Qué diferencia tan brutal. Durante cuatro años nos acostumbramos a ver a funcionarios del Gobierno de Estados Unidos, principalmente a Juan González, de origen increíblemente colombiano, arrodillarse frente al dictador Nicolás Maduro o alguno de sus secuaces para pedirles concesiones mínimas que luego no cumplían. En Caracas, en Catar o en cualquier otro lugar del mundo, acordaban lo que fuera y, obviamente, solo consiguieron una cosa: la consolidación de la dictadura mafiosa.¿Cómplices? Muchos. Los noruegos que aceptaban cualquier negociación a cambio de nada.