Al parecer, el futuro de la recolección de basuras en Bogotá es condenarnos al pasado. Las concesiones actuales están por vencerse y hay poco margen para un nuevo modelo. El 11 de junio la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico – CRA emitió la Resolución 1013 rechazando la solicitud del Distrito de Bogotá (a través de UAESP) para crear 6 nuevas áreas concesionadas para la recolección de basura (las Áreas de Servicio Exclusivo – ASE), lo cual era el paso obligado para la apertura de la tristemente célebre licitación del servicio de aseo en la ciudad por eventos como el billete de 2.000 cambiado en el sobre la propuesta.La decisión de la CRA se fundamentó en que no había precisión sobre la ubicación de las nuevas ASE y de los más de 200.000 usuarios de estratos 1 y 2 a los que se quería extender el servicio durante los próximos 8 años. También en supuestas inconsistencias en los modelos financieros y técnicos, sumado a la falta de evidencia sobre la necesidad de las ASE. Además, la CRA cuestionó al Distrito el no justificar por qué era imposible prestar el servicio con un esquema público y el no plantear una articulación con la actividad de aprovechamiento a cargo de los recicladores de oficio.Esto genera la pregunta de cuál era el esquema que para CRA hubiera sido aceptable. La libre competencia seguramente comprometerá la cobertura y calidad del servicio en la ciudad, al concentrar la recolección de basura en las zonas de fácil acceso y con bajo riesgo de cartera. Así mismo, parece que la CRA insiste en revisar el modelo público de recolección de basuras en Bogotá, el cual ya se improvisó la década pasada sin buenos resultados.Surge también la duda de cómo debería ser la articulación con los recicladores de oficio, ya que estas organizaciones parecen no querer estar dentro del esquema de aseo de la ciudad, pero tampoco afuera. Justamente, la articulación con los recicladores exige explorar alternativas más decididas. El Decreto 1381 de 2024 les dio a estas organizaciones exclusividad por 15 años sobre la actividad de recolección de residuos no orgánicos aprovechables. Así, el Distrito -sin muchas opciones, pero también sin mucha creatividad- propuso seguir con el esquema actual, prohibiendo a los concesionarios recoger estos residuos, sin plantear una verdadera integración de las actividades de los concesionarios y los recicladores.Convendría revisar otras experiencias de la ciudad que fueron duras y exigieron un gasto importante, pero a la larga exitosas, como fue la transición en el transporte donde hoy se tiene un sistema plenamente integrado. Lo anterior no significa que el esquema actual sea perfecto. Sin lugar a duda requiere mejoras clave en el manejo de la actividad de reciclaje, la recolección selectiva de residuos orgánicos no aprovechables, el tratamiento de residuos (incluso para generación de energía) y la atención de puntos críticos de disposición de basura.Sin embargo, ante el rechazo de la propuesta de ASE del Distrito, es probable que en febrero de 2026 la UAESP deba declarar una urgencia manifiesta y extienda las concesiones actuales (similar a lo que sucedió en 2011), e incluso se obligue a la ciudad a revisitar un improvisado modelo público que no fue exitoso. Bogotá no puede permitirse repetir errores del pasado: es momento de construir un modelo de recolección de basuras que mire hacia el futuro, con visión, inclusión y sostenibilidad, antes de que el caos vuelva a tocar nuestra puerta.