Atardece y el murmullo de los planchones se mezcla con el canto lejano de los monos aulladores en la Ronda del Sinú. Familias, turistas y deportistas caminan por los senderos, algunos con la mirada fija en el río Sinú, que durante años fue sinónimo de abandono, pero hoy es motivo de orgullo para Montería.Por décadas la ciudad vivió de espaldas al río. Giovanni Andrés Ulloa, biólogo y asesor científico de la Fundación Alma, lo recuerda con claridad. “El problema del Sinú se deriva de la alteración de los bordes en aguas altas y de la entrada en operación de la represa de Urrá, que acabó con la dinámica natural del río”, explicó. Una transformación que impactó especialmente en los ciclos reproductivos de reptiles, peces y aves ribereñas. “Al retener las aguas, el río perdió sus atributos naturales. Y con ello, se empobreció todo el ecosistema”, agregó. Sin embargo, esa historia contrasta con los relatos de recuperación. En el pasado reciente, Montería emprendió un ambicioso proyecto urbano que cambió para siempre la relación de la ciudad con su río: la Ronda del Sinú, un parque lineal de seis kilómetros que abraza ambas márgenes. Se trata de un espacio natural que combina la belleza del paisaje con la biodiversidad de la región y que ofrece experiencias ecoturísticas inigualables: iguanas tomando el sol, aves migratorias y osos perezosos observando a los visitantes.Carlos Eduardo Correa, exalcalde de Montería y uno de los precursores de esta transformación, aseguró durante el Rivercity Global Forum, un gran evento que se celebró en Montería en agosto de 2025, en el que participaron varias ciudades del mundo que se desarrollan a orillas de un río, que “el Sinú les dio a los monterianos un símbolo de unión y hoy está llevando agua a uno de los valles más fértiles del mundo”. Gracias a ello, la ciudad pasó de estar dividida por un río a reconocerlo como motor de desarrollo.Nuevas historias La recuperación ha sido más que urbanística: el Sinú se ha convertido en eje del turismo y la cultura. “Nosotros como agencia operadora tenemos dos productos alrededor del río”, aseguró Ángela Dueñas, directora de experiencias bioculturales de Córdoba Turismo Real. El primero es el City Tour Patrimonio Vivo del Sinú, un recorrido interpretativo por las rondas urbana y norte, donde se relatan historias comerciales y mitos indígenas relacionados con el agua. El segundo es el Río Tour Atardeceres, un viaje de 45 minutos que combina paisaje, oficios tradicionales y el espectáculo de la puesta del sol. Ambas experiencias se han ganado un lugar en la agenda de visitantes y locales. “Antes de la pandemia manejábamos un 25 por ciento del volumen mensual de personas; ahora alcanzamos un 72 por ciento. Hemos crecido más del 50 por ciento”, indicó Dueñas. Ese aumento refleja un mayor interés turístico y un cambio en la mentalidad ciudadana. “La gente ha entendido que en medio de lo urbano se encuentra el río. Ahora los habitantes se convierten en embajadores, transmitiendo a sus familias y visitantes la importancia del Sinú”, agregó. El turismo, sin embargo, no está desligado de la responsabilidad ambiental. Por eso Córdoba Turismo Real trabaja con una capacidad de carga limitada (máximo 50 personas por grupo), redujo 90 por cierto el uso de plásticos de un solo uso y aplica protocolos estrictos para la interacción con fauna local. “Nuestro turismo es biocultural, un nicho selecto que busca el menor impacto posible en la naturaleza”, enfatizó Dueñas.El desafíoLa historia ambiental del río también tiene ejemplos notables de éxito. Ulloa fue protagonista de uno de ellos: la recuperación del cocodrilo del Sinú, una especie que estuvo al borde de la extinción por la caza indiscriminada. “Conseguimos que antiguos cazadores se convirtieran en conservacionistas. Después de 20 años logramos demostrar ante la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites) que la especie estaba fuera de peligro”, destacó. La clave fue apostar por el uso sostenible. “El estiércol y desechos metabólicos de los crocodílidos fertilizan la base de las cadenas tróficas acuáticas. Además, al ser depredadores de primer orden, eliminan individuos enfermos y mantienen saludables las poblaciones de peces”, explicó Ulloa. No obstante, el futuro del río enfrenta varias tensiones: represas, turismo sin control y decisiones políticas que a menudo se toman lejos de las comunidades. “Los daños de fondo son muy difíciles de revertir”, señaló. La buena noticia es que Montería sigue proyectando nuevas formas de integrar el río a la vida urbana. Una de ellas es Businú, el sistema de transporte fluvial que comenzará a operar en 2026 y que tendrá embarcaciones con capacidad para 36 pasajeros, los cuales se conectarán en minutos a zonas de la margen occidental tradicionalmente aisladas. Para operadores como Córdoba Turismo Real, esta es una oportunidad. “Tenemos altas expectativas, siempre y cuando las políticas del transporte se direccionen al ejercicio turístico”, concluyó Dueñas.
Section
Medio
Escrito por