Un funcionario de un despacho judicial recibió, por encargo, coordinar las comunicaciones con los bancos para pagar los dineros comprometidos en los títulos valores que estaban en el juzgado. Ese encargo lo convirtió en negocio y así, con la ayuda de un amigo, ordenó los pagos en al menos ocho procesos. El funcionario fue identificado como Wilson Cipagauta Bernal, era el escribiente de un juzgado en el municipio de Sibaté, en Cundinamarca.