Pedro Sánchez está con el agua al cuello. Las pruebas de corrupción, excesos y delitos de su Gobierno y de su familia lo rodean. Pero no se ahoga. El presidente del Gobierno de España vive la peor crisis política de su administración. Esta semana, en su comparecencia ante el Congreso, quedó claro que sus más altos alfiles han participado en una sofisticada trama de corrupción, en la cual no solo se han repartido dinero, sino también grandes proyectos de obras públicas y hasta favores sexuales. “¡Dimisión! ¡Dimisión!”, gritaban al unísono los parlamentarios. ¿Puede hundirse?