Bordeada de un paisaje maravilloso, a orillas del río Cravo Sur, en la vereda Punto Nuevo, en Yopal, está El Madroño, un predio de cerca de 1.000 hectáreas (ha) que muchos años atrás fue un gran hato ganadero, allí, como muchas veces sucede, a partir de una crisis, se amplió la mirada y se le apostó a una nueva forma de hacer ganadería, buscando un equilibrio con el ecosistema, pero también con la cultura.
Todo ello, en un departamento con una alta producción petrolera, ganadería extensiva y amplios cultivos de palma y arroz.
Para algunos nadar contra la corriente, aunque no para Camilo Arreaza, quien dejó atrás su vida en Suiza, y arrancó este proyecto, luego de que sus padres delegaran en él la responsabilidad de sacar adelante el patrimonio familiar, y que hoy tras 10 años de trabajo científico, esfuerzo y conocimiento ancestral, le deja una mejora sustancial en su productividad, pues en El Madroño pasaron de 240 nacimientos al año en 1.000 cabezas de ganado en una extensión de 1.000 ha, a 220 nacimientos en 480 cabezas de ganado en solo 450 ha.
Además, llevan un proceso, bastante adelantado para la creación de una nueva raza de ganado, y que por supuesto no podría llamarse de una forma diferente; El Madroño, la cual lleva varios cruces con muy buenos resultados, buscando un animal principalmente adaptado a las sabanas inundables de los Llanos Orientales.
Pero nada de ello, ha sido fácil, ni gratuito, todo ha sido con recursos propios y rodeándose de quienes saben, acudiendo a la ciencia y la tecnología, y en palabras de Camilo, “en el entendimiento que van teniendo lo ganaderos de nuestra delicadísima relación con el ecosistema y como este es un aliado cuando está sano, pero que también trae perjuicio cuando se encuentra en desbalance. Pensar todo esto en El Madroño hace 20 años era imposible, falta, sí claro, pero las condiciones están dadas”, puntualiza.
Otro frente para la conservación es que 450 hectáreas de El Madroño están dedicadas a la conservación de bosques y sabanas inundables, entre otros recursos naturales - todo el predio está constituido como Reserva Natural de la Sociedad Civil (Rnsc) - , además de la venta de bonos de carbono a la empresa Latam. Poco a poco El Madrono se convirtió en un referente para sus vecinos, quienes poco a poco se han ido organizando y vinculando a estas iniciativas.
De acuerdo con el Registro Único Nacional de Áreas Protegidas (Runap) en el país hay 1.339 reservas que equivalen a 272.433 hectáreas, de estas,168.468 se ubicaban en el Casanare.
Para Camilo esto tiene una lectura muy clara y es que se ha perdido el miedo a la conservación, a la protección de los recursos, permitiendo que desde el sector privado se tome una posición más activa en la construcción de políticas públicas.
Es así como en 2019 surge Cabrestero, un colectivo integrado por más de 120 familias, que reúne años de historia, tejida por la cultura, el folclor y la ganadería, con el propósito llevar su conocimiento ancestral y académico a los escenarios de política pública; promoviendo un cambio en la mentalidad de hacer ganadería, partiendo de que la Amazorinoquia no es un territorio homogéneo, es altillanura, piedemonte, humedales, sábanas inundables y mucho más, a lo que se suma que tampoco hay una sola forma de hacer ganadería sostenible.
En 2023 realizaron el Primer Encuentro de Sábanas de América con aliados como la agencia americana Usaid y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), expertos internacionales, entre otros.
Del árbol que acoge su nombre, El Madroño es una puerta abierta a los desafíos que nos pone la sostenibilidad, a los retos de encontrar una forma de vida rentable, con capacidad igualmente para la generación de empleo de calidad, y que esté en armonía con el ecosistema.