Aunque desde la Tierra el Sol parezca una esfera inmutable en el cielo, en realidad es un hervidero de energía capaz de desencadenar fenómenos de enorme potencia. Uno de ellos ocurrió el 14 de mayo, cuando se registró una de las llamaradas solares más fuertes del año: una explosión clase X2.7 detectada por el Solar Dynamics Observatory de la NASA.