7.400 estudiantes de Bogotá que estudian en la noche a tienen asegurada una comida completa al finalizar su jornada

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7.400 estudiantes de Bogotá que estudian en la noche a tienen asegurada una comida completa al finalizar su jornada

Carol Malaver

14 de junio 2025 , 07:32 a. m.

14 de junio 2025 , 07:39 a. m.

7.400 estudiantes de Bogotá que estudian en la noche a tienen asegurada una comida completa al finalizar su jornada

Se implementó un sistema de cenas transportadas que cubre a los colegios sin cocina propia.

Carol Malaver

Por primera vez en Colombia, todos los estudiantes de la jornada nocturna en colegios públicos de una ciudad están recibiendo una cena caliente. Desde el 28 de abril de este año, y como parte del programa Bogotá Sin Hambre 2.0, se implementó un sistema de cenas transportadas que cubre a los colegios sin cocina propia. Así, los cerca de 7.400 estudiantes que asisten en la noche tienen asegurada una comida completa al finalizar su jornada.

Este esfuerzo logístico y social busca algo más que alimentar: pretende evitar la deserción escolar, mejorar el bienestar físico de los jóvenes y reconocer sus difíciles condiciones de vida. Según datos de la Secretaría de Educación (SED), al menos 4.400 raciones son transportadas diariamente desde centros de producción ubicados en comedores escolares existentes, hasta 19 colegios sin infraestructura para cocinar.

Miles de estudiantes serán beneficiados con esta nueva modalidad de entregas.
SED

El sistema no es improvisado. Los alimentos se preparan bajo estrictos controles y se transportan en vehículos especiales que mantienen la temperatura por encima de 56 grados centígrados, preservando su sabor, calidad nutricional y seguridad. Lo que antes eran refrigerios fríos e insuficientes, hoy son cenas completas: proteína, cereal, tubérculo, fruta o verdura, y agua. Todo pensado para cubrir al menos el 30% de las necesidades nutricionales diarias de cada estudiante.

Entrega de comida caliente.
SED

Historias que se transforman con un plato caliente

La medida no pasó desapercibida en las aulas. Miguel Ángel Martínez, personero estudiantil del colegio Marruecos y Molinos, ve el cambio con claridad: “Esto ha sido un excelente cambio, y se ha notado en la puntualidad de los estudiantes. Muchos llegan a sus casas después de trabajar y no tienen la posibilidad de cocinar; poder cenar directamente en el colegio ha significado un gran cambio. Se esperaba menos, pero nos llega más”, cuenta con entusiasmo.

En ese mismo colegio, el profesor Omar Augusto Barreto, que enseña matemáticas en la jornada nocturna, también lo confirma:

“Los estudiantes salen a las 9:50 de la noche y, para muchos, ya es muy tarde para preparar alimentos en casa. Contar con una comida caliente en el colegio favorece sus procesos metabólicos y bienestar general. Además, para algunos es la única comida caliente del día”.

Para María Fernanda Madero, estudiante del colegio Antonio Nariño, la cena representa algo tan simple y tan vital como sentirse vista: “Muchos de nosotros llegamos al colegio sin haber comido, porque nuestros horarios de trabajo y estudio son muy ajustados. Me parece genial que la Secretaría de Educación piense en nosotros. La comida es deliciosa y muy nutritiva”.

El rector de ese mismo plantel, Héctor Mora Mora, reconoce que este tipo de políticas son un salvavidas en entornos donde escasean los recursos. "Es un gran beneficio para nuestros estudiantes, especialmente porque no contamos con cocina ni comedor. Esta iniciativa estimula la permanencia en la jornada nocturna, que implica un gran esfuerzo. Es un gesto que apoya a las personas más vulnerables y demuestra nuestra preocupación por su bienestar”.

Una meta ambiciosa

Vehículos isotérmicos que transportan las cenas. 
SED

Este nuevo servicio se suma a la meta más ambiciosa del programa Bogotá Sin Hambre 2.0: aumentar el porcentaje de comidas calientes servidas en los colegios oficiales del 34% al 55%, es decir, llegar a 490.000 raciones calientes al día.

Aunque parece un simple cambio logístico, el impacto va mucho más allá. Las cenas transportadas permiten que incluso los colegios sin comedor puedan ofrecer este servicio. Y con ello, Bogotá no solo reduce el hambre: también le da una razón más a sus estudiantes para quedarse en clase, resistir la jornada, y terminar sus estudios. "Porque cuando se estudia de noche, muchas veces después de un día de trabajo extenuante, una cena caliente no es solo comida. Es dignidad, cuidado y esperanza", dijo la secretaria de Educación Isabel Segovia.

CAROL MALAVER

SUBEDITORA BOGOTÁ

Escríbanos a carmal@ltiempo.com

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