Alejandro Pérez Echeverry

No deja de ser interesante la intersección entre dos profesionales de altísima factura en momentos distintos de sus trayectorias, encontrándose para proponerse una aventura conjunta, que años después le presentan al mundo; uno legendario, inspirando al otro y dándole pista para hacer su película; ambos llevando sus carreras a un lugar que ninguno había habitado.La figura principal, Carl Craig, es un ícono sonoro de la segunda ola del techno de Detroit, al que integró jazz y funk y muchas más vertientes, expandiéndolo hasta la fecha.

En la carrera de Rami Malek (nacido en 1981, quien por encarnar a Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody se llevó el Óscar a mejor actor), el sentido de la oportunidad se cruza con el sentido del arte. Algunos proyectos ligeros alimentan su filmografía y su rango, pero la marca de Malek es la de un artista de sustancia que escoge proyectos de profundidad (sumó muchísimo en hacer de Mr. Robot, un fenómeno contracultural, y no pasó desapercibido como villano en la saga James Bond). The Amateur, que llegó este jueves a carteleras, no es la excepción.

Felipe Osorio es bogotano, padre y fanático de esta música que lo marcó desde una fase formativa. Cuando supo que BEAT tocaría en vivo, en gira, las canciones de King Crimson que soñó escuchar, pero jamás pensó posible hacerlo, viajó sin pestañear a Orlando a ver este supergrupo. Fue absolutamente feliz, y luego duplicó su gozo cuando se anunció que la agrupación tocaría en Bogotá, donde la idea de verlos, una vez más, todavía le parece absurda.

El martes 8 de abril de 2025 tuvo lugar en Bogotá el lanzamiento oficial de Ticketmaster Colombia, la plataforma para adquirir entradas que ya está en operación y de la que, hasta ahora, no hay quejas. Y qué mejor manera de empezar que marcando el camino de lo que viene con una operación fluida. Al respecto de su llegada al país, hablamos con su gerente, Andrés Fierro. Le preguntamos si se acuerda de la última vez que compró boleta, y dice que sí, que no le fue tan mal, pero que entiende que el proceso tiene una cuota de angustia que hay que entender.

Organizar un festival, serio, como este de música clásica de Bogotá que, milagrosamente, llega a su séptima edición, es una empresa de titanes. Y centrarlo en la música de América del siglo XX, que abarca desde la península de Boothia, en Canadá, hasta la Tierra del Fuego, compartida por Chile y Argentina, es un acierto. Un acierto del Teatro Mayor, que lo organiza cada dos años durante la Semana Santa. Dice la organización que se trata de la “búsqueda y reencuentro con la identidad”. Eso ya lo justifica.Desde luego, “son todos los que están”, pero ¿están todos los que son?

Los nominados a la XII edición de los Premios Platino se anunciaron recientemente, y se los presentamos antes de su entrega, el 27 de abril en el Palacio Municipal IFEMA Madrid, para que se haga una idea de la dimensión y calidad de las producciones que la gente vio en salas de cine y también es streaming. En total, son 35 películas y 9 series seleccionadas, que provienen de 16 países iberoamericanos, las que disputarán el máximo reconocimiento del audiovisual a las producciones en español y portugués.

En las 96 páginas que tiene Pintora de la luz / Painter of Light, el libro que viene de presentar en el Museo Edgar Negret, la artista colombiana María Isabel Salazar de Lince clasifica minuciosamente sus pinturas según los elementos de la naturaleza (aire, fuego, tierra y agua). Su propósito es enviar un mensaje de amor a este asombroso planeta, la Tierra, que considera “exuberante, misterioso, inescrutable, prolífico, absolutamente bello, y tan lleno de vida”.¿Su mayor anhelo?

El Festival Estéreo Picnic venía gozando de una suerte casi absurda en cuanto al clima. Era su hora. Y por más increíble que suene, a pesar de las medias encharcadas, el diluvio solo hizo de la jornada una más épica e inolvidable.Fue la noche en la que Tool tocó en Colombia por primera vez, e hizo historia. Aquí no tocaron Rush ni Rage Against the Machine, pero aquí ya tocó Tool.

En la última noche de su gira latinoamericana, correspondiente el Supercharged Tour, la agrupación californiana The Offspring entregó en Bogotá 90 minutos de gigantes riffs, de canciones que en su mayoría han sonado por décadas y llevaron a su público al éxtasis (y de una que otra novedad, como “The Fall Guy” que no desentonó). En su paso más reciente por Bogotá, el año pasado en el Estéreo Picnic, la banda había demostrado que si bien a Dexter la voz le da algo de guerra, nada frena el ímpetu de su música.

Entrar a un espacio icónico como el Teatro Colón y sentirlo redefinido desde la arena resulta impactante, emocionante. Por eso, ser testigo de Sun & Sea, esta ópera-performance lituana concebida para ser vista desde arriba, que exigió quitar todas las sillas del teatro y lo convirtió en una playa antropológica, se sintió irrepetible. Por la manera en que presenta lo que presenta, por la denuncia humana y la dulzura humana que conjuga, no habrá nada igual.