Esa decisión, lejos de ser puramente estética, responde a una serie de razones técnicas, económicas y operativas que hacen del color blanco la opción más eficiente para la industria de la aviación.
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El piloto e instructor certificado Bryan Alvarado, que se ha vuelto un ‘influencer’ de la aviación por los videos del tema que hace en sus redes sociales, dio varios razones de por qué los aviones comerciales son blancos:
- Seguridad: este tono ayuda a ver, con más facilidad, grietas o fugas que pueda presentar la aeronave. Además, es más fácil de detectar para otros aviones, los radares y controladores aéreos, lo que resulta especialmente útil en condiciones meteorológicas adversas, en las que un avión blanco puede resaltar mejor que uno pintado de azul oscuro, gris o negro.
- Optimización del sistema de calefacción: la luz solar se refleja mejor con el blanco, lo que permite que la aeronave absorba menos calor, tanto cuando están en la pista, como cuando está volando. Esto ayuda a reducir el uso del aire acondicionado y mejora la eficiencia de los sistemas de climatización.
- Economía: los colores oscuros se desgastan mucho más rápido, dice el piloto, y por lo mismo los costos de mantenimiento aumentarían. Además, según la aerolínea Iberia, el blanco no requiere tantas capas de pintura, lo que hace más liviano el avión.
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Asimismo, tener aviones de otros colores añadiría entre 275 y 545 kilogramos extras al avión, dijo un portavoz de Boeing a Telegraph Travel, lo que representaría un mayor consumo de combustible.
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Por qué los aviones no vuelan en línea recta
La respuesta combina factores geográficos, técnicos y hasta políticos que transforman cada vuelo en una compleja operación logística. La primera razón es la forma del planeta. La Tierra es una esfera (o más precisamente, un geoide), por lo que la línea más corta entre dos puntos sobre la superficie curva del planeta no es una línea recta convencional, sino un gran círculo, explica La Razón.
Otro factor determinante en la planificación de rutas aéreas es el viento. En altitudes elevadas, los aviones se enfrentan a corrientes de aire conocidas como corrientes en chorro, que pueden alcanzar velocidades superiores a los 300 km/h y afectan significativamente el tiempo de vuelo y el consumo de combustible.
Cuando un avión vuela a favor de una corriente en chorro, puede ahorrar tiempo y combustible. Por el contrario, volar en contra de estas corrientes implica mayor esfuerzo y gasto. Por eso, las aerolíneas trazan rutas que, aunque parezcan indirectas, aprovechan mejor las condiciones atmosféricas y reducen los costos operativos.