Un gesto cotidiano como sumergir las manos en agua puede esconder una compleja respuesta biológica con valor científico. Durante años, los dedos arrugados tras un baño parecían un fenómeno sin mayor importancia. Sin embargo, una simple pregunta hecha por un niño cambió esa percepción y llevó a descubrir que se trata de un mecanismo evolutivo sofisticado.Todo comenzó con una inquietud infantil planteada en la sección “Curious Kids” del portal The Conversation. El profesor Guy German, ingeniero biomédico de la Universidad de Binghamton (EE.