Absurdo e innecesario pedir perdón por un acontecimiento histórico que sucedió hace más de 500 años. Más aún cuando se trató de una gesta admirable si lo miramos con ojos de los siglos XV y XVI. La osada misión que aprobó Isabel la Católica, reina visionaria, ejecutiva, sensible, humanitaria, no tenía fin distinto a surcar el océano en busca de nuevas rutas comerciales con China.