Atardece y el murmullo de los planchones se mezcla con el canto lejano de los monos aulladores en la Ronda del Sinú. Familias, turistas y deportistas caminan por los senderos, algunos con la mirada fija en el río Sinú, que durante años fue sinónimo de abandono, pero hoy es motivo de orgullo para Montería.Por décadas la ciudad vivió de espaldas al río. Giovanni Andrés Ulloa, biólogo y asesor científico de la Fundación Alma, lo recuerda con claridad.