El Gobierno de “el cambio” está a punto de entregar el aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá por otros 30 años al concesionario que lo opera actualmente, Opaín-Odinsa, del Grupo Argos, en sociedad con el fondo de capital extranjero Macquarie, con el que lo está también en el Mariscal Sucre de Quito. Aspiran a agregarse la operación de las pistas y de la terminal de El Dorado, que les retornaría $1,6 billones más al año y cuya gestión cuesta menos de $300.000 millones, un sobrante enorme de $1,3 billones anuales, cifra casi igual al presupuesto de funcionamiento de la Aerocivil.