Para muchos padres, viajar con niños puede convertirse en un desafío difícil de manejar, especialmente cuando se asoma el llanto o, repentinamente, empiezan las pataletas que pueden incomodar a los demás pasajeros.Sin embargo, la situación puede hacerse mucho más llevadera cuando se aplican algunas estrategias que combinan preparación, empatía y creatividad, según la revelación que hicieron dos azafatas citadas en un artículo publicado por la prestigiosa revista de viajes Condé Nast Traveler.“La formación como azafata es muy completa en cuanto a aspectos de seguridad: te enseñan cada detalle de todos los aviones de tu aerolínea, pero nadie te prepara para calmar a un niño que llora o a su familia desesperada”, dice una de ellas.No obstante, teniendo en cuenta todos los casos que alcanzó a presenciar durante su trayectoria, Shawn Kathleen, la exazafata que lleva la conocida cuenta de Instagram Passenger Shaming, indica que la primera recomendación clave es intentar tratar el asunto con calma sin involucrar a nadie más.Adicionalmente, precisa que la amabilidad puede ayudar mucho en estas situaciones. “La respuesta será mucho más positiva si sacas el tema de forma calmada, humorística y agradable, restándole importancia en lugar de empezar con hostilidad abierta”.En cuanto a la empatía que se debería tener, Michelle Payer, una reportera de viajes de lujo en Miami que vuela de manera frecuente, comenta que, cuando tiene cerca a algún niño que llora o se revuelve, lo distrae con su perrito. “También he llamado su atención con llaveros, aviones de papel o lo que fuera para intentar ayudar a la pobre familia”.De esta manera, coinciden al afirmar que las distracciones parecen ser la mejor forma de calmar a los niños durante un vuelo, destapando otras actividades útiles como libros de colorear, método con el que Nikki Noya, del programa de viajes The Jet Set, recuerda haber calmado el llanto de un niño durante un viaje de larga duración.¿Cuándo pedir ayuda del personal de vuelo?Aunque a veces basta con algunas distracciones, hay casos en los que desafortunadamente esto no es suficiente y puede comprometer la seguridad del vuelo. Esto sucede cuando los niños empiezan a dar patadas en el asiento de delante, se suben encima de los respaldos o intentan meterse por debajo de los pies de otros pasajeros.Estas situaciones pueden hacer que los padres tengan dificultades para cumplir con normas básicas indicadas por los auxiliares de vuelo, como abrocharse el cinturón de seguridad, momento en que podría funcionar la intervención de ellos mismos, según menciona Ashley Davis.“Cuando están intentando calmar al niño, suelo ignorar las quejas de los demás pasajeros. Ya están haciendo lo que pueden. Pero si no se están responsabilizando de las acciones de sus hijos y están ignorando las molestias que causan, me acerco a decir a los niños directamente que paren, y esto suele hacer que los padres empiecen a pedirles que se comporten”, precisa.En estos casos los asistentes de vuelo recalcan la importancia de mostrarse (los padres), como una figura de “autoridad” a la que se debe respetar y escuchar activamente.
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