Claudia Varela

Al principio de este año, tuve una buena sesión de vino con un excompañero de trabajo, de esos que se ven jóvenes, tienen alma perenne, pero al final ya sienten que se cansaron y necesitan empezar a contar semanas prepensionales. Es joven para pensionarse, pero quizá ya muy curtido en el ambiente corporativo y, a veces, su batería se deteriora.Lo escuché mucho porque esa era mi misión en ese momento.

Emprender me parece de valientes. No todo el mundo tiene la ‘garra’ para tomar la decisión. Hablé con una amiga que de emprendedora está pasando a ser empresaria. Quería escuchar de ella que las equivocaciones ocurren y que no existe nada ni nadie perfecto y la verdad debo confesar que fue difícil que lo dijera.Creo que al final yo decidí escuchar e interpretar que todos nos equivocamos y frustramos alguna o muchas veces en la vida. Les costó tanto llegar a eso que entendí el nivel de exigencia que tienen con ellos mismos.

Hoy es un día gris donde llueve y solo un pequeño rayo de sol sale tras las nubes de una ciudad agitada y demasiado grande. Camilo está sentando muy temprano después de correr un poco, encontrando razones para alegrarse de volver a una reunión de trabajo que tiene con su comité ejecutivo en su Casa Matriz. Casa matriz que vive problemas globales, pero que a veces no entiende que aquí se suman los trenes interoceánicos que nadie sabe cómo explicar.Camilo es un buen jefe.

Se supone que hay temas que son positivos, pero si no se manejan bien terminan siendo como los excesos y la falta de moderación. Siento que hay una aparente obsesión de muchos por impactar el mundo, por “ayudar” a otros, por ser mejor persona, por lucir bien y por ser auténtico, entre otros.Conceptualmente, todo suena fascinante, y aunque no sea lograble, al menos pareciera obligación hacerlo o publicar qué se hace.

Hace muchos años escuché a un speaker en una conferencia sobre Colombia, diciendo que el país sufría de una triste incapacidad para sorprenderse, ya que las cosas que pasan a veces parecen macondianas y pocos asuntos merecen nuestra atención. Es como un multiverso donde ocurre todo, salimos de todo, pero normalizamos las cosas que deberían al menos merecer un comentario.Por ejemplo, a Sara Millerey la asesinaron la semana pasada y pasó como una noticia más. Sara era una mujer y activista trans de 32 años que vivía en Bello, Antioquia. Su asesinato fue brutal.

Una de las cosas más difíciles de hacer en la lógica organizacional y corporativa es delegar, dejar el ego a un lado para entender que no todo se puede controlar y que el mundo sigue girando a pesar de que no estés en él.Y si hablamos del mundo del liderazgo y la gestión, una de las habilidades más valiosas que se puede desarrollar es la capacidad de delegar. Soltar el control no solo libera tiempo y energía, sino que también empodera a otros en el equipo y fomenta un ambiente de confianza y crecimiento.

Vivimos en una época donde la tecnología ha simplificado muchos aspectos de nuestra vida diaria. Desde la entrega de comida a domicilio hasta la automatización de tareas laborales, parece que todo está diseñado para hacernos la vida más fácil.

Me pregunto todos los días cuáles son los principales motivadores de la gente hoy para pertenecer a una organización. En mi experiencia, con conversaciones francas de coaching y colegas descubro que la inspiración desde la empresa y los líderes es fundamental.

Esta conducta puede verse un poco caprichosa y por supuesto la tolerancia a la frustración es más baja, ya que ellos no vinieron al mundo como sus padres y abuelos a “aguantar” a “sufrirla” sino más bien a entender que la vida es ahora, que el momento es ya y que el compromiso es consigo mismo y el universo, pero no necesariamente con corporaciones o empresas.

Cada vez más encontramos discursos ideológicos extremos. No solo en política, sino en general en la sociedad, en grupos de trabajo, en reuniones de amigos y hasta en espacios familiares donde hay temas prohibidos por temor a repercusiones en el ambiente.Tuve una conversación con un par de amigos que conociendo mi libro y mi gusto por los temas de liderazgo e inclusión quisieron compartir conmigo. Me dijeron que definitivamente el mundo “iba a echar para atrás tanto tema de inclusión” y creo que las cosas sí están cambiando.