Conocí a Miguel Uribe Turbay en noviembre del año 2015. Yo había participado en la campaña del alcalde Peñalosa y hacía parte de los equipos de empalme de la nueva administración, cuando escuché en los corrillos de la política bogotana que, probablemente, él sería el secretario de Gobierno. Yo había escrito un documento diagnóstico sobre lo que estaba pasando con las alcaldías locales y lo que creía que debía hacerse en los primeros meses de la nueva administración en la Secretaría.