Cuando Glass Marcano salió de Venezuela, hace casi cinco años, empacó apenas dos pantalones y tres camisas. Pensaba que el viaje iba a ser corto, que volvería en una semana. No ha vuelto desde entonces. Ese viaje le cambió la vida. Pasó de trabajar en la frutería de su mamá a ser una de las directoras de orquesta más prometedoras del panorama actual.
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Glass dice que es el destino, que esto que le está pasando estaba escrito y cuando ella cuenta su historia parece que sí. Llegó a la música por descarte, porque era tan inquieta que su mamá decidió inscribirla en uno de los núcleos del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, que queda cerca de su casa, en San Felipe, capital del estado de Yaracuy.
Allí empezó con el violín, también por descarte, porque el profesor que la recibió le dijo que por su tamaño, porque su brazo era pequeño, lo mejor era el violín. El gusto por dirigir llegó años después, como un flechazo. Un día cualquiera, durante un concierto, viendo al director en acción, mientras tocaban la Sinfonía n.º 10 de Shostakóvich. La energía de era tal que ella lo veía como un personaje de Marvel, un superhéroe ahí, en el podio. Ese día decidió ser directora.
Lo siguiente fue irse de Yaracuay a Caracas, donde alternaba los estudios de música con las clases de Derecho, porque ser directora de orquesta todavía no parecía muy probable. Y cuando estaba por dejar la música y salir a buscarse la vida por el mundo como tantos venezolanos, se encontró en internet con La Maestra, un concurso internacional para mujeres directoras de orquesta celebrado en París.
Fue una de las 12 seleccionadas de un total de 220 candidatas, llegó a la semifinal y, aunque no ganó el concurso, recibió el premio de la Orquesta, concedido por los músicos de la Orquesta Mozart de París. Desde entonces está haciendo historia. Glass Marcano tiene apenas 30 años y es la primera mujer negra en dirigir una sinfónica en Francia y la primera latinoamericana en dirigir la Orquesta Filarmónica de Bruselas.
Ahora está en Medellín para dirigir a la Filarmed en el Concierto n.° 4 del programa Las clásicas no lloran. EL COLOMBIANO habló con ella.
“Todos mis amigos del liceo eran raperos, así llegué al rap. Y cuando tú rapeas tienes que encontrarte un seudónimo. Yo me llamo Gladysmarli, pero un día viendo un partido de voleibol una chica tenía en su camiseta el nombre Glass y eso fue como un golpe al corazón, un amor a primera vista. Marcano es mi segundo apellido, es por mi mamá. Cuando dije Glass Marcano me dio un aire poderoso, entonces me empecé a llamar así”.
“Cuando haces rap, tú cuentas una historia, una verdad, que no es absoluta, es subjetiva, lo es para ti. De esa manera dirijo yo, siempre desde mi verdad, desde lo que imagino y pienso de la obra, pero combinándolo con la identidad y el contexto del compositor, aquello que lo embargaba al momento de componer, todo eso se conecta y se convierte en mi verdad, eso es lo que yo trato de transmitir”.
“Yo sé que la música clásica es bastante exclusiva, pero creo que los compositores escribían desde un punto de diversidad, estaban abiertos a que esa sinfonía tuviera interpretaciones. Por eso para mí la música no es objetiva y tampoco debería existir la tradición. Cómo vas a hacer una sinfonía de Mendelssohn en pleno siglo XXI, cuando la sociedad es totalmente diferente y la manera de hacer música también. La sociedad es más rápida, la gente es más ansiosa, si la vida cambia, el ritmo cambia también. Automáticamente, se contagia de lo que tú vives”.
“Sí, y por eso muchas personas me han dicho que yo meto mucho mi corazón, pero yo necesito hacerlo así para poder hacer la mía y transmitirla”.
“Yo creo que la persona que está en un proceso de transición para romper una barrera es muy importante y yo me siento así en algunos momentos, porque recibo mensajes de personas que me dicen que soy su inspiración y su representación en la música clásica... No es muy común ver a una persona negra en el podio, eso está cambiando y yo soy parte del proceso, es una gran responsabilidad”.
“Yo creo que esa carga la sentimos todas las mujeres directoras porque nosotras tenemos que hacerlo magnífico. No podemos simplemente hacerlo bien, tenemos que hacerlo fabuloso y bueno, eso en el fondo nos beneficia porque tenemos que estar siempre al 100, estudiando siempre, y eso trae sus frutos.
Obviamente, no te voy a negar que cuando llego a ciertas orquestas en países como Austria, Italia o Bélgica, no están acostumbrados a ver una persona de color, entonces eso abre una puerta de curiosidad que es muy interesante, eso es lo más cool de todo esto”.
“Yo creo que la música clásica evoluciona de la mano de la sociedad. Para que la música perdure tiene que haber una inyección de frescura. Los años pasan y seguimos tocando el mismo repertorio, la cuestión es como tú lo adaptas, eso para mí es lo interesante y lo que pueden aportar los directores jóvenes, que le den esa nueva chispa al instrumentista. El peligro para la música clásica está en la palabra tradición. Tenemos que renovar y la renovación tiene mucho que ver con la diversidad”.
“Yo creo que tiene que ver con la reflexión y la conciencia de quién quiero ser, cuál es mi objetivo, qué quiero transmitir y cómo voy a ser feliz aquí. Eso y la honestidad. Tienes que ser muy honesta contigo misma, de la honestidad es que va a surgir tu identidad. Necesitas aceptar tu historia, amarla y mantenerte leal contigo misma”.