cruce de declaraciones, más las que entregaron los vigilantes del conjunto residencial, obligaron a las autoridades a capturar a la mujer y detener al menor.Los dos fueron procesados; sin embargo, luego de un año de diligencias, la Fiscalía decidió precluir la investigación contra la madre, tras advertir que no existían evidencias para procesarla. Sin embargo, fuentes de la Fiscalía le señalaron a SEMANA que en el curso de la investigación hubo un cambio del fiscal, que tenía lista una imputación de cargos contra la mujer, y que con ese cambio de investigador, varios elementos de prueba quedaron pendientes de desarrollar.Aun así, con la evidencia pendiente, la Fiscalía insiste en precluir la investigación.
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