Franja y Ruta: lo que enseñan Chile y Venezuela sobre cómo debe Colombia negociar acuerdo con China

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Franja y Ruta: lo que enseñan Chile y Venezuela sobre cómo debe Colombia negociar acuerdo con China

Stephany Echavarría

17 de mayo 2025 , 04:00 a. m.

17 de mayo 2025 , 04:00 a. m.

Franja y Ruta: lo que enseñan Chile y Venezuela sobre cómo debe Colombia negociar acuerdo con China

Casos de éxito y fracaso demuestran cuáles son las claves de los países que han sacado mayor provecho del vínculo.

Stephany Echavarría

El presidente chino, Xi Jinping, ofreció esta semana una relación más estrecha y cooperativa con América Latina y el Caribe en tiempos de "confrontación geopolítica" y "proteccionismo", en un claro dardo dirigido a Estados Unidos en medio la guerra comercial y que potencia los esfuerzos del gigante asiático en la última década: intensificar la cooperación económica y política con la región.

(Vea: ¿Qué tan sólido es el éxito económico de Javier Milei en Argentina? Esto dicen las cifras)

Desde que China lanzó la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por su sigla en inglés) en 2013, más de 150 países han firmado acuerdos de cooperación con la segunda economía más grande del mundo.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta fue creada por el presidente Xi Jinping en 2013.
Composición EL TIEMPO

Con la promesa de impulsar la conectividad global a través de infraestructuras, puertos, ferrocarriles y energía, la propuesta ha generado grandes expectativas y también fuertes críticas.

“Bajo el contexto actual, hay quienes ven en la Franja y la Ruta no solo una oportunidad económica, sino una estrategia defensiva ante el endurecimiento del comercio con Washington”, explica el experto en China y profesor de la Universidad de La Sabana, Ulf Thoene.

Los riesgos atribuidos a la participación en la BRI, como el endeudamiento excesivo o la pérdida de soberanía, suelen estar sobredimensionados o mal comprendidos.

Para el académico, las principales críticas apuntan a la falta de transparencia en los contratos, el riesgo de pérdida de soberanía y la escasa generación y capacitación de empleo local. “Además, se ha cuestionado la asimetría en las relaciones comerciales y diplomáticas con China, que en algunos casos ha derivado en acuerdos poco favorables para los países socios”, puntualiza.

Organismos internacionales y ONGs también han señalado los riesgos medioambientales y sociales de varios proyectos. Desde represas que desplazan comunidades indígenas hasta obras construidas sin estudios de impacto ambiental adecuados, la urgencia por ejecutar grandes infraestructuras ha dejado consecuencias negativas en algunos países.

La iniciativa tiene la promesa de impulsar la conectividad global a través de infraestructuras.
AFP

Sin embargo, desde la perspectiva de Natalia Tobón, socia de Cárdenas Tobón y ex directora de ProColombia en China, “los riesgos atribuidos a la participación en la BRI, como el endeudamiento excesivo o la pérdida de soberanía, suelen estar sobredimensionados o mal comprendidos”.

(Le recomendamos: Si Colombia se adhiere a la Franja y la Ruta de China, ¿qué sigue? Esto firmaron otros países de América Latina)

“En realidad, la BRI no impone obligaciones jurídicas ni compromisos vinculantes a los países firmantes. Es simplemente un marco de cooperación flexible que facilita la participación en proyectos conjuntos, especialmente de infraestructura, bajo los términos que cada país acuerde de manera soberana”, explica la experta.

Dada la relación asimétrica que existe con China, no tener un marco referencial de política exterior bajo el cual interactuar con Pekín es lo peor que puede hacer un país.

De ahí que, Parsifal D’Sola, director del Centro de Investigación Chino Latinoamericano Fundación Andrés Bello, destaque que el principal riesgo que afronta cualquier país al momento de adherirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta es la falta de preparación.

“Dada la relación asimétrica que existe con China, no tener un marco referencial de política exterior bajo el cual interactuar con Pekín es lo peor que puede hacer un país”, advierte.

Y es que, justamente, no todos los países han sido tratados igual. Mientras que economías como Grecia, por su posición geográfica estratégica, han recibido inversiones portuarias clave (como el control del Puerto del Pireo por parte de Cosco), otros han sido vistos más como fuentes de materias primas que como socios a largo plazo. La experiencia muestra que los términos de cada acuerdo han sido profundamente asimétricos.

¿Qué motivo a distintos países a retirarse de la Iniciativa de la Franja y la Ruta?

Chile participa en la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China.
Javier TORRES / AFP

En cuanto a países como ⁠Italia y Panamá, que se han salido del acuerdo, los analistas señalan que obedece a razones geopolítica.

“En el caso de Italia, la decisión fue geopolítica y estratégica, influida por las presiones de sus aliados occidentales, la falta de resultados económicos (el superávit comercial de China frente a Italia creció, en vez de reducirse) y un cambio de enfoque ideológico entre el gobierno de Giuseppe Conte y el de Giorgia Meloni. Y, si hablamos de Panamá, la razón es sencilla: presión de Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump”, comenta D’Sola.

Y si se mira lo que ocurre en América Latina, países como Chile, Argentina, Perú y Venezuela se sumaron al proyecto con la esperanza de atraer inversión en sectores estratégicos, pero con resultados que varían drásticamente.

Venezuela ha mantenido una relación más centrada en el financiamiento petrolero, sin grandes avances visibles en infraestructura o transferencia tecnológica y con un endeudamiento por más de una década.

“En el caso de Venezuela, los resultados han sido desastrosos, en el caso de Perú mixtos, y en el caso de Chile, exitosos, lo que indica que el éxito o fracaso de la membresía depende más de la calidad de la planificación y ejecución de los proyectos, así como del contexto y decisiones que se tomen a nivel local más que de las exigencias de China”, explica D’Sola.

El megaproyecto del puerto de Chancay en Perú -cuya planificación, financiación, construcción y operación están a cargo de empresas chinas- promete transformar la conectividad marítima del país y la región con Asia, mientras que Chile ha visto cómo China se consolidó como su principal socio comercial, impulsando la exportación de cobre, frutas y vino, a la vez que le ha sabido sacar provecho a la relación sin problemas de corrupción o deuda.

“En contraste, Venezuela ha mantenido una relación más centrada en el financiamiento petrolero, sin grandes avances visibles en infraestructura o transferencia tecnológica y con un endeudamiento por más de una década”, detalla Thoene sobre los riesgos que deben considerarse con cautela.

Por eso, Tobón insiste en que, “lejos de ser una amenaza, la BRI puede convertirse en una herramienta para fortalecer la industria latinoamericana”.

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La influencia china en América Latina

Desde el inicio de la guerra de aranceles, el comercio bilateral se ha paralizado.
Internacional

En la región, China es el principal socio comercial de Brasil, Perú y Chile y ha desplegado importantes inversiones en el marco del programa de la Franja y la Ruta, al que se sumaron dos tercios de los países latinoamericanos.

El intercambio comercial entre China y la región superó el año pasado los 500.000 millones de dólares por primera vez, "40 veces más que al principio del siglo", según el presidente chino.

El dirigente asiático propuso varias iniciativas para "construir una comunidad sino-latinoamericana con un futuro compartido", como un fondo de 9.200 millones de dólares en créditos para el desarrollo.

Todo está dado para que China se afiance como nadie había imaginado en América Latina con promesas de desarrollo son reales, pero con riesgos a la vista.

Invocando "la paz global y la estabilidad", Xi también propuso mayor cooperación en áreas como la infraestructura, la agricultura, la minería, la economía digital o las energías limpias, establecer programas de formación y trabajar con la región en contraterrorismo y lucha contra el crimen organizado.

Todos elementos que, como lo señala el profesor de la Universidad del Rosario, Germán Ortiz, demuestran la ambición geopolítica china.

“Hablamos de un sur global con carencias de infraestructura y poco dinero y una gran nación con intereses comerciales, dinero para invertir y empresas estatales poderosas dispuestas a intervenir. Así las cosas, todo está dado para que China se afiance como nadie había imaginado en América Latina con promesas de desarrollo son reales, pero con riesgos a la vista”.

STEPHANY ECHAVARRÍA NIÑO - Editora Internacional – EL TIEMPO @stephechavarria

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