El dulce legado de María Narcisa Bustillo, la mujer que horneó memoria en los Montes de María

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El dulce legado de María Narcisa Bustillo, la mujer que horneó memoria en los Montes de María

Leidys Rivero Martínez

11 de julio 2025 , 11:26 a. m.

11 de julio 2025 , 11:26 a. m.

El dulce legado de María Narcisa Bustillo, la mujer que horneó memoria en los Montes de María

Falleció a los 94 años la creadora de las galletas ‘María Luisa’, ícono de San Juan Nepomuceno.

Leidys Rivero Martínez

En el barrio San José de San Juan Nepomuceno, Bolívar, justo frente al viejo cementerio del pueblo, hay una casa que todavía huele a horno encendido, a mantequilla derretida y a dulce cocido en leña. Es la casa donde vivió —y horneó— María Narcisa Bustillo, la mujer que le dio vida a las galletas ‘María Luisa’, esos dulces polvorosos de colores rojo y blanco que hoy son sinónimo de identidad en el corazón de los Montes de María. Esta semana, la noticia de su fallecimiento a los 94 años estremeció al pueblo. No solo se fue una matrona; se apagó una llama que durante más de medio siglo mantuvo encendida la tradición y el espíritu de una comunidad que aprendió a resistir con sabor.

Fue una tarde cualquiera cuando todo comenzó. En su pequeña tienda-panadería, María Narcisa se encontró con un dulce de leche olvidado en la nevera y una bandeja de galletas del día anterior que no se habían vendido. “Ahora verás lo que voy a hacer con ese dulce”, le dijo a su esposo, Eliécer Hernández, mientras preparaba el experimento que cambiaría sus vidas. Con las manos firmes y el olfato afinado, unió dos galletas delgadas con el dulce en el centro, las cubrió con merengue casero y las metió al horno. El resultado fue tan delicioso como inesperado: una galleta suave, dulce, colorida y con una textura que se deshacía en la boca. Así nació la ‘María Luisa’.

El dulce que sostuvo a una familia… y a un pueblo

María Narcisa Bustillo, creador de la María Luisa.
Cortesía

En San Juan, muchos recuerdan que en los años más duros del conflicto armado, cuando los Montes de María estaban marcados por el miedo y el desplazamiento, la tienda de María Narcisa seguía abierta. Con su esposo y sus hijos, vendía no solo las galletas, sino pan, cocadas y otros.

Las ‘María Luisa’ se convirtieron en el sustento de la familia Bustillo Hernández y, poco a poco, en un símbolo del municipio. La fama del producto trascendió el pueblo: viajeros las llevaban en bolsas de papel a Sincelejo, Cartagena y hasta Barranquilla. Pero aunque su sabor se popularizó, el secreto de su preparación permaneció guardado.

María Narcisa nunca reveló cómo hacía su dulce de leche.

A mí nadie me dijo cómo hacerlo, así que yo tampoco voy a decir

El misterio del nombre y la inmortalidad del sabor

María Narcisa Bustillo, creador de la María Luisa.
Cortesía

Curiosamente, ni ella ni sus hijos sabían con certeza por qué las bautizaron ‘María Luisa’, si su nombre era María Narcisa. “Nunca entendí de dónde salió el nombre”, respondía, restándole importancia. Pero el nombre quedó, igual que el sabor, en la memoria colectiva del pueblo. Hasta hace pocos años, seguía recibiendo pedidos, aunque ya no los preparaba ella misma.

El último que recuerda su familia fue de 300 galletas con destino a Sincelejo. Para entonces, la venta directa la habían asumido otras mujeres del municipio que, inspiradas por su receta, comenzaron sus propias microempresas.

Entre ellas está la familia Canoles Arrieta, en el barrio San Isidro. Llevan más de 60 años preparando galletas ‘María Luisa’ y hoy hornean entre 2.500 y 3.000 unidades diarias. Rellenan con dulce de guayaba, dulce de leche o arequipe, y las secan al sol, como dicta la tradición. Varios vendedores las distribuyen por las calles y hasta en la carretera principal. Allí trabajan hermanas, primas, sobrinas y jóvenes que no superan los 20 años. Así, la receta sigue viva, transitando hacia una quinta generación.

Una galleta con alma de pueblo

Galletas María Luisa.
Cortesía

Sentada en su mecedora, María Narcisa recordaba que ya no horneaba, pero que la tienda seguía abierta. A veces, llegaban clientes buscando ese sabor original que solo ella lograba. “Algunos dicen que las que hacen en otras partes no saben igual”, decía con una carcajada que revelaba orgullo y picardía.

No fue repostera de escuela ni empresaria con visión de mercado. Fue una mujer del pueblo, creativa por necesidad, obstinada por amor, dulce por convicción. Con una bandeja de galletas en la mano, crió a sus hijos, sostuvo su hogar, resistió al miedo y le enseñó a su pueblo que hornear también era una forma de sobrevivir.

Hoy, en San Juan Nepomuceno, no hay rincón donde no se hable de ella. En las esquinas, en los patios, en los fogones donde aún se cuece el dulce de leche, su nombre vuelve como una oración. “Si vienes a San Juan y no pruebas una ‘María Luisa’, no estuviste aquí”, dicen los locales con razón. Porque más que una galleta, es un legado.

María Narcisa Bustillo se fue, pero su historia queda untada en los dedos de quienes aún parten una ‘María Luisa’ por la mitad. Su receta, su secreto y su fuerza, como buena leyenda, seguirán repitiéndose de boca en boca… o de bocado en bocado.

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