'Hoy soy libre y tengo mis propios ingresos': la historia de una mujer que reconstruyó su vida en una Casa Refugio, en Bogotá

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'Hoy soy libre y tengo mis propios ingresos': la historia de una mujer que reconstruyó su vida en una Casa Refugio, en Bogotá

Carol Malaver

25 de agosto 2025 , 03:52 p. m.

25 de agosto 2025 , 03:52 p. m.

'Hoy soy libre y tengo mis propios ingresos': la historia de una mujer que reconstruyó su vida en una Casa Refugio, en Bogotá

La historia de Sofía refleja la importancia de estos espacios que promueven la independencia.

Carol Malaver

*Sofía recuerda con claridad el momento en el que decidió romper el ciclo de maltrato. Durante años estuvo atrapada en una relación con un hombre que la sometía a violencia física, verbal y económica.

Aunque trabajaba y se esforzaba por sostener a sus dos hijas, no podía disponer de su propio dinero. “Yo sí trabajaba, pero toda la plata se la daba a él. No podía comprar nada para mí ni para mis hijas. Era como vivir atada”, relata. El control económico se sumaba a las agresiones que la mantenían en un estado constante de miedo.

Cuando ingresó a la Casa Refugio de la Secretaría Distrital de la Mujer, Sofía encontró lo que describe como un alivio profundo. Fue un espacio seguro donde por primera vez en mucho tiempo pudo descansar de la persecución de su agresor. “Fue un gran apoyo y un gran alivio saber que estoy en un lugar donde esa persona no va a poder hacerme daño. Eso sí me dio mucha tranquilidad. Estoy supremamente agradecida”. Ese lugar no solo le brindó techo y protección sino que le devolvió la posibilidad de pensar en ella misma y en sus hijas.

Yo sí trabajaba, pero todo el dinero se lo daba a él. No podía comprar nada para mí ni para mis hijas. Era como vivir atada

Recuerda que su camino hacia la independencia económica comenzó cuando encontró un espacio no solo para protegerse, sino también para proyectarse. Allí, el primer paso estuvo marcado por una serie de talleres que buscaban fortalecer la autonomía de las mujeres a través de la educación financiera. “Nos enseñaban a manejar el dinero, a llevar un presupuesto y a organizarlo en el momento que lo empezáramos a percibir”, cuenta.

El proceso incluía, además, un acompañamiento en la construcción de perfiles laborales. Mientras a ella no le resultó tan complejo porque ya traía una experiencia previa, pudo ver cómo a muchas de sus compañeras les ayudaban desde cero a elaborar una hoja de vida, a identificar sus habilidades y a proyectarse hacia el empleo más accesible. “A varias las orientaban sobre en qué podían empezar a trabajar para generar ingresos y así construir una experiencia laboral”, recuerda.

Nos enseñaban a manejar el dinero, a llevar un presupuesto y a organizarlo en el momento que lo empezáramos a percibir

En su caso, el perfil que ya traía le abrió la posibilidad de elegir con más libertad. Las alianzas de Casa Refugio con diferentes entidades le permitieron contar con el respaldo para buscar el empleo que deseaba, con las condiciones y el horario que necesitaba. “Me dieron las herramientas, el acceso a internet, los equipos electrónicos y hasta cubrían transporte y alimentación cuando debía ir a una entrevista”, explica. Una vez consiguió su trabajo, el apoyo se mantuvo durante el primer mes para cubrir necesidades básicas mientras organizaba el siguiente paso: vivienda y estudio para sus hijos.

Durante ese tiempo también tuvo la oportunidad de vincularse a un emprendimiento que funcionaba como alternativa económica para las mujeres que aún no habían conseguido ingresos. Pasó por la temporada navideña armando juguetes que les entregaban como materia prima y que luego se pagaban por unidad. “Como había mucho tiempo libre en Casa Refugio, aprovechábamos para generar ingresos con ese proyecto”, señala. Incluso, algunas mujeres pensaron en continuar con esa iniciativa tras salir del programa.

El acompañamiento no se limitaba a lo económico. Sofía asegura que también se trataba de recibir herramientas educativas y de vida que ayudaran a construir un futuro sostenible fuera del círculo de violencia. “No solo era conseguir ingresos, era aprender a vincularnos de mejor manera al espacio civil”, dice. Esa formación, sumada al apoyo social, marcó la diferencia en su proceso.

Hoy, mirando atrás, valora cada etapa como fundamental en su reconstrucción personal y familiar. “Puedo decir que no dependo de nadie. Tengo a mis dos hijas, mi trabajo y la tranquilidad de que lo que aprendí en Casa Refugio me permitió estar donde estoy”, afirma. Aunque ya no conserva el primer empleo que consiguió allí, reconoce que fue la base que la llevó a consolidarse en otro. “Ese trabajo inicial me abrió las puertas para llegar hasta aquí”, concluye.

Su experiencia también significó un proceso de reflexión interna. Comprendió que liberarse no era únicamente dejar atrás al hombre que la violentaba, sino también abandonar las ideas erradas sobre el amor como sacrificio o sometimiento. “Liberar de nuestro propio pensamiento, de la manera errada del amor y del cariño, que podemos amar y ser amadas sin estar en ningún tipo de subyugación ni dominio. Todos somos libres y nos merecemos una vida libre de violencia”, asegura hoy, convencida de que la prevención empieza por transformar la manera en que se entienden las relaciones afectivas.

Valoraciones por riesgo de feminicidio aumentaron

Atención a las mujeres víctimas de diferentes tipos de violencia es fundamental para el instituto.
Néstor Gómez

El riesgo de feminicidio en Bogotá muestra un incremento alarmante en las cifras reportadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Entre enero y junio de 2025, las valoraciones categorizadas como de riesgo extremo aumentaron un 26 % frente al mismo periodo del año anterior, al pasar de 474 en 2024 a 597 en 2025. Este indicador refleja la gravedad de la violencia mortal contra las mujeres a manos de sus parejas o exparejas.

En total, durante el primer semestre de este año se realizaron 1.294 valoraciones por riesgo de feminicidio en la ciudad, mientras que en 2024 la cifra fue de 935 casos. De estas, además de las 597 catalogadas como extremo, se reportaron 241 valoraciones en la categoría de riesgo grave, 331 en moderado y 125 en variable. En todos los niveles de riesgo se evidencia un crecimiento frente al año anterior, lo que pone en alerta a las autoridades y organismos de atención a víctimas.

El análisis de Medicina Legal también señala que la concentración geográfica del fenómeno es preocupante. Cuatro de cada cinco valoraciones se registraron en solo cuatro localidades de Bogotá: Ciudad Bolívar, Kennedy, Suba y Bosa. Estos territorios, que reúnen gran parte de la población vulnerable de la capital, muestran cómo la violencia de género golpea con más fuerza en sectores donde confluyen factores sociales, económicos y culturales que incrementan el riesgo para las mujeres.

El informe advierte que las valoraciones corresponden a diagnósticos de riesgo de violencia mortal y que las cifras están sujetas a actualización. Sin embargo, la tendencia al alza deja ver un panorama complejo que exige la acción coordinada de instituciones y programas de protección para prevenir feminicidios.

Casas Refugio: más que protección, caminos de autonomía

Según la SDM, en la capital todavía circulan muchos mitos sobre las Casas Refugio. Algunas personas creen que son lugares de reclusión, donde las mujeres deben dejar de trabajar cuando ingresan, o que se trata simplemente de espacios para quienes necesitan techo y comida. Nada más alejado de la realidad.

La entidad explica además que son espacios seguros de acogida temporal para mujeres en riesgo extremo de feminicidio o víctimas de violencias, a los que se accede de manera voluntaria. No se trata de un encierro, sino de un lugar de protección donde se promueve el empoderamiento y la independencia.

Se impulsa además la autonomía económica con el apoyo de un equipo de trabajadoras sociales y profesionales que acompañan a cada mujer en la reconstrucción de su proyecto de vida.

El proceso de fortalecimiento se desarrolla en tres líneas principales. La primera es la vinculación laboral, que ofrece apoyo para identificar habilidades, fortalecer el perfil ocupacional, elaborar hojas de vida, prepararse para entrevistas y gestionar la búsqueda y postulación a vacantes.

La segunda es la educación financiera, que incluye formación en administración del dinero, vinculación bancaria, ahorro, manejo de deudas y acceso a soluciones financieras. Finalmente, se impulsa el emprendimiento, con asesoría para desarrollar o fortalecer ideas de negocio que permitan a las mujeres generar ingresos propios.

Trabajo articulado con otras entidades

La estrategia no funciona de manera aislada. La entidad trabaja en alianza con otras entidades del Distrito para ampliar el impacto de las Casas Refugio y ofrecer mayores oportunidades a las mujeres. Con la Secretaría de Desarrollo Económico se dictan talleres presenciales y virtuales sobre presupuesto, gastos hormiga, soluciones financieras y herramientas digitales.

A su vez, la Secretaría de Hábitat tiene proyectadas jornadas virtuales de formación y educación financiera, enfocadas en que las mujeres conozcan los mecanismos para acceder a una vivienda digna.

De esta manera, las Casas Refugio se consolidan como espacios que no solo protegen vidas, sino que inspiran, fortalecen y acompañan en la construcción de una vida libre de violencias, con más oportunidades y autonomía económica. Según la entidad, son la respuesta de la ciudad a la necesidad de que las mujeres no tengan que elegir entre sobrevivir o emprender un proyecto de vida.

La prevención como clave

La historia de Sofía evidencia que las Casas Refugio cumplen un doble propósito: salvar vidas y prevenir nuevas violencias. Su experiencia personal, dice, es prueba de que la protección inmediata es fundamental, pero que la verdadera transformación se logra cuando una mujer puede recuperar su independencia y dejar atrás la dependencia económica y emocional de su agresor.

“Prevenir es la clave porque nos merecemos una vida libre de violencia. Hoy disfruto mi trabajo, canto cuando quiero y sueño con un futuro en el que mis hijas crezcan sabiendo que nadie puede someterlas”, afirma convencida de que la mejor herencia que puede dejarles es la certeza de que su libertad no se negocia.

CAROL MALAVER

SUBEDITORA BOGOTÁ

Escríbanos a carmal@eltiempo.com

*Nombre cambiado por solicitud de la víctima.

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