El ataque sicarial contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, que actualmente lo tiene luchando por su vida en la Fundación Santa Fe de Bogotá, le propició un fuerte sacudón a la moral del país, que venía anestesiada por la creciente violencia que se vive en diferentes regiones, pero que llevaba más de dos décadas sin experimentar atentados de semejante envergadura.La conmoción no solo radica en el ataque contra un joven político, sino en que el intento de asesinato parece ser un intento de silenciar a quien piensa diferente.El rechazo ha sido unánime, convirtiéndose en una de