Diana Saray Giraldo

Todo comenzó con la izada de la bandera de guerra a muerte de Simón Bolívar. Sucedió el primero de mayo, en el marco de las marchas del Día del Trabajo. Esta bandera fue ondeada por el Libertador para simbolizar su determinación de ir hasta la muerte frente al Ejército realista para llegar a la independencia. Pero no fue solo esta bandera. Ese mismo día, el presidente Petro empuñó la espada del Libertador, Simón Bolívar.

Cuando vi la noticia del atentado contra Miguel Uribe, sentí dolor en el alma. Estaba junto a mis hijos, todos menores de edad, viviendo el primer día de vacaciones en familia. Se me borró la sonrisa. –¿Lo conoces? –me preguntó mi hijo menor. –Sí, es un político muy joven, muy pilo, y acabaron de atentar contra él –le respondí. –¡Como cuando Pablo Escobar mandó matar a Galán! –me dijo. Esperó un momento en silencio y luego me preguntó: –¿Por qué?No supe qué responderle.

El llamado al paro nacional que alentó el Gobierno como apoyo a la consulta popular esta semana fue un fracaso. Hace solo una semana en Barranquilla, el presidente Petro aseguraba que comenzaba la gran movilización por la consulta popular y que sería la calle el lugar donde veríamos el gran apoyo al Gobierno.

Como lo había prometido, este primero de mayo el presidente Gustavo Petro radicó el texto que contiene las 12 preguntas de la consulta popular, que pretende que se adopte parte de la reforma laboral que se hundió en tercer debate en el Senado de la República.Con una plaza de Bolívar llena por la minga indígena, los sindicatos, los funcionarios del Estado y, por supuesto, ciudadanos que apoyan la iniciativa del Gobierno, el presidente Petro subió a la tarima a defender su decisión de someter a las urnas la aprobación de su reforma laboral.

Todos repiten lo mismo: la esencia del acuerdo de paz son las víctimas. Pero no es cierto. Las víctimas del conflicto armado están en completo abandono, especialmente, las víctimas de las Farc. El acuerdo de paz con esta guerrilla se estructuró de tal manera que se entregaron todas las garantías a los excombatientes, pero ninguna garantía se dio a sus miles de víctimas.No es que no fuera válido un acuerdo de paz. Tan válido es, que el país pudo dejar de lado la barbarie en la que nos tenían sumidos las Farc.

“A mí me violaron tres guerrilleros de las Farc cuando tenía 7 años. Uno de ellos estaba enfermo y por eso me dio una infección. Como no teníamos recursos, mis papás no me llevaron al médico y eso se me fue al riñón. Cuando me llevaron al médico, ya era muy tarde, perdí el riñón”. Quien habla es María, que en entrevista con Caracol Radio contó cómo fue violada en medio de la masacre de La Chinita, ocurrida en Apartadó en 1994. Pero no fue el único dolor vivido por María. Los guerrilleros volvieron a la finca en la que vivía con su papá, a quien exigieron el pago de una extorsión.

Deisy tenía 11 años cuando se la llevaron las Farc. Mientras asistía a las fiestas de su pueblo, en Casanare, Jair, comandante del frente 28, se apareció frente a su familia y le dijo a su mamá que venía por su hija. “O la entrega o le pegamos un tiro”. El último recuerdo que Deisy tiene es ver a su mamá de rodillas, rogando que no se la llevaran.“Me llevaron a un campamento, no solo a mí, sino como a diez niñas, de 12, 13, 11 años. Yo era la más pequeña. Me dijeron ‘quítese los pantalones’. Dije ‘Dios, ¿qué nos van a hacer acá?’.

Esta semana se conoció que Sneyder Pinilla, el exsubdirector de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), llegó a un preacuerdo con la Fiscalía para saldar la deuda con la Justicia por su participación en el multimillonario desfalco de corrupción en esta unidad.

El televisado consejo de ministros del presidente Gustavo Petro marcó un camino de no retorno dentro del Gobierno. En ese improvisado en vivo quedó echada la suerte de todo el gabinete. En el centro de la discusión siempre estuvo el hoy ministro del Interior, Armando Benedetti, que pasó de ser un paria llevado al exilio de una embajada sin renombre a convertirse en el hombre más poderoso del Gobierno. En ese consejo de ministros quedó claro que el presidente no solo quiere a Benedetti como su mano derecha, sino que está dispuesto a defenderlo por encima de todos.

Al caer la noche del miércoles, mientras las delegaciones del Gobierno y las disidencias de la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano cerraban el tercer ciclo de diálogos de paz, miembros del CTI de la Fiscalía irrumpieron en el Hotel Courtyard Marriott en Bogotá, donde se adelantaba la reunión, y capturaron a Geovany Andrés Rojas, alias Araña.