Un incendio forestal en los Everglades continúa extendiéndose sin control aparente, con el fuego Mile Marker 39 alcanzando aproximadamente 1.600 acres, mientras que el Sawgrass Fire suma otros 250 acres, ambos sin contención hasta ahora según informes de la Florida Forest Service. La combinación de estas llamas ha generado una masa de humo que se desplaza hacia el este, afectando gravemente la calidad del aire en zonas urbanas del condado de Broward, especialmente en Fort Lauderdale, así como en sectores de Miami-Dade. Las autoridades han calificado el aire como “insalubre” para grupos sensibles, debido al alto contenido de partículas (PM2.5) en suspensión, e incluso AirNow reportó niveles de AQI de 133 en ciertas estaciones, un rango considerado peligroso para niños, personas con enfermedades respiratorias o cardíacas.La División de Recursos Naturales del condado de Broward ha instado a los residentes a reducir su tiempo al aire libre, especialmente aquellos con condiciones de salud preexistentes. Además, el Servicio Nacional de Meteorología advirtió sobre visibilidad reducida en carreteras principales como la I-75, recomendando el uso del aire acondicionado en modo recirculación para evitar la entrada del humo en los vehículos.En un contexto más amplio, desde el sitio Clean Air FL de la Florida Department of Environmental Protection se indica que el sistema estatal FLAQS provee datos AQI en tiempo real sobre contaminantes clave como PM2.5, PM10, ozono y otros, aunque los datos recientes requieren verificación completa, lo cual podría influir en la interpretación de la calidad actual del aire.Este episodio se enmarca en una temporada de incendios intensificada en Florida, que solo en 2024 registró más de 1.100 incendios quemando más de 24.000 acres, y en 2025 el riesgo se elevó por condiciones secas persistentes, déficit de precipitación y daños vegetales tras huracanes, lo que favorece la propagación de llamas en ecosistemas como los Everglades.Pero la crítica va más allá, pues el aire que llega al parque nacional no solo proviene de incendios locales; también contiene contaminantes de larga distancia, como ozono, mercurio, nitrógeno y azufre, cuyo efecto histórico ha sido bien documentado por el Servicio de Parques Nacionales.El impacto ambiental de este siniestro trasciende lo inmediato: partículas finas y hollín liberan compuestos que pueden afectar la salud cardiovascular y respiratoria, mientras que los incendios liberan grandes cantidades de dióxido de carbono, carbono negro y compuestos orgánicos volátiles que inciden en el clima regional e incluso global. Además, la vegetación adaptada al fuego en los Everglades tiene un papel histórico en la regulación del ecosistema, aunque cuando los incendios superan su ciclo natural, perturban drásticamente la biodiversidad local.Las labores de extinción no han sido sencillas, debido a que los incendios se ubican en zonas pantanosas de difícil acceso. Helicópteros y equipos aéreos especializados han sido desplegados para lanzar agua y retardantes sobre los focos activos, mientras cuadrillas en tierra tratan de establecer líneas de control. El Florida Forest Service indicó que el trabajo es complejo porque las altas temperaturas, la baja humedad y la acumulación de vegetación seca favorecen la propagación de las llamas, por lo que aún no se estima una fecha de contención.El impacto también se ha dejado sentir en la vida diaria de los residentes del sur de Florida. Algunos vuelos en el Aeropuerto Internacional de Fort Lauderdale reportaron retrasos menores debido a la visibilidad reducida, mientras que varias escuelas y guarderías recomendaron mantener a los niños bajo techo y limitar actividades al aire libre. Negocios vinculados al turismo en los Everglades, como recorridos en hidrodeslizadores, suspendieron operaciones temporalmente ante el avance del humo y las restricciones ambientales, lo que refleja cómo este desastre no solo amenaza al ecosistema, sino también a la economía regional.En conjunto, mientras las llamas avanzan sin control aparente y los niveles de contaminación alcanzan umbrales críticos, las autoridades ambientales estatales y federales trabajan para monitorear de cerca la situación, emitir alertas tempranas y orientar a la población sobre medidas para proteger su salud. La coordinación interinstitucional, junto con una respuesta ciudadana informada, será clave en las próximas horas para mitigar el impacto de un desastre que amenaza tanto al entorno como al bienestar humano.
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