Ya no disimula. Sigue los pasos de Hugo Chávez. El golpista venezolano desenvainó la espada de Bolívar en una plaza caraqueña, en febrero de 2010, cuando había decidido atornillarse de por vida en el poder, y la mostró como una reliquia sagrada ante el delirio colectivo.El nuestro lo hizo este jueves, en uno de sus discursos más incendiarios, más amenazantes, propios de un subversivo armado y un dictador en ciernes. “Libertad o muerte”, gritaba como poseído por un alucinógeno. “Es la bandera de la guerra a muerte”, vociferaba.