Ni los animales se salvan del horror: las disidencias de las Farc están matando a tigrillos y otras especies para arrancarles la piel y venderla al extranjero

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Los intensos operativos de las autoridades en Colombia contra el narcotráfico han hecho que los grupos ilegales muten a otras prácticas al margen de la ley con el fin de obtener cuantiosas rentas criminales para financiar las escaladas violentas en varias regiones del país, donde atacan a la fuerza pública y hasta a la población civil. SEMANA conoció en detalle cómo las disidencias de las Farc tienen el poder de controlar la caza de fauna silvestre en territorios como Vichada y Casanare. Estos animales terminan fuera del país, en Asia y hasta en África. En lo más profundo del oriente colombiano, donde los llanos son inmensos y los ríos se entrelazan entre la maleza, ocurre algo muy grave, una tragedia silenciosa que con el pasar de los años tendrá consecuencias irreversibles.Fuentes de organismos de inteligencia del Estado colombiano le explicaron a SEMANA cómo opera milimétricamente este negocio que no ocupa la atención de las autoridades. “Las disidencias de las Farc tienen el control de estas actividades porque son muy lucrativas y ellos lo que quieren es poder tener buenas ganancias. En ese orden de ideas, lo que hacen es saber el paso a paso de los cazadores ilegales con el fin de tener un inventario, por decirlo de alguna manera, de cuáles son los animales que roban en estos territorios. De la comercialización les tiene que quedar su porcentaje, que es bastante alto”, revelan. La Orinoquía es una zona muy atractiva para este tipo de prácticas; 17 millones de hectáreas en las que pueden encontrar felinos sigilosos, aves coloridas y primates juguetones que han sido reducidos a mercancía.“Muchos monos parecen tiernos cuando son pequeños, pero al crecer retoman su comportamiento natural, lo que los vuelve conflictivos en hogares humanos”, señalan. Por ejemplo, un solo cachorro de tigrillo o jaguar puede costar hasta 20.000 dólares en el mercado negro, unos 100 millones de pesos colombianos.Los animales cazados ilegalmente son transportados por trochas, de noche, y muchas veces cruzan fronteras fluviales y terrestres sin que nadie se los impida. En departamentos como Casanare, donde puede haber apenas ocho policías ambientales para cientos de kilómetros, la lucha es desigual.“En ocasiones, lamentablemente, hay funcionarios que por corrupción facilitan estas rutas de salida, ya sea por vía terrestre, aérea o incluso fluvial. Esa información está en poder de las autoridades judiciales y se espera que realicen las respectivas indagaciones para que paguen por estos hechos”, aseguran.Ilegalidad maquilladaDe hecho, no solo los cazan para hacer productos, sino también para sacarlos a destinos internacionales, donde los tienen como mascotas y nada pasa porque todo lo realizan en el marco de la supuesta legalidad en el extranjero. “Trafican guacamayas, Ara ararauna o Ara macao, jaguares, ocelotes y pumas. Cruzan océanos para volverse mascotas en Dubái o Catar, donde el capricho exótico está por encima de la legalidad. Esos animales salen ilegales de Colombia, pero allá, con influencias y entregando hasta dinero, les dan una apariencia de legalidad. Es toda una red ilegal de esta fauna silvestre colombiana”, precisan. Algunas de estas aves han llegado hasta Estados Unidos mediante el tráfico ilegal, pero los criminales hacen el “proceso legal” para poder comercializarlas en ese país. “En todo este proceso, las disidencias de las Farc tienen sus ganancias, que son millonarias, y es necesario que las divisiones del Ejército y los departamentos de la Policía Nacional puedan atacar a las redes dedicadas a estas prácticas que afectan a la biodiversidad colombiana. Sí hay unas investigaciones judiciales, pero no son fuertes, y eso nunca llega a ninguna operación en sí”, indican. El hogar de pasoPara Joan Camacho, zootecnista de la Corporación Autónoma Regional de la Orinoquía (Corporinoquia), que lleva más de diez años al frente de este tipo de situaciones, dice que el drama es más grande de lo que se pueda dimensionar. Asegura que muchos de estos animales llegan a sus instalaciones con unas graves deshidrataciones, heridos y psicológicamente afectados. “En todo este tiempo he visto llegar pumas heridos, tigrillos huérfanos, loros mutilados y monos con traumas irreversibles por la caza ilegal”, revela. Actualmente, en el hogar de paso de esta entidad para la fauna silvestre, hay siete tigrillos, cuatro pumas, varios zorros y decenas de aves. Un zoológico involuntario, donde cada jaula representa un entramado criminal en el que las disidencias tienen su participación. “Nuestro objetivo no es que los animales se queden en cautiverio, sino que puedan retornar a su hábitat natural. Algunos animales, lamentablemente, quedan tan afectados psicológicamente que nunca podrán volver a su hábitat natural”, insiste Camacho.En Corporinoquia hay un vasto equipo de profesionales, como biólogos, zootecnistas, veterinarios, cuidadores y alimentadores, quienes hacen una tarea titánica para intentar rehabilitar a estos animales. “Todo este proceso no es tan fácil porque hay animales que nunca más se vuelven a adaptar a sus hábitats y quedan afectados de por vida. Su única opción es vivir bajo monitoreo permanente de los profesionales”, explica.

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