En 1997 empecé a mudarme a Estados Unidos. Digo empecé porque fue el inicio de un traslado por capítulos que me ha permitido el privilegio de tener un pie en Colombia y otro en la Unión Americana. El país al que llegué era completamente diferente al que tenemos hoy. La gente le temía a la ley, y el respeto a los procesos estaba grabado firmemente en la identidad nacional. Todo ha cambiado. Me explico.Déjeme usar un caso que hoy ejemplifica mucho de esta transformación: el del salvadoreño Kilmar Abrego García.