Ese día entré a la clase de liderazgo con la convicción de llevar un mensaje diferente a los estudiantes. Algo distinto a que el éxito es hacer dinero. Me paré al frente de un grupo de alumnos jóvenes para que me dijeran qué líderes los inspiran. Curiosamente, la mayoría me nombró líderes disruptivos, con buenos corazones y no necesariamente millonarios.En medio de la conversación les pregunté qué opinaban de la política y cómo veían esta interacción con el sector privado.