Yenny Rodríguez Barajas

Las complejas dinámicas socioeconómicas de nuestro país, donde se sobreponen distintas formas de desigualdad, son poco discutidas en el ámbito empresarial a la hora de fijar políticas de equidad de género. Sin embargo, este análisis puede marcar una hoja de ruta para definir intervenciones que mejoren no solo la equidad de género, sino la competitividad regional.Se puede afirmar que la reducción de brechas entre hombres y mujeres debería llevar a una optimización del recurso humano y una innovación suficientes para lograr altos estándares de competitividad.

Nací en un hogar numeroso, con 12 hijos, donde me enseñaron a compartir y cooperar. Fui la primera mujer de mi familia con un título profesional. Estudiaba Economía de noche y trabajaba de día. Eso me enseñó a ser disciplinada e independiente, y a soñar con construir algo propio.Ese sueño tomó forma en 1977, cuando mi esposo (Alfredo Hoyos Mazuera) y yo fundamos Frisby, convencidos de que nuestra labor iba más allá de generar utilidades.

El diccionario Collins nombró ‘permacrisis’ como su palabra de 2022. Una expresión que, a casi dos años del inicio de la pandemia del covid-19, sintetizaba el entorno que navegaban las empresas en ese entonces: “Un periodo extendido de inestabilidad e inseguridad”. Un término que, a hoy, parece haberse instaurado en esta ‘nueva normalidad’ de transformaciones vertiginosas y desafíos globales.

Navegar en un océano donde confluyen tormentas, ciclones y corrientes parece ser la metáfora perfecta de la realidad que vivimos. En medio de un ritmo vertiginoso, en el que todo cambia y lo hace al mismo tiempo, emergen emociones que quizá nunca habíamos sentido con tanta intensidad: miedo, tristeza, ansiedad, confusión. Esos sentimientos, lejos de ser enemigos, nos recuerdan que seguimos siendo humanos.En este panorama, es normal sentir que la luz se apaga y quedarnos en completa oscuridad. ¿Qué hacer cuando nos perdemos en esa sombra?

El emprendimiento femenino es hoy una fuerza transformadora para la economía y la sociedad. Sin embargo, muchas mujeres deben enfrentar solas el reto de sacar adelante sus ideas. Para responder a esa necesidad nació Mompreneur VIP, un programa de acompañamiento que ofrece una hoja de ruta especializada y personalizada para emprendedoras en Colombia y Latinoamérica.Este modelo, desarrollado por Mompreneurs Colombia, acompaña durante un año a mujeres en cualquier etapa de su camino empresarial: desde CEO de compañías consolidadas hasta quienes apenas empiezan a idear un negocio.

En un mundo donde las amenazas digitales evolucionan más rápido que las soluciones, la formación de nuevo talento se vuelve urgente. Con esa visión, Gamma Ingenieros puso en marcha en 2023 su proyecto Semilleros de Innovación y Conocimiento, un espacio diseñado para preparar a jóvenes en ciberseguridad y tecnologías emergentes.“Nuestro proyecto Semilleros es un semillero de innovación y conocimiento en tecnologías nuevas como la ciberseguridad.

El mercado digital en Colombia vive un crecimiento acelerado y con él surge la necesidad de contar con talento especializado que impulse el desarrollo tecnológico. En este escenario, Moxie SAS ha diseñado un modelo que combina formación, inclusión laboral y proyección internacional para jóvenes universitarios con recursos limitados.La iniciativa consiste en vincular a estudiantes de ingeniería antes de terminar su carrera, ofreciéndoles contratos con todas las garantías legales y la posibilidad de adquirir experiencia práctica en proyectos de gran escala.

En el alma del Caribe colombiano, donde el acordeón se vuelve palabra y el canto una confesión de vida, se libra hoy una batalla silenciosa: la pérdida de la esencia poética del vallenato. La crisis que enfrenta este género, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, no se encuentra en sus tarimas, ni en sus festivales, ni siquiera en la falta de talentos instrumentales. La verdadera herida está en la médula: en sus composiciones.Lo advirtió con profunda claridad el maestro Leandro Díaz, aquel juglar ciego que veía más allá del horizonte.

Todas tenemos sueños y metas, pero también cargamos memorias que pesan: comparaciones, desvalorizaciones y exigencias que se nos quedaron pegadas. Con ese equipaje, a veces resulta más fácil señalar lo malo que reconocer lo bueno. Más fácil sospechar del brillo de otra que dejar que nos inspire.No es maldad. Es miedo. Miedo a no ser suficientes, a perder lugar, a que nos vean vulnerables. Ese miedo se cuela en la mirada y en la conversación. Aparece en chistes, silencios, indirectas y en los ‘peros’ que ponemos a los logros ajenos.