Nacido en La Coruña en 1967, donde en el Estadio de Riazor vio jugar por única vez a Johan Cruyff, Agustín Fernández Mallo es un científico y escritor notable, cuya capacidad de producir libros reconocidos en géneros diversos como la novela, la poesía y el ensayo, es admirable y abrumadora. En sus trabajos, en los que confluyen poesía, ciencia y sociedad, Fernández Mallo soporta su prolijidad en la lucidez de hacer entendible lo complejo. Hablamos con él a fondo antes de su nueva visita al país, en el marco de FILBo 2025, que marcará su segundo paso por el evento (donde participará de dos charlas, una el 4 de mayo, después de la publicación de este artículo). En una extensa y fascinante conversación, Fernández Mallo abordó los trabajos que presentará, el premiado ensayo La forma de la multitud (Galaxia Gutenberg) y la novela Madre de corazón atómico (Seix Barral), en la que retoma los pasos de su padre, un veterinario que marcó su vida y la de muchos otros con una fe tremenda por el progreso. Al respecto, estas fueron sus generosas respuestas.SEMANA: ¿Alguna memoria particular de sus visitas a Colombia?AGUSTÍN FERNÁNDEZ MALLO: A la FILBo había ido una vez, en 2019, pero en Colombia he estado muchas veces, a hacer promoción de mis libros. La FILBo me gustó mucho, me pareció una feria de primer orden internacional en la que vi mucho estímulo y muchos actos de interés para los autores y el público. En Bogotá he estado muchas veces; una vez estuve en Cartagena, en el Hay Festival, y otra en Bucaramanga, en la Feria del libro de Bucaramanga, que me pareció extraordinaria por la cantidad de estudiantes y personas entusiasmadas por la literatura. Eso recuerdo, y la buena comida.SEMANA: ¿Qué le da Palma de Mallorca para usted decir “es ahí donde vivo y quiero seguir”?A.F.: ¡Es muy difícil de explicar! Hace muchos años que vivo acá. Es un lugar al que llegué por mi trabajo como físico, hace 30 años, y aquí me quedé. Me gustó el clima, me gustó la gente, me gustó el paisaje, la tranquilidad, y ya que supongo que hablaremos de literatura, me gustó que era un lugar propicio para escribir de una forma, estando tranquilo, aislado, sin vivir en una gran capital, pero al mismo tiempo es un lugar muy conectado con el mundo. Hay muchos vuelos, hay muchos viajes, hay mucha gente, es muy cosmopolita. Fue una combinación que me gustó. SEMANA: ¿Cómo dimensiona el impacto de su formación científica en sus letras?A.F.: Ha sido fundamental. Piense usted que la formación de una persona también crea una “estructura cerebral” dentro de esa persona: cómo razona, cómo se acerca al mundo, su mirada. Desde que empecé a estudiar la carrera de Física, hace ya muchos años, percibí que la mirada del científico no se diferencia de la mirada del poeta. El científico y el poeta se preguntan por las causas de las cosas, por qué ocurre algo y se quedan asombrados por su entorno. Pasa que el científico le da un lenguaje y el poeta le da otro, pero no se olvide que cuando un científico eminente como Isaac Newton, que revolucionó a la humanidad, se preguntó a sí mismo por qué una manzana caía y por qué la luna, que veía cada día, no caía, fue una pregunta que se pudo haber hecho un poeta. ¡Y revolucionó la ciencia!, porque a partir de ella, Newton desarrolló su teoría. Usted y yo nos podemos imaginar a un poeta escribiendo: “¿Por qué la manzana cae y la luna no cae?”. ¡Es un verso! Para mí, todo forma parte de un mismo corpus: ver el mundo como si lo vieras casi por primera vez y asombrarte con él para poder avanzar (evitando quedarte con algo naíf, en una delectación). SEMANA: La subida de Trump, el genocidio… Como observador y ensayista, ¿le sorprende la velocidad con la que el mundo vive estos eventos impactantes? A.F.: Me sorprende por una parte y no. Es decir, el mundo ya no solo es que cada vez vaya más rápido, es que cada vez va más acelerado. Hay una aceleración. Y es previsible que en esa aceleración aparezcan elementos extraños, anómalos, singularidades que no entendemos, no tanto en la política como en el medioambiente, como en la industria editorial, como en la tecnología (por ejemplo, la inteligencia artificial), que de repente revoluciona el mundo, porque todo va cada vez más rápido. A mí no me preocupa, en principio, que las cosas vayan más rápido. Me preocupa que no paremos a reflexionar acerca de ellas.SEMANA: Nos atropellan un poco...A.F.: Eso es, nos atropellan. Y fíjese usted que, tal como yo lo veo, el mundo parece más, por llevarlo a un término casi de cómic, más freak, más friki. Es decir, el clima: ya podemos decir que el clima mundial es freak, uno que no sabes. Es como un friki cultural, en este caso climatológico, que no sabes por dónde va a salir. Y hace extravagancias, de repente, con grandes tornados, tsunamis, apagones de luz. Parece como si el planeta se hubiera vuelto friki todo él; porque que los políticos se hayan vuelto frikis, ya lo esperábamos: la política siempre tiene ese componente histérico, por desgracia, pero ¿que todo se vuelva friki? Ya estoy esperando que salga una inteligencia artificial haciendo algo que no esperábamos de verdad, y parece que vamos por ahí. Y lo digo un poco en broma. Pero bueno, es para dar a entender que todo va acelerado y quizá deberíamos pararnos a pensar qué estamos haciendo o arreglar lo que estamos haciendo. View this post on Instagram A post shared by Agustín Fernández Mallo (@agustinfernandezmallo)SEMANA: Pocos logran una producción en géneros tan diversos. ¿Sus rutinas y sus métodos cambian al hacer ensayo, novela o poesía? A.F.: Si quiere que le diga la verdad, no lo diferencio. Para mí, es todo lo mismo. En mi caso, diría que en el fondo todo viene de la poesía, y que incluso cuando escribo ensayo me guío por un método poético; me guío por imágenes que ni yo mismo entiendo bien, como si fueran metáforas, que me hacen avanzar en mis razonamientos. Y en mis novelas, igual. Tienen una estructura como de red, de metáforas que se van uniendo y hacen avanzar a un todo en un conjunto que, para mí, tiene que ver mucho con la poesía. La verdad, escribo varios libros al mismo tiempo... SEMANA: Pretendía preguntarle si era el caso, y lo es...A.F.: Sí, porque además me beneficia. A lo mejor estoy un mes trabajando en un texto profundamente, y lo que hago es olvidarlo cuando me canso, cuando veo que ya mis ideas no funcionan, y paso a algo que no tiene nada que ver. Y me pongo a trabajar ahí. Lo curioso e interesante para mí es que eso nuevo que estoy haciendo, de repente, me resuelve cosas del otro libro, que era en otro género (o lo puedo conectar). Yo lo veo todo como una circulación que mi cabeza no distingue, porque al final yo escribo para mí. Soy muy sincero en esto, no escribo para los lectores porque, para empezar, no existe “el lector”. Si solo hubiera uno en el mundo, podría escribir para él, pero como hay millones, lo que hago es escribir según mi poética, para avanzar honestamente en construir un mundo literario. Ojalá luego eso le guste a la gente. Yo escribo para desarrollar un mundo propio e investigar un mundo.SEMANA: Si le toca escoger uno de sus libros para lanzar en una cápsula del tiempo, ¿cuál escoge y por qué?A.F.: Si es solo uno, escogería mi último libro de ficción, Madre de corazón atómico, que estaré presentando en la FILBo . Es un libro que habla de mi vida, de la vida de mi padre y es un libro de vida, de qué es la vida, qué es la muerte, qué es la identidad, qué es una familia, qué es ser hijo, qué es ser padre. Hay muchas cuestiones ahí metidas como en una cápsula, precisamente. Y de mis novelas, creo que es la que puede llegar a más público. Entonces, si tiene que llegar a los marcianos, pues que lo entiendan bien.SEMANA: Y si abrimos la cancha a un ensayo…A.F.: Metería mi último ensayo, La forma de la multitud, que habla de nuestro presente, de qué es la religión, qué es la antropología, qué es el capitalismo (el libro lo redefine con una visión más amplia que la usual, monetaria), qué son las ideologías. Desde una perspectiva de la masa, de la gente, de cómo se influye en la masa. Era un problema que a mí me daba muchas vueltas. ¿Qué significa una masa? ¿Una multitud? ¿Por qué se dice, en singular, la masa, la multitud, el pueblo, cuando somos millones? No entendía esa simplificación, y en este libro de ensayo la he intentado comprender.SEMANA: En Madre de corazón atómico y en La forma de la multitud toca el tema de la identidad, lo menciona como el gran tema de los tiempos: ¿cómo lo estimuló y cómo lo explora?A.F.: Son dos cosas. En el ensayo La forma de la multitud, fundamentalmente me di cuenta de que ya no solo hay una multitud física de gente allí afuera, sino que cada uno de nosotros, cada uno, se multiplica en una multitud. SEMANA: Somos una borrasca, dice usted. Tremendo.A.F.: Eso es, pero dentro del mundo internauta. Es decir, yo me doy cuenta de que hay multitud de Agustines Fernández Mayo, por ejemplo, modelados a través de big data que están funcionando por diferentes plataformas y yo no lo sé, y lo que es más, nunca lo voy a saber. A lo mejor hay un Agustín Fernández Mallo que está diseñado por los datos que ha cogido mi banco para hacer una transacción económica en no sé dónde, ¡y yo no sé qué está ocurriendo! etcétera, etcétera. Eso me llevó a pensar que hay una segunda consecuencia. Como ya no es solo un poder el que hace eso, sino toda una red de poderes que no podemos ver, tampoco podemos echar la culpa a nadie en concreto, y eso es angustioso. En la antigüedad se culpaba a los dioses, que nos vigilan y nos controlan; en la Edad Media, a un Dios; en el siglo XIX, al Estado; en el siglo XX, a las grandes empresas, vale. Pero hoy día nosotros regalamos nuestros datos sin darnos cuenta y gustosamente para que cualquier empresa los maneje a su antojo. Es decir, hay muchos yos con otras identidades que se llaman como yo, pero que no son yo, ahí dentro. Y eso me pareció sobrecogedor, y bueno, es una gran una gran tesis del libro. Hay muchas más.SEMANA: Nos presenta un capitalismo de tres cabezas, y conocemos una, pero hay un par más que no... Cuéntenos de eso...A.F.: Gracias por recordármelo, ¡ya se me olvidaba comentarlo! En efecto, mantengo en el libro una tesis que yo llamo un poco rimbombantemente “el espectro del capitalismo”, como a una semejanza del espectro de ondas electromagnéticas, que algunas las vemos y otras no. Las ondas de radio, por ejemplo, no las vemos. Bueno, pues yo hago el símil de que hay capitalismos que vemos y otros que no vemos. Mantengo en el libro una tesis que llamo “el espectro del capitalismo”, como a una semejanza del espectro de ondas electromagnéticas, que algunas las vemos y otras no. Las ondas de radio, por ejemplo, no las vemos. Bueno, pues yo hago el símil de que hay capitalismos que vemos y otros que no vemos...Entonces, el capitalismo que vemos es el que todos llamamos monetario, al cual yo en el libro casi no me meto ni analizo, porque ya hay otra gente que lo hace mucho mejor, pero luego hablo de dos capitalismos: el que llamo de tiempo infinitesimal, para dar a entender que es que opera en tiempos infinitesimalmente pequeños, cortos, tan cortos que no los vemos. Un ejemplo es al que me refería antes, con nuestros datos y con nuestro nombre se están haciendo transacciones económicas capitalistas que no podemos parar. Aun si las viéramos, no podríamos pararlas porque ocurren en nanosegundos. Entonces, es muy interesante cómo el ser humano ha creado una herramienta que el cerebro no puede comprender, una escala de tiempo a la cual el cerebro no puede acceder. Hablo de dos capitalismos: el que llamo de tiempo infinitesimal, para dar a entender que es que opera en tiempos infinitesimalmente pequeños, cortos, tan cortos que no los vemos; y el capitalismo antropológico, que opera en un tiempo tan largo que no nos damos cuenta...Esto se ve a veces muy bien cuando pongo algún ejemplo, cuando en las bolsas en el mercado mundial no operan con personas, a veces operan con robots, con bots y lo hacen tan rápidamente esos bots que si cometen algún error, los humanos nos damos cuenta cinco minutos más tarde; pero en esos cinco minutos ya han hecho tantas transacciones mundiales que a lo mejor han caído todos los mercados. A ese llamo yo el capitalismo de tiempo infinitesimal. Y, por otro lado, defino otro que es justo en cierto modo el contrario, un capitalismo que opera en un tiempo tan largo que no nos damos cuenta: lo llamo el capitalismo antropológico. No es monetario este necesariamente, es la idea de que el ser humano tiene una falta; que nos falta algo desde que somos humanos y que intentamos llenar de alguna manera con lo que yo llamo prótesis, pero jamás lo podemos llenar. Por eso siempre estamos generando nuevas prótesis. ¿Qué son prótesis? Por ejemplo, el arte, la política, la cultura, la sociología. Esto que estamos haciendo usted y yo son prótesis para intentar llenar un vacío, una falta que tenemos que no podemos llenar. Y es como si fuera un capitalismo, porque es extractivo, es una sensación que tenemos de que quieres extraer algo de nosotros todo el rato, intercambiar con el entorno. Fíjese, los animales, las plantas, el aire, no tienen esa necesidad de siempre extraer algo. Cuando llegan a un equilibrio estable con su entorno, se quedan parados y ya está. Se quedan tranquilos. El ser humano nunca está tranquilo, nunca. Usted tiene ahí libros a su espalda, tiene pósteres. Yo tengo aquí otros muchos. Bien, y aún queremos más. View this post on Instagram A post shared by Galaxia Gutenberg (@galaxia_gutenberg)Los animales, las plantas, el aire, no tienen esa necesidad de siempre extraer algo. Cuando llegan a un equilibrio estable con su entorno, se quedan parados y ya está. Se quedan tranquilos. El ser humano nunca está tranquilo, nunca...Y le llamo el capitalismo antropológico porque es un capitalismo, no de dinero, sí de intercambio de materiales con el entorno, porque nos falta algo que no podemos llenar. La paradoja, por finalizar con esto, es que nos falta algo que nunca tuvimos. Es una falta imaginaria, por eso nunca se puede llenar. Como si quisiéramos hacer una prótesis para una mano y pusiéramos prótesis de plástico a una mano o de metal, pero de una mano que nunca tuvimos en verdad. Y nunca estamos satisfechos porque esa prótesis nunca puede ser perfecta.SEMANA: Madre de corazón atómico es un libro de vida, sobre su padre, su familia. ¿Lo maduró toda su vida?A.F.: Es un libro que surge hace 12 años, cuando mi padre fallece. Y nada más morirse mi padre, me doy cuenta de que quiero contar su vida y de cómo ha influido en mí, y de cómo eso ha influido mi entorno. Es el libro que más tiempo he tardado en escribir. Son 250 páginas únicamente, pero hay mucha intensidad. Todo surge en el momento en que mi padre, en el último año de su vida, de algún modo, pierde la cabeza, pierde la memoria y ya no me reconoce. Entonces, el día en que mi padre me pregunta quién soy, se abre ante mí un abismo como nunca me había imaginado. Se abre ante mis pies. Me di cuenta de que estaba preparado para entender la degradación física, pero no la degradación mental ni cognitiva. Fue como si me hubieran dicho en ese instante: “Agustín, todo lo que has visto, todo esto que es alrededor, todo lo que has vivido, era mentira”. Como cuando en el teatro te bajan el telón y suben el telón y aparece otra función. Porque la persona que está ahí delante, que es tu padre, que tiene su misma voz, sus mismos ojos, su mismo rostro, no te reconoce, te haces la pregunta que es clave en mi libro, la pregunta de quién hay ahí. En el momento en que te enfrentas al rostro de tu padre, que no te conoce, te preguntas: ¿quién hay ahí dentro? Y claro, eso abre un sesgo vertiginoso que te lleva a darte cuenta y a interrogarte por muchas cosas. Pero es un libro de vida, optimista, que habla de la celebración de la vida de mi padre. Cuento anécdotas muy suculentas y divertidas. No es un libro triste. Por ejemplo, cuento cuando viajó a Estados Unidos a traer vacas a España, en avión volando, en una escena surrealista que se dio porque era veterinario. También hablo de cosas que, sin querer, me fue inculcando. Y yo no me daba cuenta, pero luego me sirvieron para mi quehacer como escritor: la forma de afrontar los relatos; la forma de afrontar la ficción y la realidad; cosas como, por ejemplo, cuando me decía que a la realidad no hay que sumarle fantasía, porque ya la realidad es lo suficientemente fantástica si la sabes ver de una manera. Es un libro de vida, optimista, que habla de la celebración de la vida de mi padre. Cuento anécdotas muy suculentas y divertidas. No es un libro triste. Por ejemplo, cuento cuando viajó a Estados Unidos a traer vacas a España, en avión volando, en una escena surrealista...Y podemos volver a Newton, quien supo ver la manzana como nadie la había visto. Se dan cuenta ahora de cómo enlazamos, ¿no? Newton vio caer la manzana como nadie la había visto, y a Newton no le hizo falta imaginar que venía un duende fantástico a tirar la manzana. Mi padre me hizo enseñanzas también de ese tipo. Por último, el libro Madre de corazón atómico empieza diciendo que la muerte no existe: algo de lo que me di cuenta al morir mi padre. Cuando un ser querido muere, en realidad en tu cabeza se empieza a formar otra vez una imagen de ese ser, y es muy misteriosa, es diferente y es como si resucitara dentro de tu cabeza. Y lo entendí como la última enseñanza que me hizo mi padre, algo así como: “Hijo, muero para que te des cuenta de que resucito en ti, de que la muerte no existe, ¿no?”. Un poco, un poco fue eso. SEMANA: Hay una frase que usted menciona: “La memoria es literatura o no es”, y creo que enlaza con lo que acaba de decir...A.F.: Totalmente, eso es, la memoria es literatura o no es. Hay que pensar que la memoria siempre se ejercita desde el presente; y como se ejercita desde el presente, es una construcción hecha desde hoy. Por lo tanto, no puede ser más, no puede tener más que elementos de ficción... Esta entrevista yo la recordaré de una manera y usted de otra, por eso mismo.SEMANA: Mencionaba también en un momento que “la realidad es un deseo y la identidad es una alucinación del ego”. Como especie, ¿ nos va mejor crucificando el ego?A.F.: Muy buena esta pregunta porque tiene que ver con lo que hablábamos de la identidad. Le comenté la idea de que tenemos muchas identidades. Bueno, pues más que nunca se ve o se demuestra que la identidad de un individuo no es lo que el individuo cree que es, sino que es lo que el mundo piensa que ese individuo es. Mi identidad no es la que yo creo que tengo, es la que mis vecinos, mis amigos, las redes sociales y todo dicen que yo soy.Más que nunca se ve o se demuestra que la identidad de un individuo no es lo que el individuo cree que es, sino que es lo que el mundo piensa que ese individuo es.SEMANA: Y ya no hay control que tengamos sobre eso, ¿no? Eso se nos salió de las manos hace rato...A.F.: Efectivamente, pero nunca hubo control total. La identidad siempre siempre ha sido una negociación entre el sujeto y el que está fuera. Aunque vivas en el pueblo más pequeñito, tu identidad es una negociación entre lo que tú piensas que eres tú y tus vecinos piensan que eres tú. Eso es tu identidad. Pero hoy día con el mundo internauta, las redes y la multiplicación de identidades y avatares, eso se ha multiplicado exponencialmente. Y tiene que ver con lo que usted me preguntaba. Por supuesto que la identidad es una alucinación del ego. Estoy seguro. Una identidad nacional, sea cual sea, en verdad es una alucinación de un ego nacional, si se le puede llamar así, un ego colectivo. Los españoles no somos lo que los españoles creemos que somos; somos también todo lo que el mundo cree que somos...La identidad entendida como algo inamovible que definimos nosotros. E incluso, ojo, también lo son las identidades colectivas: una identidad nacional, sea cual sea, en verdad es una alucinación de un ego nacional, si se le puede llamar así, un ego colectivo. Los españoles no somos lo que los españoles creemos que somos; somos también todo lo que el mundo cree que somos.SEMANA: Sobre sus charlas en la FILBo, ¿qué le entusiasma de participar en ellas?A.F.: Me entusiasma y me gusta la idea de que son dos charlas con dos polos muy diferentes; dos polos, de la antropología y del conocimiento, que alguna conexión pueden tener. Una es qué es la memoria, cómo narramos el tiempo y cómo narramos la memoria. Y me interesa mucho además por los compañeros y compañeras escritores con los que tendré las charlas.Y la otra es sobre un tema muy bueno, muy de actualidad, que es cómo la inteligencia artificial está modificando nuestros hábitos y a dónde nos puede llevar todo ese asunto. Es decir, son dos polos. Uno parece muy clásico, muy antropológico en el sentido clásico, como es la memoria, y otro muy contemporáneo, como es la inteligencia artificial. Lo que ocurre es que debería haber una tercera mesa para mí, para unirlos porque tienen mucho que ver ambos también, ¿no?SEMANA: Su trabajo simboliza eso, que ese espacio debería existir... usted lo hace existir. ¿Los premios le representan algo? ¿Cómo recibe los reconocimientos?A.F.: Bueno, los recibo con mucha alegría. A uno siempre le gusta que lo conozcan, pero no lo hago por eso. Escribo para ampliar y poner un conocimiento mío en el mundo y construir un mundo, al final, una poética propia, una idea de literatura que llevo 30 años desarrollando, y que no ha salido de la nada. Son 30 años con una idea vaga, porque uno nunca sabe en qué dirección va, como debe ser, sino serías una máquina, pero trabajando por una nebulosa en la que aún puedo alcanzar más y llegar a otros horizontes. He tenido muy claro desde el principio que uno no puede quedarse anclado en los éxitos, porque entonces se queda fijo, anclado, y no puede avanzarPor lo tanto, los reconocimientos y los premios son bienvenidos, te ayudan a que te conozca el mundo, te ayudan a propagar tus ideas, pero lo importante es continuar trabajando. He tenido muy claro desde el principio que uno no puede quedarse anclado en los éxitos, porque entonces se queda fijo, anclado, y no puede avanzar. Los éxitos se disfrutan, vale, un tiempo hay que disfrutarlos, pero luego hay que continuar.SEMANA: ¿Sobre qué está escribiendo ahora? ¿Qué esperar de su trabajo, de su voz?A.F.: Bueno, estoy precisamente con un ensayo sobre inteligencia artificial, pero desde un punto de vista antropológico y religioso, viendo la relación que hay entre las religiones y la inteligencia artificial desde el principio de los tiempos. Si quiere le digo una idea, que está ya en La forma de la multitud y está en Madre de corazón atómico, está en ambos, pero se la digo aquí porque la estoy desarrollando en este nuevo ensayo. Es la idea de que las primeras inteligencias artificiales fueron las religiones.Estoy desarrollando en un nuevo ensayo la idea de que las primeras inteligencias artificiales fueron las religiones...Lo razono del siguiente modo. Las religiones son construcciones que el ser humano creó desde el principio para verter en ellas todo lo que no podíamos resolver y que ellas, las religiones, nos resolvieran problemas. Eso es lo que les estamos pidiendo a las inteligencias artificiales, ¿no? Es decir, que detrás de la inteligencia artificial que hoy conocemos, tecnológica, absolutamente, hay un trasunto mitológico, religioso. En eso estoy trabajando en cuanto a ensayo (y ya salió un adelanto en la revista Jot Down; se llamó El ángel de la inteligencia artificial.Y también estoy trabajando en una en una novela, una ficción, aunque tiene mucha parte de de real, como todo lo mío. La tengo ya muy avanzada y aun hasta ayer estuve trabajando en ella. Ahora voy a dejarla un poco que repose...SEMANA: Antes de despedirlo quería preguntarle un poco por las artes que lo alimentan, el cine que ve, los libros que está leyendo, la música que escucha...A.F.: Una pregunta muy difícil de responder. A ver… cine cada vez menos. Francamente, el cine me ha apasionado y me apasiona, pero últimamente desde hace unos años lo he dejado un poco aparte. Veo mucho cine malo, veo mucha televisión, pero mala también, la buena y la mala toda, como si fuera un mundo que entra y que yo no controlo, y que entra en mi casa a través de una pantalla y que ahí pasan cosas orgánicas que no puedo controlar y que, por lo tanto, me excitan. O sea, veo cosas que no puedo controlar. No, no es una televisión a la carta porque entonces ya no tiene gracia... View this post on Instagram A post shared by Agustín Fernández Mallo (@agustinfernandezmallo)SEMANA: Hay una vulnerabilidad también, una exposición a algo...A.F.: Exacto. Eso es. Y ojo, ¡de lo malo se aprende tanto más que de lo bueno! Ese es un detalle importantísimo que hay que tener en cuenta. Música escucho bastante. Últimamente se me ha dado más por grupos que manejan el ruido, por ejemplo. Me ha interesado el ruido. Siempre me ha interesado mucho el ruido, incluso en una novela mía anterior a esta, que se llama El libro de todos los amores, editada también por Seix Barral, hay un personaje que dice: “El ruido es música que aún no entendemos”. El mundo ruidista, el mundo de las distorsiones, me interesa bastante. Y escucho grupos que van por ahí, tranquilos, pero muy ruidistas, que pueden heredar cosas de la Velvet Underground y llevarlas al día de hoy.Y ojo, de lo malo se aprende tanto más que de lo bueno. Ese es un detalle importantísimo que hay que tener en cuenta...SEMANA: ¿Algún par de ejemplos que nos pueda mencionar? A.F.: Últimamente estoy escuchando bastante un disco muy ruidista de un grupo que se llama Low. Es uno de sus últimos discos, tiene partes ruidistas que me han interesado mucho, porque también, aparte, compongo, hago composiciones de música en casa con mi esposa y emitimos temas al mundo. Nos hacemos llamar Revinientes, y lo puedes encontrar en plataformas. Y libros leo muchos. Leo diez libros al mismo tiempo, siempre. Casi todo ensayo y poesía. Novela es lo que menos leo. La novela la escribo, pero para leerla soy más perezoso.Libros leo muchos. Leo diez libros al mismo tiempo, siempre. Casi todo ensayo y poesía. Novela es lo que menos leo. La novela la escribo, pero para leerla soy más perezoso.
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