Doña Segunda González volvió a ver a su hijo después de dos años. Durante mucho tiempo solo podía escucharlo, en esas llamadas largas donde la voz era lo único que los conectaba. Pero ahora, gracias a una videollamada, pudo verlo de nuevo. Doña Segunda nunca ha salido de Curundó, La Banca, un pequeño caserío en el departamento del Chocó. Pero hoy guarda como un tesoro esa felicidad inmensa: ver que sus hijos salieron a conocer un mundo que ella apenas empieza a descubrir, gracias al internet móvil. Este tipo de historias hoy se repiten en muchas regiones de Colombia. Zonas que nunca habían tenido acceso a internet ahora están conectadas con el país y el mundo. Y detrás de esa transformación está el trabajo silencioso, constante y valiente de profesionales, ingenieros y técnicos que han decidido llevar conectividad hasta la Colombia profunda. En un país como Colombia, donde la geografía es tan hermosa como desafiante, la conectividad es mucho más que un servicio: es una herramienta de desarrollo. Por eso, Tigo ha asumido el reto de conectar a la Colombia profunda. No solo como un operador de telecomunicaciones, sino como un actor comprometido con la transformación social del país. En cinco años, Tigo logró llevar tecnología 4G al 97,4 por ciento de la población urbana y al 30 por ciento de la rural. Y en febrero de 2024, fue uno de los primeros operadores en encender la red 5G en 12 ciudades principales del país. Pero más allá de las grandes capitales, donde la conectividad es un hecho cotidiano, Tigo concentró parte de sus esfuerzos en las regiones que más lo necesitaban. La compañía ha instalado cerca de 1.070 nuevos sitios 4G para conectar a más de 1.290 localidades que nunca antes habían tenido acceso a internet móvil de alta velocidad. Hoy, más de 1.200 poblaciones rurales —distribuidas en 400 municipios y 31 departamentos— ya están conectadas gracias a esta labor. En Chocó se encendieron 119 antenas. En Antioquia, 136. En Córdoba, 79. Bolívar, 60. Cundinamarca 68 y Tolima 60, Cesar 39, Cauca 54, Boyacá 51, Caquetá 27; Casanare 20; Amazonas 17; La Guajira 17; Caldas, 16; Guaviare, 13. Y las mencionamos una a una porque cada localidad representa no solo un punto en el mapa, sino cientos o miles de historias nuevas. Porque cada antena encendida es una abuela que ve a su nieto por primera vez, un niño que accede a sus clases virtuales, un campesino que vende su cosecha sin salir de su vereda, un joven que se prepara para el empleo. Este esfuerzo ha sido posible gracias al trabajo de más de 2.500 colaboradores, técnicos e ingenieros, financieros, abogados, gente de las regiones, todo un equipo multidisciplinario que ha recorrido el país —muchas veces a pie, en canoas, en mulas o en helicóptero— para instalar cada equipo, levantar cada torre y llevar internet a donde no había nada. Las anécdotas que han recogido en estos años darían para escribir un libro entero. Porque conectar a Colombia, una antena a la vez, no es solo un reto técnico: es una aventura humana. Un buen ejemplo de conectividad, ha sido San Vicente del Caguán (en el departamento de Caquetá, en la Amazonía colombiana) donde Tigo y el BID Invest tienen una alianza estratégica con el objetivo de facilitar el acceso a servicios digitales y fomentar el desarrollo económico y social en las comunidades rurales ese municipio. Esta colaboración se lleva a cabo a través de CreaEnTIC, un programa que integra la conectividad móvil para mejorar la calidad de vida y promover la inclusión digital en la región. Inversiones por Colombia La compañía ha hecho una inversión anual cercana a un billón de pesos (alrededor de 270 millones de dólares) para desplegar autopistas digitales en la mayor parte del territorio nacional. Tigo ha concentrado su esfuerzo especialmente en la banda de 700 MHz, ideal para cubrir zonas rurales. En total, se han instalado más de 3.000 antenas en esta banda (sumando las zonas rurales y los cascos urbanos), lo que ha permitido extender la cobertura en más de 17.000 kilómetros cuadrados, un área equivalente a diez veces el tamaño de Bogotá. A la par con la expansión de la red móvil, Tigo ha fortalecido su infraestructura fija en las principales ciudades del país. modernizando parte de su infraestructura de cobre a redes de fibra: esto representó un aumento de velocidad que pasó de las 10 megas hasta lo que tenemos ahora que son 500 megas de promedio en velocidad. Ahora los hogares y pequeños negocios han sido conectados a nuestra red de fibra óptica, lo que les permite acceder a servicios de internet de alta velocidad, telefonía fija y televisión digital. De hecho, las pequeñas y medianas empresas (pymes) son otro de los grandes beneficiados de esta expansión. Más de 300.000 pymes colombianas han aprovechado nuestras soluciones de conectividad para digitalizar sus operaciones, optimizar sus procesos y llegar a nuevos mercados. En un contexto donde la digitalización es crucial para la competitividad, Tigo está facilitando el acceso a tecnologías como la Nube o SDWAN (una red inteligente, ágil, confiable y segura que mejora el desempeño de sus aplicaciones corporativas con múltiples conexiones) que son esenciales para el crecimiento de los negocios en el país.Esta historia no se cuenta solo en cifras, ni en porcentajes de cobertura. Se cuenta en personas, en videollamadas, en risas compartidas a través de una pantalla. Se cuenta en la niña de Riosucio que hoy puede estudiar desde su casa, en el agricultor de Meta que vende sus productos en línea, en la emoción silenciosa de doña Segunda al ver a su hijo de nuevo. Esa es la verdadera historia de Tigo desde que llegó a Colombia. Y si una antena puede lograr eso, vale la pena cada paso, cada viaje, cada esfuerzo. Podemos decir que la historia de Tigo la cuenta doña Segunda, que por fin pudo volver a ver la sonrisa de hijo.
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